Los nombres de Allah – Introducción
En el Nombre de Allâh, el Todo Misericordioso, el que Manifiesta Su Misericordia; y la oración y la paz sean sobre Muḥammad, sello y corona de los Enviados, así como sobre su familia y compañeros.
Uno de los pilares de la Doctrina Islámica (Aqida) es la idea que nos podemos hacer de la naturaleza y el obrar de Allâh – exaltado sea -. Y esto viene fundamentalmente expresado en Sus 99 Nombres, en su significado y alcance. Podríamos llegar a decir que el estudio de los Nombres Divinos es una ciencia aparte, habida cuenta de lo extenso y lo profundo de su contenido. Allâh es Infinito; no tiene principio ni fin, no hay nada que no abarque con Su Presencia, no hay nada ni nadie igual ni semejante a Él; las miradas no le alcanzan, ni las más atrevidas imaginaciones pueden llegar a describirle; no puede ser conocido por nuestras capacidades de percepción. Es tan inmensamente grande que nadie puede hablar de Él sin saber que solamente es capaz de alabarle en una pequeña medida, y tenerle en consideración una infinitésima parte de lo que El merece.

Es por ese motivo que Sus huellas han quedado impresas en la Creación y en nosotros mismos a través de Sus Nombres, desde los cuales, El se explica a Si Mismo, se auto define. Dice el Libro de Allâh:
Y Allâh posee los nombres más hermosos. Invocadle con ellos y dejad a los que cometen aberraciones con Sus nombres. Se les pagará por lo que hicieron. (Corán – 7 -180)
El es Allâh, el Creador, el Originador, el Formador. Suyos son los Nombres más hermosos. A El glorifica todo cuanto hay en los cielos y en la tierra. Y El es el Irresistible, el Sabio. (Corán 59-24)
Más adelante, en otra ocasión, trataremos de las clasificaciones de dichos Nombres, así como del significado particular de cada uno de ellos, sirva esta lectura como una corta introducción, antesala de lo subsiguiente.
Dichos 99 Nombres son los que siguen:
1 – Allâh – Nombre de Dios Mismo como divinidad absoluta
2 – A-r-Raḥmân – El Todo Misericordioso
3 – A-r-Raḥîm – El que Manifiesta Su Misericordia
4 – Al Malik – El Rey, el Soberano
5 – Al Quddus – El Santo
6 – A-s-Salam – El que es El Mismo la Paz
7 – Al Mu’min – El Creyente, el Sostén de toda serenidad
8 – Al Muhaymin – El Envolvente, El que es dueño de toda situación
9 – Al Aziz – El Poderoso, el Precioso
10 – Al Ŷabbar – El Dominador
11 – Al Mutakkabir – El Soberbio
12 – Al Jâliq – El Creador
13 – Al Bari’ – El Hacedor
14 – Al Muṣawwir – El Formador
15 – Al Gaffâr – El Todo perdonador
16 – Al Qahhâr – El Dominante
17 – Al Wahhâb – El Dispensador de dones sin límites
18 – A-r-Rassâq – El Dador de todo sustento
19 – Al Fattâḥ – El que abre, el que da la victoria
20 – Al ‘Alîm – El Sabio, el Omnisciente
21 – Al Qâbiḍ – El que arrebata, el que da la apretura
22 – Al Bâṣit – El que ensancha, El Dador de consuelo
23 – Al Jâfiḍ – El que abate, el que precipita
24 – A-r-Rafi’ – El que exalta, El que eleva
25 – Al Mu’iss – El que honra, El que fortifica
26 – Al Mudill – El que humilla
27 – A-s-Sami’ – El Oyente, El que todo lo oye
28 – A-l-Baṣîr – El Vidente, El que todo lo ve
29 – Al Ḥakam – El Juez
30 – ‘Adl – El que imparte justicia
31 – A-l-Laṭîf – El Sutil, El que cuida, El propicio
32 – Al Jabîr – El Enterado de toda cosa
33 – Al Ḥalîm – El Tolerante, El Magnánimo
34 – Al ‘Aẓim – El Inmenso, El Inabarcable
35 – Al Gafûr – El Remisorio
36 – A-š-Šakûr – El Que Agradece, El Retribuidor
37 – Al ‘Aliy – El Sublime, El Elevado, El Exaltado
38 – Al Kabîr – El Magno, El Grandioso
39 – AL Ḥafiẓ – El Preservador, El Solícito
40 – Al Muqit – El Sustentador Omnipresente, El Capaz
41 – Al Ḥasîb – El Estimado, El Ponderado
42 – Al Ŷalîl – Al Magnífico, El Majestuoso
43 – Al Karîm – El Munificiente, el Generoso
44 – A-r-Raqîb – El Vigía
45 – Al Muŷîb – El que da respuesta
46 – Al Wasi’ – El Extenso
47 – Al Ḥakîmu-l-muṭlaq – La Autoridad Absoluta, el Gobernador de todo
48 – Al Wadûd – El Amante, El Amigo
49 – Al Maŷîd – El Glorioso
50 – Al Ba’iz – El que resucita, el que produce o suscita
51 – A-š-Šahîd – El Que da Testimonio, El Testigo
52 – Al Ḥaqq – El Que es El Mismo la Verdad
53 – Al Wakil – El Integro, El que es Digno de toda confianza
54 – Al Qawîy – El Fuerte
55 – Al Matin – El Firme, El Inquebrantable
56 – Al Walîy – El Amigo Protector
57 – AL Ḥamîd – El loable, el Digno de toda alabanza
58 – Al Muḥsi – Al que hace la cuenta
59 – Al Mubdi’ – EL Originador a partir de la nada, el que Manifiesta
60 – Al Mu’id – El que hace retornar hacia Si Mismo
61 – Al Muḥyî – El Dador de la vida
62 – Al Mumit – El que da la muerte
63 – Al Ḥayy – El Viviente
64 – Al Qayyum – El Que subsiste por Si Mismo
65 – Al Wâŷid – El que se basta a Sí Mismo, el Constante
66 – Al Waḥîd – El Unico
67 – A-ṣ-Ṣamad – El Inexpugnable
68 – Al Qadîr – El Autor de Todo Decreto, El Dotado de capacidad para todo
69 – Al Muqtadîr – El Dominante, El que es Poderoso en Si Mismo
70 – Al Muqaddim – El Que aproxima hacia Sí Mismo, El Adelantado
71 – Al Mu’ajjir – El Que aleja, el que retarda
72 – Al ‘Awwal – El Primero
73 – Al ‘Ajîr – El Último
74 – A-ẓ-Ẓahîr – El Exterior
75 – Al Batîn – El Interior, el Oculto, el Inmanente
76 – Al Wâlî – El Regidor
77 – Al Muta’alî – El Que se eleva
78 – Al Barr – El Veraz, El Que se mantiene Fiel a Su promesa
79 – A-t-Tawwâb – El Que acoge a todo aquel que se arrepiente
80 – Al ‘Afûw – El Que absuelve, El que borra toda mancha
81 – Al Muntaqîm – El que toma venganza
82 – A-r-Ra’uf – El Que se compadece
83 – Malîku-l-mulk – El Rey de reyes, El que posee la absoluta soberanía
84 – Dû-l-Ŷalâli wa-l-‘Ikrâm – El Señor de la Majestad y la Munificencia
85 – Al Muqsîṭ – El Equitativo
86 – Al Ŷami’ – El Que contiene y sintetiza toda cosa
87 – Al Ganî – El Rico, la fuente de toda riqueza
88 – Al Mugnî – El Que enriquece
89 – Al Mu’ṭi – El Que prodiga, El que otorga toda cosa
90 – Al Mani’ – El Que arrebata, El Que rehúsa
91 – A-n-Nafi’ – El Propicio, El que da holgura y desahogo
92 – A-ḍ-Ḍarr – Al Adverso, El que provoca la apretura y el agobio
93 – A-n-Nûr – La Luz, El Que es El Mismo la luz
94 – Al Hâdî – El Guía
95 – Al Asâlî – El Eterno sin comienzo
96 – Al Bâqî – El Eterno sin fin
97 – Al Warîz – El Heredero
98 – A-r-Rašîd – El Guía, El Consejero
99 – A-ṣ-Ṣabûr – El Paciente
Es conveniente tener en mente el significado de todos estos nombres, al menos en la memoria. Pero mejor aún es comprender que los acontecimientos de nuestra vida se encuentran íntimamente ligados a ellos; que todo aquello que nos acontece se debe a la activación de uno de estos nombres, ya sea aparentemente positivo o negativo en apariencia. Allâh se manifiesta en ellos, nos educa, nos muestra Su Presencia para que le conozcamos al menos en alguna pequeña medida. Cuando recibimos un bien que no esperábamos es el Generoso el que nos lo otorga; cuando sanamos de una enfermedad es Al Laṭîf (El que cuida) quien nos sanó; se muestre con el Nombre que El desee, siempre es Allâh, y esto es lo que al menos debemos comprender para llegar a saber que todo procede de Su Poder y de Su Voluntad; que no hay nadie que da o sustrae sino El. Conociendo esto habremos comprendido en gran medida lo que somos con respecto a Allâh, habremos realizado una buena parte de nuestra condición de servidores Suyos.
Ha aquí un testimonio del Imâm del Islam y del Iḥsân, Abu Ḥamîd al Gazali sobre aquel quien se aventura en el conocimiento profundo de las manifestaciones divinas a través de Sus Nombres:
La participación de los que verdaderamente se acercan a Allâh a través de Sus Nombres tiene tres grados: En primer lugar, conocen el significado de los Nombres a partir de su propia trasformación interior que los hace extraordinariamente sensibles, extrayendo tal conocimiento de las contemplaciones del corazón y el espíritu, no limitándose exclusivamente a las definiciones léxicas. Llegan a las verdades de los Nombres gracias a una demostración en la que no hay error y se les muestra el modo en que Allah está revestido por cada cualidad. Tal ciencia en ellos llega al extremo de la certeza, pues perciben de un modo espiritual, semejante al conocimiento que tienen de sus propias cualidades interiores a las que no se llega por la sensibilidad física. Hay una enorme diferencia entre esta forma de saber y la simple aceptación de unos datos heredados de padres a hijos, incluso cuando van acompañados de argumentos lógicos.
En segundo lugar, su conocimiento de Allah es hermoseado aún más por la veneración que suscita en ellos la Majestad y la Belleza de su significado. Y, con ello, cada Nombre despierta en sus corazones una admiración tal que se convierte en auténtico deseo de apoderarse para sí de sus implicaciones, con el objeto de acercarse a Allah con lo que Él es, pues no pueden acercarse a Él en el espacio. Al adoptar lo que el Nombre significa, se espiritualizan al modo en que son etéreos los ángeles que están cerca de su Señor.
No es posible imaginar que el corazón sienta admiración por algo y no lo imite. Si ese corazón no tiende a ser tal como sugieren los Nombres de Allah, sólo puede deberse a uno de dos motivos: O bien su conocimiento es débil o mera pretensión y realmente no sabe lo que significa e implica el Nombre, o bien en ese corazón reside un deseo aún más apasionado por otra cosa. El discípulo que llega a admirar a su maestro, sin duda siente una gran motivación para aprender y busca parecerse a él, pues su educador es para él un modelo, salvo que otras necesidades requieran toda su atención y su deseo se desvíe a satisfacerlas.
Por ello, es indispensable que el que se consagre al estudio de los Nombres antes haya vaciado su corazón de apetitos, de tal manera que sólo busque a Allah. Hay, pues, una camino previo que consiste en la purificación del espíritu para que este se haga receptáculo idóneo de todo lo que los Nombres son capaces de suscitar en el ánimo. El saber es la simiente del deseo, pero sólo cuando tropieza con un corazón vacío de otras pasiones. Si no está vacío, la semilla se malogra.
Por último, y en tercer lugar, el verdadero conocedor de los Nombres sabe que la adopción de las cualidades señaladas por cada Nombre se alcanza realizando un gran esfuerzo. Ese esmero es coronado por el éxito, y convierte al hombre en una criatura señorial. Esa adopción lo introduce en la Asamblea Suprema (al-Mála al-A‘là), en la de los seres etéreos, aquellos que han abandonado la densidad y pesadez del mundo, desnudándose de ataduras, para hacerse abstractos en la eternidad. Esa Asamblea se ha recogido sobre la Alfombra de la Cercanía, porque lo que significan los Nombres es “cosas próximas a Allah, a la Verdad anterior a las criaturas y que, a la vez, es su fundamento”. Quien no escatima esfuerzos en la adopción, llega un momento en que se sienta como verdadero sabio sobre esa Alfombra”[1]
[1] Al-Gazali, al-Máqsid al-Asnà. pp26-27