Y este es un país seguro

Y este es un país seguro

Que recuerdan a Allâh cuando están de pie, sentados y tumbados sobre su costado, y meditan en la creación de los cielos y la tierra: “Señor nuestro, Tú no has creado esto en vano; no ¡Santificado eres Tú! ¡Sálvanos, entonces, del castigo del Fuego! (3-192)

Estas posiciones mencionadas en el texto de la aleya: de pie, sentados y echados sobre sus costados, indica claramente a gentes que recuerdan a Allâh en toda situación y lugar, teniendo un recuerdo continuo que ya no es fruto de un esfuerzo deliberando para recordar, sino que se ha convertido en algo consubstancial a la persona. De alguna manera el Recuerdo de Allâh (dikru-l-Lâh) ha entrado en él y se ha adueñado de su corazón y de su mente, de tal manera que se manifiesta en él en toda situación, hasta un punto en que él no es capaz de albergar otros intereses o metas.

No temáis, Yo estaré con vosotros oyendo y viendo» (Surat Los relatos 46)

«Di: Actuad que Allâh verá vuestros actos así como Su Mensajero y los creyentes. Y seréis llevados de vuelta al Conocedor de lo Oculto y de lo aparente que os dirá lo que hacíais» (Sura del Arrepentimiento –105).

Realmente Allâh os está observando (Surat las Mujeres – 1)

Efectivamente, las características de aquellos quienes recuerdan a Allâh son las de aquél que sabe que El Señor Todo-Poderoso se encuentra presente en cada situación, en cada soplo; y han hecho de esa consciencia la guía de sus vidas, modelando su propia personalidad en la consecución de esta acto de proximidad, presentándose ante su Señor a cualquier hora del día o de la noche en total desnudez de alma y de pensamiento.

Como veréis este tipo de personas son extrañas; son esos extraños de los que hablaba el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – cuando dijo que llegarían tiempos en los que el propio Islâm sería un extraño. Y este tiempo está aquí, presente de manera notoria. Y ellos son conscientes plenamente de su singularidad, ya que encuentran con dificultad gentes quienes se les asemejen en actitudes y metas. Un hombre del recuerdo reconoce a otro hombre del recuerdo de manera natural y sin preparación previa, ya que ello se encuentra en su propia naturaleza. Asimismo, un hombre del recuerdo reconoce al mundano, se aparta de él, ya que, como dijo el Profeta, las alas son como soldados que forman filas con aquellos que se les asemejan.

Cuando llega el tiempo de la siega, el grano se recoge junto y la espiga sirve para otros menesteres; pero, al fin y al cabo, aunque la espiga posea un valor, es el grano lo que se colecta de manera prioritaria, pues es él el que nutre y de vigor. Ellos, las gentes del recuerdo, son ese grano útil, que, como bien sabéis, el mismo profeta Yussuf – sobre él la paz – hubo de guardar como bien precioso para el momento de la hambruna. Es así que, ellos, ese grano precioso, son el alimento de esta época de hambruna espiritual, de este tiempo de sequía continua que estamos viviendo nosotros nuestros descendientes; de esta época de olvido (gafla) de Allâh.

Y así, de pie, recuerdan a Allâh, en los quehaceres de la vida, como aquellos Ahlu-s-sufa que después del trabajo se reunían en la casa del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – para recibir sus preciosas enseñanzas.

Sentados, cuando están en reposo, sus mentes y cuerpos, fácilmente, sin demora se sumergen en un recuerdo que forma parte de su propia esencia. Ellos son los delegados de Allâh, ¿cómo entonces estarían ellos ausentes de Aquel a quien ellos representan?

Y echados sobre sus costados recuerdan, sencillamente porque no hay ninguna otra cosa en sus corazones que la atención debida al Creador de los cielos y de la tierra; porque ellos han sido invadidos por Su Santa Presencia, porque Él ha comprado sus almas y las ha poseído de una manera efectiva, y manifiesta en ellos Sus voluntades, sabiduría, misericordia y bondad.

Y este es un país seguro (Wa hada biladu-l-‘amin)

Ellos son el País por excelencia, la Tierra purificada y fértil, labrados sus corazones como están con el arado de la Educación de lo alto. Las bendiciones divinas llueven sobre ellos, sus semillas se hinchan y rompen para dar lugar a palmeras altas y esbeltas que son la comparación del verdadero creyente. Ellos son como las palmeras, cuyas crestas sobresalen sobre todo lo demás, cuyos frutos caen de lo alto, erguidos y hacia arriba, mirando al cielo y proveyendo a la tierra. Ellos son los siervos del Misericordioso (ˤibadu-r-Râḥman). Los verdaderos creyentes.

Con la mirada en el cielo, los pies en la tierra, las almas entregadas, los corazones luminosos, los cuerpos obedientes, sus mentes útiles y sus brazos listos para el trabajo por el Bien.

¡Que Allâh nos haga de ellos, de ese pueblo bendito, bueno y útil para la Humanidad! Amin