Vida y hechos del Imâm Shafi’i

El Imâm Shafi’i fue contemporáneo del Imâm Mâlik. Este último le sobrepasaba en edad en aproximadamente 17 años.

Nació en Gaza en el año 767 y falleció en Egipto en 820.

A los trece años su madre le propuso enviarle al Imâm Mâlik para que éste fuera su maestro. El Imâm Shafi’i, por entonces, ya había memorizado el Corán y los hadices, así como gran número de poemas. En realidad, él había memorizado el Corán a los siete años, y la Muwatta del Imâm Mâlik a los 11. Quien le había enseñado a memorizar ambos no fue otra que su madre, quien estando aparentada con el gobernador de Meca, allí le envío para terminar su formación religiosa, así como a Madina, dónde, como hemos dicho, estudió como discípulo del Imâm Mâlik. Era descendiente de la tribu de la que descendía el profeta  – sobre él la plegaria y la paz-; es decir, era Hachimí.

El Imâm Abu Hanifa atestiguó de él que era el renovador del siglo, anunciado en el hadiz. En tanta consideración tenía a Abu Hanifa, que cuando estaba en Damasco iba a visitar su tumba a diario, tal y como afirma él mismo en sus escritos, confesando por otra parte, que la petición hecha a Allâh ante la tumba de Abu Hanifa, le era siempre concedida, antes incluso que llegara a su casa de vuelta de dicha visita piadosa.

A los 20 años, ya muftí, partió para enseñar a Yemen, donde estuvo la mayor parte de su vida de adulto.

En su mashaf titulado al ‘Umm escribió sus conocimientos de Fiqh, completándolo así mismo con los propios del Imâm Mâlik y de Abu Hanifa. El Imâm Mâlik, decía de él, que era superior en conocimientos a él mismo, y que le superaba en sutileza cuando era necesario pronunciar un edicto legal.

En su obra más conocida, llamada “A-r-Risâla” recogió todos los edictos legales que eran compartidos de todas las escuelas de la época.

Estudió asimismo la ciencia de la Firasa. Una ciencia ésta que se trataba de reconocer el carácter de la persona a través de los rasgos de su rostro. Esta ciencia fue asimismo aprendida por Abu Hanifa; y esto nos da a pensar que ella estaba destinada para ser aprendida únicamente a las personas de gran sabiduría, de pureza y de temor de Allâh. A la edad de 10 años, su tío, que poseía esta ciencia, le predijo un gran futuro a causa de las huellas que en su rostro veía, que atestiguaban de su gran inteligencia y sagacidad.

En su tiempo, asistió a las disputas referentes al derecho al gobierno de los musulmanes, la jilafa, entre los Umayya y los Abbasídes. Siendo de la misma opinión que el Imâm Mâlik, al efecto, es decir, que ni los unos ni los otros tenían razón alguna para reivindicar el poder, ambos imâmes eran asimismo de la idea de que tampoco ser descendiente del Profeta daba pie a estas reivindicaciones. Para ello, el Imâm Shafi’i, en su recopilación de hadices, nos presenta un dicho del Profeta en el cual queda claro que él mismo Muḥammad dejaba en manos de Allâh los asuntos concernientes a la jilafa.

Hay numerosas anécdotas en su vida. De ellas podemos escoger una relacionada en el libro “El memorial de los santos “ de Fariduddin ‘Attar, según la cual, el por entonces jalifa Harun A-r-Rašid, en un momento de gran enfado, divorció a su esposa Subayda, quien como todos sabemos, era una mujer de fuerte carácter, capaz de levantar la voz a su esposo en numerosas ocasiones.

El hecho en sí es que Subayda, en un momento de enojo, dijo a su esposo que él era uno de los que estaba destinado al Infierno. Harun, entonces, la dijo:

“Pues si es verdad lo que dices y yo estoy destinado al Infierno, estás divorciada”.

Poco después Harún se arrepintió; pero no sabía si había divorciado realmente a su esposa, ya que él no sabía si era de los destinados al Infierno.

En esto, llamó al Imâm Shafi’i para pedirle recomendación sobre si podía regresas con su esposa o no. El Imâm reflexionó, y al poco le dijo:

“Dime jalifa ¿nunca has estado en disposición de cometer un gran pecado, y antes de llegar a hacerlo te has arrepentido por temor de ‘Allâh”?

Harun dijo que sí, que eso le había ocurrido en alguna ocasión. Entonces el Imâm volvió a preguntar:

¿Y no dice el Qur’an que aquellos que hayan sentido deseos de realizar un acto prohibido y antes de hacerlo se hayan arrepentido que les está destinado el Paraíso?

-Sí, respondió el jalifa.

Pues entonces, dijo el Imâm, toma a tu esposa porque el Corán ha testificado por ti.”

Relata Abu Hamid Gazali, en su obra “A-d-Durra” (La vida después de la muerte); que, poco después de la muerte del Imâm Šafi’i, alguien le vio en sueños, y preguntándole sobre cómo le había tratado Allâh después de su muerte, el Imâm dijo:

“Muy bien, gracias Le sean dadas. Resulta que me encontraba discurriendo sobre una cuestión legal, cuando, de repente, me he visto en el Paraíso”.