Vida y hechos del Imam Malik – El Imam de Medina
Mâlik Ibn Anâs (711-795), más conocido como el Imâm Mâlik, fundador de la escuela jurídica que lleva su nombre.
De pequeño era un chico de la calle que gustaba hacer más travesuras que los demás. Un día, su padre le preguntó a él y a su hermano una cuestión de Fiqh; Mâlik no supo responder, pero su hermano sí lo hizo. Su padre entonces le recriminó su comportamiento, y a partir de ese día cambió de tal manera, que con el tiempo llegó a ser el conocido escritor de la Muwatta y otras obras.
Fue su madre la que se ocupó de llevarle a Madina, ciudad en la que existían setenta maestros del Fiqh. Su madre le confió entonces a alguien llamado Rabiˤ Ibn ˤAbdi-r-Râḥman Rabiˤ a-r-Ra’i.
No obstante, el Imâm Mâlik buscaba el saber de cualquiera que lo detentaba. A los 16 años se presentó en casa del Imâm A-z-Zuhri, el día del Aid. El muchacho era rubio, tanto que en Medina le llamaban “el rubito”. Imâm Zuhri pensaba que el chico venía para que le invitara a comer, pues era el día del Aid, y se extrañó sobremanera cuando el joven confesó que se presentó ante él para que le enseñara el hadiz. A-z-Zuhri le enseñó ese mismo día 40 hadices con su cadena de transmisión, los cuales Mâlik escribió uno detrás de otro. Al terminar le pidió que le enseñara aún más. El maestro le respondió que cuando se aprendiera los cuarenta hadices que le había enseñado, solamente entonces le mostraría más. A esto, Mâlik respondió que ya los había aprendido, según los iba escribiendo. Y, diciendo esto, se los recitó todos, uno por uno, incluyendo la cadena de narración. Ante este hecho A-z-Zuhri quedó absorto y le dijo:
–Levántate, porque tú eres una de esas benditas excepciones que Allâh ha creado para estar destinado al Saber.
Era rubio, de ojos azules, fuerte de constitución y alto. Llevaba una barba que le llegaba hasta el pecho, y vestía con elegancia. Su abuelo fue amigo de Uzman Ibn Affan, el tercer jalifa, y su tatarabuelo fue un sahaba.
El Imâm Mâlik no salió de Madina desde sus 13 años sino fue para ir a Makka en Peregrinaje o Umra. A pesar de su prestigio, jamás fue al encuentro de gobernador alguno; al contrario, eran ellos quienes venían a él para hacerle preguntas y pedirle consejo.
Después de haber aprendido de su primer maestro A-r-Ra’i durante 7 años, continuó con Abdu-l-Lâh Ibn Gurmus, quien era un esclavo liberto y a su vez un conocido y prestigioso imâm. Asimismo aprendió de Ŷaˤfar a-s-sadiq, el nieto de ˤAli Ibn Abi Talib – que Allâh ennoblezca su rostro-.
A los 21 años, setenta maestros de Madina se pudieron de acuerdo para otorgarle el título de muftí, es decir, un sabio capaz de formular fatuas u opiniones legales basadas en el Corán y la Sunna sobre cuestiones de las cuales aún no había nada claramente legislado.
Era tal su amor al conocimiento que muchísimas veces esperaba a sus maestros a pleno sol, a la hora del Dohr, a fin de preguntarles sobre este o este otro asunto, y sobre tal o cual hadiz.
En una ocasión, cuando se encontraba impartiendo una de sus clases una persona le preguntó sobre cómo Allâh había llegado a establecerse sobre el Trono. A esto el Imâm Mâlik enrojeció su rostro, presa de un gran enfado, y respondió al interlocutor diciendo que Allâh era demasiado Elevado para estar en parte alguna o hasta el punto de haber un cómo para que El – exaltado sea – hiciera las cosas. Enfadado le dijo:
“Como quiera que Allâh sea Elevado sobre todas las cosas, yo no lo sé; pero sí sé, que Él está por encima de absolutamente toda cosa. Yo no veo en ti sino un innovador o una persona malintencionada que busca la sedición. Sal de aquí”.
Su método, para establecer una norma, era primeramente remitirse al Corán; sino encontraba en él la prespuesta, a la Sunna, siendo su tercera consideración el Consenso, y en caso de duda la costumbre de las gentes de Madina, pues hay que tener en cuenta que es la ciudad donde vivió y murió el Profeta.
La Muwatta del Imâm Mâlik, libro que contiene alrededor de 1700 hadices, fue compuesto debiendo rechazar al menos 8000 hadices, que no quiere decir que no fueran auténticos, ya que Malîk quería presentar únicamente los hadices sobre los cuales, desde un principio, y sin que fuera necesario estudios profundos de autenticidad, debido a la fortaleza de su trasmisión. A estos 1700 hadices el Imâm Mâlik los llamó “La cadena de oro”.
Siempre que debía transmitir un hadiz o dar un veredicto, se levantaba, hacía las abluciones, rezaba dos raka’ y se sentaba donde solía hacerlo el profeta – sobre él la plegaria y la paz – cuando enseñaba. Muchas veces, cuando no estaba seguro de la respuesta que debía dar, contestaba con un “no lo sé” a fin de no incurrir en alguna falta transmitiendo aquello de lo que no estaba seguro. Hasta tal extremo llevaba esto que, en una ocasión, los imames de Marruecos, al no encontrar una respuesta precisa sobre una cuestión de Fiqh, enviaron a una persona a Madina para preguntarle. El hombre estuvo viajando durante cuatro meses, y cuando llegó y le propuso la pregunta al Imâm, este le dijo que esperara al día siguiente por la respuesta. Al día siguiente el Imâm le respondió que no sabía la respuesta. A lo que el hombre le dijo que había viajado durante cuatro meses, y debería viajar otros tantos de vuelta, y que no podía presentarse con las manos vacías ante los sabios de Marruecos. Aún, ante estos argumentos, el Imâm Mâlik respondió con “no lo sé”.
En una ocasión, el segundo jalifa abbasí, Harun A-r-Rašid le envió 3.000 Dirham de la época para que viniera a su palacio de Bagdad a enseñarle, a lo cual el Imâm Mâlik rehusó, devolviéndole la suma y diciendo al jalifa que él nunca salía de Madina. El jalifa, en lugar de enfadarse, le dobló la suma y se la dio como regalo. A esto, Mâlik dijo a sus alumnos que como Allâh dice en el Qur’an cuando uno rechaza una cosa inapropiada Allâh la cambia por otro mejor, y diciendo esto, repartió la suma entre sus discípulos.
Fue encarcelado por el jalifa Abu Ŷaˤfar Mansur por decir que en el caso en el que alguien divorciara a su esposa de manera forzada, el divorcio no era efectivo. Aunque después el mismo jalifa le pidió disculpas por miedo a una revuelta que se había levantado en Madina a raíz de este hecho, Mälik fue maltratado en prisión, de tal manera que, habiendo salido de ella, estuvo rezando durante un tiempo con los brazos extendidos. Es quizás por este hecho, y Allâh sabe más, que algunos malikis rezan con los brazos sin recoger y otros lo hacemos con los brazos recogidos, entrelazando las manos sobre el pecho.
El Profeta – sobre él la plegaria y la paz – ha dicho, sobre el Imâm Mâlik:
Las gentes van a ir muy lejos en sus monturas, y no encontrarán apenas alguien más sabio que el sabio de Medina .
Según Tirmidi, se preguntó a Uyyayna quien era el sabio de Medina y él respondió: “El Imâm Mâlik”