Un prelado islamófobo pone en guardia a Europa contra el Islam.

La crisis de vocaciones que sufre la Iglesia Católica, producto por un lado por la falta de interés general por todo cuanto no es de orden mundano, está poniendo en jaque a la estructura eclesiástica, hasta el punto de que los templos se encuentran vacíos o semivacíos desde hace ya algo más de uno o dos decenios. Por supuesto, esta crisis de fé no se corresponde en absoluto con la irrupción del Islam en Europa, si no que es algo intrínseco a la fe Católica en ella misma.

Sin embargo, a este prelado, en un alarde nada inocente, y sí muy taimado de, digámoslo de manera muy educada, falta de buena voluntad, se le ha ocurrido la «inteligente idea» de cerrar filas con todas las ideologías islamófobas que pululan por nuestra Europa.

Tenemos amigos cristianos, los que estoy seguro cuando lean esto sentirán verguenza ajena al ver como una «autoridad» eclesiástica derrapa de esta manera tan evidente en una desesperada llamada cuyo slogan se podría resumir por «a las iglesias que vienen los moros».

https://www.ilgiornale.it/news/europa-musulmana-10-anni-impugniamo-spada-fede-1313543.html

No diremos nada más. Leed vosotros sus declaraciones y echaros a reir o a temblar.

«Europa corre el riesgo de ser islamizada – dice Carlo Liberati – Me temo que en diez años o menos en Europa todos seremos musulmanes por número demográfico. Tienen seis o siete hijos, mientras que en Europa tenemos una tasa de natalidad de cero o casi; Europa es pagana y vivimos como si Dios no existiera renunciando a manifestar públicamente nuestra fé, de la que ahora nos sentimos avergonzados. Me hago una pregunta ¿sigue existiendo la catolicidad?

El Islam es una amenaza

Continúa nuestro nunca bien ponderado obispo monsignore Carlo Liberati «Hemos perdido el sentido católico de la vida. Para detener al Islam, que es una amenaza, todos debemos recordar ese glorioso espíritu de Lepanto y Viena que nos permitió salvar a Occidente gracias a María y al Rosario, y estamos aquí para buscar un diálogo imposible y aterciopelado con aquellos que quieren someternos porque nos consideran infieles. El Islam se basa en el Corán que predica la sumisión de los infieles. No quiero morir musulmán, y afirmo que todos nosotros los creyentes debemos sostener la espada de la la fe y la verdad. El Islam es violento porque el Corán es así, terminemos con la creencia del Islam moderado.

Los emigrantes y refugiados

«Cualquiera que diga que los tenemos que aceptar a todos sabe que está mintiendo – sigue Liberati – es un utópico o tiene otras miras como la prensa demagógica populista. Sobre esto creo que el presidente húngaro Orban no está completamente equivocado. Quienes abandonan las tierras islámicas huyen del mal del Islam, no del cristianismo. Me pregunto porqué los estados islámicos ricos no les dan la bienvenida. Probablemente hay un plan diseñado para islamizar Occidente demográficamente. Y para aquellos que apelan a la solidaridad cristiana, recuerden que debe combinarse con prudencia, sentido de la responsabilidad y realismo. No podemos acoger a toda Africa ni a los terroristas ocultos entre los que llegan. El buenismo y el populismo son una ruina, no una ventaja»

Aquí termina la intervención vergonzosa de este prelado que llama a la fe para combatir a un enemigo que él mismo se ha querido crear.

A primera vista lo que se nos viene en mente es que con personajes como este en el interior de los templos no es de extrañar que la gente no acuda a la Iglesia. Una mentira tras otra, este enemigo de la paz atiza el fuego de la discordia. Diciendo que el Corán dice lo que no dice, mintiendo sobre el carácter pacífico del Islam, que es una religión de paz y lo fue siempre.

No creo que el Papa Francisco, amigo de la paz y del diálogo, se encuentre muy cómodo con «amigos» como este que no pueden vivir sin conflicto, ya que su fé, o la ausencia de ella, se basa en el enfrentamiento, queriendo poner, de manera vergonzosa a favor suyo a la Virgen María, a la que todos los musulmanes amamos y respetamos.

Señor Liberati, déjenos decirle «la gente ya no es tan cándida».