Un mundo cayéndose a cachos
Un mundo cayéndose a cachos
Es el mundo en el que estamos viviendo. Un mundo pleno de injusticias, que se trata de blanquear mediante “versiones oficiales” de los hechos. Un mundo en el que el hambre, las guerras, el abuso del rico sobre el pobre y la mentira campan a sus anchas por doquier.
Trata de edulcorar lo amargo una pretendida “libertad de expresión”, siempre y cuando, claro está, no se trate de temas tabú. Pues tabú es criticar cualesquiera de las sacrosantas estructuras en las que, cual pilares, se soporta cualquier tipo de injustica y acto de piratería institucional. La Santa Inquisición del siglo XXI ya no está representada con crucifijos, misales y rosarios, sino que navega en el mar proceloso de las consignas que hay que asumir sino se quiere correr el riesgo de ser perjudicado de las 1001 maneras que contempla, lo que sí es bien llamado, “el sistema”.
Por eso, es de sabios ausentarse de cualquier debate sobre temas “prohibidos”. No podemos extraer beneficio alguno de ello. Es más, puede que uno se vea uno perjudicado por decir verdades que al expresarlas solamente solazarán nuestro espíritu, aunque no cambiarán absolutamente nada, causándonos únicamente perjuicio.
Se justifica una guerra mediante lo llamado “derecho internacional”, diciendo con toda desfachatez que se trata de una “acción necesaria”. Los poderosos tratan de blanquear la hambruna en nombre de la “economía de mercado”. Se justifica la falta de oportunidades en nombre de “la libre competencia”. Y así nos encontramos en un mundo en el que se libran guerras por intereses geopolíticos, se deja morir de hambre a gran parte de la Humanidad porque el 95% de la riqueza se encuentra en manos de un 3% de la población. Y finalmente, los menos dotados no encuentran cómo ganarse la vida.
Hablamos de la hambruna asiática y africana como si lo estuviéramos haciendo de otro planeta. Como si esos dos continentes no estuvieran en nuestro mundo y no hicieran frontera con ninguno de nuestros países.
Mientras unos viven en la saciedad, otros lo hacen mendigando; cuando no arriesgando sus vidas para acceder a un trabajo que habría de ser el primer derecho de todo individuo.
Unos se vanaglorian de su venturosa vida creyendo que ellos la han obtenido debido a su esfuerzo y bien hacer. Retrocedamos en la Historia y veamos que los países prósperos, al menos la gran mayoría, se beneficiaron de conflictos de todo orden y de ocupaciones de terceros países para llegar a donde están.
Ese “orden mundial” blanqueado por una falsa propaganda, tendenciosa y falsificadora de la realidad. El orgullo de creerse mejor y más fuerte, va en detrimento de lo más hondo del significado de la palabra “Humanidad”. En resumen, si queremos observar todo esto con imparcialidad, esa propaganda se vanagloria de ser “inhumana”.
Nadie puede cambiar esto. El engranaje está bien planificado, auto protegido y finamente depurado. Solamente queda entonces, o que el engranaje se precipite al vacío por un error “humano”, o bien que los tiempos cambien por imposición que proceda de lo alto.
Y vendrán los tiempos del Mahdi como imposición Divina en un mundo donde reina la injusticia para traernos la Justicia Universal.
Y nadie podrá decir que fue una conspiración subversiva pues todos sabremos que se tratará de una imposición que viene de lo alto.
¿Es el Mahdi menos, igual o más que un profeta?
Podemos decir de manera clara que el Mahdi no será un profeta. Pues el último y sello de los profetas es Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz -. En cuanto a su categoría personal y espiritual si podemos decir que será como uno de los profetas, salvo como Sidi Muhammad que es el mejor de la Humanidad. Como dice el hadiz:
“Los sabios son los herederos de los profetas”.
Imaginaos que sabiduría debe detentar el Mahdi sabiendo que será capaz de gobernar un reino mundial.
Repartirá el dinero y los bienes de la tierra. Asistirá con su mano bendita a las víctimas de terremotos y desastres naturales. Será bondadoso con los necesitados. Asimismo se comportará con firmeza frente a los corruptos.
Renovará el Din para que sea practicado como en sus orígenes, en los tiempos del Santo Profeta.
Estará gobernando la tierra entre 7 y 9 años, siendo que cuando aparezca el Daŷŷal luchará contra sus huestes y las vencerá. Dirigirá el salat cuando la segunda venida del profeta ˤIsâ (Jesús) – sobre él la paz – y después morirá dejando el gobierno a Jesús, que estará en la tierra durante 40 años. En ese tiempo no habrá guerras, ni penas, hasta que salgan Ŷuŷ y Maŷuŷ; pueblo este que después de arrasar la tierra será precipitado y anegado en el mar.
Al menos nos queda una esperanza: la venida del Mahdi esperado para que la bandera de la Justicia Universal ondee de pleno derecho en la mayor parte de las naciones de la tierra.
No olvidemos el hadiz:
Esperar al Mahdi es ˤibada (adoración)
¡Que así sea entonces!