Sulayman y las hormigas

Sulayman y las hormigas

Es cierto que a Daud y a Sulayman les dimos conocimiento y dijeron: Las alabanzas a Allah que nos ha preferido sobre muchos de Sus siervos creyentes.
Y Sulayman fue el heredero de Daud, dijo: ¡Hombres! Se nos ha enseñado el lenguaje de las aves y se nos ha dado de todo, realmente esto es un favor evidente.
Y se reunieron para Sulayman sus ejércitos de genios, hombres y pájaros, y fueron puestos en orden de batalla.
Así llegaron al valle de las hormigas; entonces dijo una de ellas: ¡Hormigas! Entrad en vuestras viviendas no vaya a ser que Sulayman y sus ejércitos os aplasten sin darse cuenta.
Entonces sonrió risueño por sus palabras y dijo: ¡Señor! Muéveme a agradecerte la merced con la que me has favorecido a mí al igual que a mis padres, y a que actúe con una rectitud que sea de Tu beneplácito, e inclúyeme en Tu misericordia, entre Tus siervos justos.
(27- 15 a 19)

Cuando sayyidinâ Sulayman – sobre él la paz – alistó sus ejércitos las hormigas no pudieron asistir a la batalla, pues ellas no poseían ninguna de las cualidades necesarias al efecto; sí las aves, las cuales se encontraban en su armada a fin de poder informar sobre las posiciones tomadas por el enemigo.

Las hormigas entonces, conscientes de su indigencia, debieron protegerse de un poder que les sobrepasaba y que podría aplastarlas sin titubear ni saber que ellas se encontraban allí.

Ahora bien, el Corán habla del “valle de las hormigas”, como si fuera un lugar destinado a ellas o en el cual ellas tuvieran una presencia notoria. Y esto, junto al hecho de que la surat en la que se encuentran estas aleyas es nombrada la “Surat de la hormiga”, nos hace reflexionar sobre este ejemplo traído por Allâh en Su Libro sagrado. ¿Qué representa entonces la hormiga?

En este caso, y a diferencia de la araña (ankabut) que salvó al Profeta – sobre él la plegaria y la paz – en aquella cueva en la que se refugió con Abu Bakr – que Allâh esté satisfecho de él – la hormiga no parece haber traído utilidad alguna para el ejército de Sulayman. Ahora bien, él – sobre él la paz – la escuchó y ello le hizo sonreir, sopesando quizás la gran fuerza que le había sido conferida por Allâh; viendo entonces en las palabras de la hormiga la superioridad de la que Allâh le había provisto sobre los demás ejércitos y pobladores de la tierra.

Y Sulayman sonrió e hizo alusión al poder y la gracia que le fueron concedidos por Allâh cuando escuchó a la hormiga en la cual vio representado a su propio poder sobre sus enemigos.

Esos insectos que construyen sus hogares más abajo de la superficie de la tierra representan asimismo el lugar que les corresponde a todos aquellos quienes sin sabiduría pretender construir sus casas sobre la tierra sin comprender que no es este el lugar que les ha sido destinado.

Si comprendemos, además del sentido de poder que se extrae de la composición del ejército de Sulayman, que esto se refiere asimismo a la Sabiduría, entonces comprenderemos, como seguramente lo hizo el propio Sulayman – sobre él la paz – que la gran Sabiduría, aquella que le había sido conferida a Sulayman como profeta era tan sumamente fuerte y elevada que el pequeño saber, el de las hormigas, no merecía, en comparación, otra cosa que permanecer debajo de la tierra para poder ser preservada. Porque la Gran sabiduría, la excelsa, que Allâh dispensa a profetas como Sulayman y a otros hombres de Allâh, es de tal manera impresionante que, sin proponérselo, arrasa todo cuanto se encuentra a su paso.

Ahora bien, si las hormigas, en su valle que le es propio, quieren permanecer en la superficie, cuando lleguen los ejércitos del saber, las aplastarán al igual que la Verdad (Haqiqa) acaba con las especulaciones de las ciencias racionales y lógicas. Estas son útiles entonces en el “valle de las hormigas”, se encuentran seguras bajo tierra y tienen su utilidad en su propio valle, siendo que cuando pasan los ejércitos de la Verdad más les vale permanecer bajo tierra a fin de ser preservadas.