Sobre los formalismos religiosos y la libertad de pensamiento

En el Nombre de Allâh – el Todo Misericordioso, el Que Manifiesta Su Misericordia; y la plegaria y la paz sobre Muhammad, corona y sello de los Profetas, así como su familia purificada y sus compañeros leales.

Introducción

Se habla mucho del concepto de “formalismo” en el Islam. A veces, nuevos musulmanes con mentalidad heredada de las consignas de la cultura, digamos, materialista; impregnados aún de los cslogans lanzados a los cuatro vientos en nombre de la libertad como excusa consumista , captan en algunas normas de la Ley Islámica un exceso de rigidez y un formalismo exagerado.

Aunque, en alguna medida, esta impresión no sea del todo descabellada, no podemos por ello dejar de reconocer en dicho pensamiento una injerencia de ciertos conceptos del entorno cultural en el que se vive, en el cual, todo hay que decirlo, a veces no se sabe distinguir entre lo que es cultura y puro marketing consumista . Y no es que nosotros seamos precisamente unos amantes de los formalismos religiosos en ellos mismos. Pero, a decir verdad, debemos reconocer que donde no hay una Ley de mínimos existirá obligatoriamente la anarquía, la que sin duda siempre desemboca en ignorancia. Y esta Ley de mínimos en Islam viene claramente especificada en la Ley Religiosa, siempre y cuando su aplicación no se vea salpicada de las tropelías “fundamentalistas” (que no fundamentadas), como tenemos la oportunidad de observarlo hoy en día por uno y otro lado.

Efectivamente, siempre se ha dicho por los ‘ulama (sabios) de los 12 siglos anteriores a la llegada de los wahabitas que “el Islam es el camino de en medio”. Y en este asunto que estamos tratando, el justo medio es aquel en el cual la Ley religiosa restringe al ser humano la total disposición de su libre albedrío a fin de evitar que no se haga daño a sí mismo y a los demás. asistiéndole de alguna manera a dominar esa naturaleza animal irreflexiva que a veces despierta en él y que puede llegar a dominarle debido a su capacidad de arrastre.

El hombre no puede vivir sin Ley, pues su propia naturaleza pide que le indiquen sus límites; necesita una guía para canalizar sus tendencias y un muro de contención a fin de frenar y amortiguar su animalidad. Por otra parte, el exceso de normas conduce al ahogo del corazón y al sofoco de la inteligencia, así como de la imaginación, necesarias para aprender la Ciencia con garantías y solvencia. Y no digamos para poder vivir, como se suele decir en “holgura y comodidad”.

El error de la haramización de vida y costumbres

Querer legislarlo todo es una enfermedad. Esta esquizofrenia religiosa roza, y a veces traspasa, los límites que ella misma pretende imponer. Nuestro Profeta – sobre él la plegaria y la paz – nos dijo que en estos tiempos la Umma caería en los mismos errores que sus predecesores (judíos y cristianos). A la vista de estas palabras proféticas no es complicado reparar en que esta manía persecutoria de querer legislarlo, juzgarlo y limitarlo todo resulta ser precisamente una judaización del Islam.

Exactamente, tal y como dijo una determinada persona, a quien pudimos escuchar quejándose de este hecho, “hay personas que pretenden convertir el Islam en un código penal”.

No negamos, ni contradecimos, ni desaconsejamos la división de los actos según el punto de vista legal, a saber: Prohibido, desaconsejado, obligatorio, aconsejable y permitido o neutro. Es más, consideramos que nuestros ‘ulama hicieron un gran esfuerzo al delimitar la Ley en estos puntos, a fin de que los musulmanes de todos los tiempos pudiéramos tener una referencia. Aún así, sí aseguramos, que cuando esto deja de ser una referencia y se convierte en una plantilla para medir cualquier hecho islámico según dichos parámetros, y además se quiere embutirlo todo según una consideración legal, entonces estamos entrando de lleno en la paranoia. No se le puede poner puertas al mar; y el Islam resulta ser un mar insondable de conocimientos de los cuales las normas legales son solamente una parte.

No podemos legislar sin explicar antes cómo es la naturaleza humana; porque es precisamente a esta naturaleza, y en virtud de ella, que han sido impuestas las leyes por el Creador.

Por ello mismo no podemos explicar el Islam mediante las normas, sino, antes bien, debemos explicar el porque de esas normas refiriéndonos a las causas teológicas, filosóficas y metafísicas que les dan vida. Y debemos adaptar los principios subyacentes a las circunstancias de los tiempos, con espíritu de misericordia, pues son los principios los que dan vida a las normas y no al contrario.

Podemos medir las parcelas de la tierra, pero nunca podremos apresar las nubes, plegar los cielos, poseer la Luna y dar órdenes al Sol. Porque precisamente, en nuestra religión, existen mundos de sabiduría tan enormes que no pueden ser abordados desde el punto de vista legal. El conocimiento es tal y como es, la Verdad es tal y como es; ambos no pueden ser apresados por normas; los leguleyos, en estos asuntos, no tienen nada que hacer ni que decir. Y esto lo dice el Libro de Allâh de una forma clarividente, entre otras en este ayat.

Si todos los árboles que hay sobre la Tierrase convirtieran en cálamosy el mar junto con otros sietes mares más,no bastarían para escribir las Palabras de Allâh.Ciertamente Allâh es Poderoso, Sabio” (31-26)

«Allâh, quiere para vosotros lo fácil y no lo difícil». (2: 184)

«Allâh quiere aliviarnos, ya que el hombre fue creado débil». (4: 28)

Muhyen Bin Al Adra transmitió que el Profeta  – sobre él la plegaria y la paz – dijo: «Lo mejor de tu religión es su facilidad» y repitió tres veces la misma frase, y en otra oportunidad dijo: «Allâh os quiso facilitar la vida»

El error de querer encastrar la sabiduría islámica en el mundo materialista

Es cierto que algunos que se convirtieron al Islam no han logrado desembarazarse de ciertas consignas, que, bajo la apariencia de culturales, proceden de una corriente materialista tendente a extender el consumismo; consolidadas por cierto en una civilización cuyos valores principales son dinero y poder. Curiosamente, todas ellas convergen en remarcar la libertad del libre albedrío del ser humano con respecto a todo aquello lo cual entra dentro del ámbito del pensamiento, la moralidad y la educación; sin entrar, por supuesto, todo hay que decirlo, en el ámbito económico, donde todo funciona con un engranaje dictatorial muy bien engrasado. Se trata pues de que el ser humano se crea libre y que de ninguna manera pueda ejercer la libertad prometida por falta de medios materiales para cristalizarla. Se trata entonces de la Religión del Consumismo que ofrece una falsa libertad a fin de dominar a las personas y sus pertenencias.

Así pues hay gentes que entran al Islam y cualquier obligación les estorba, y no solamente eso, sino que la llaman “imposición”. A veces uno se pregunta si es posible que haya alguien tan desprovisto de sentido que pueda llegar a considerar los mandatos divinos como una imposición. Y es que de hecho es este el problema de fondo que subsiste en estos espíritus rebeldes, es decir: se han islamizado a duras penas, pero la fe no ha entrado aún en sus corazones, si es que un día llega a hacerlo.

“Dicen los beduinos: Creemos. Di: No creéis. Decid más bien: Nos hemos islamizado pero aún no ha entrado en vuestros corazones la creencia.” (49-14)

Cuando han sido “atrapados en la red del Islam” y se dan cuenta de todo cuanto persiste en él en materia de obligaciones y prohibiciones, entonces se rebelan; y no pudiendo cambiar la Ley Religiosa de manera clara por miedo a no ser considerados como musulmanes, intentan embrollar los sentidos del Corán a fin de que el Libro de Allâh signifique lo que ellos quieren que diga. Dan vueltas y vueltas sobre las aleyas, y al no encontrar resquicio, intentan hacer entrar la libre interpretación, y si esta no funciona, dirán entonces que las palabras del Profeta (Sunna) contradicen el Libro de Allâh, en una última intentona, a la desesperada, efectuada de manera tan sumamente torpe, que resulta de ello un esperpento propio de esos espejos que, a principios del siglo XX, se encontraban expuestos en el centro de Madrid, deformando las imágenes de las personas que allí se reflejaban, tal y como decía el maestro Valle Inclán.

Y es que no se puede creer en dos cosas tan diferentes a la vez, como son el Libro de Allâh y la Sunna del Profeta y en la religión del materialismo y de  la falsa libertad de pensamiento diseñada para consumir y enriquecer bolsillos ajenos.

El término medio

Como siempre, o casi siempre, el camino de en medio es el bueno, el real, el válido.

Allah ha hablado de ese término medio porque es el Creador del hombre y sabe perfectamente que éste tiende a irse a los extremos. Así pues, este término medio es siempre de actualidad estemos en la época que estemos y en el lugar donde nos encontremos.

La Religión pues, como acabamos de decir, no es ni un conjunto de normas legales, ni una filosofía libertaria, ni un medio de engrandecimiento personal.

Lo primero que se debe aprender en Islam, aparte de los cinco pilares de obligado cumplimiento es: la sinceridad, la honestidad, la bondad, el coraje, el amor, la sensibilidad, la generosidad; en dos palabras: la integridad.

Cumplir las leyes sin gozar de todas estas virtudes es hacer como el niño quien sabe que si no obedece a padres y educadores se hará acreedor a un castigo. Como un animal encadenado, a una tal persona, si se le quita la atadura, se la deberá temer, pues falta de sensibilidad podría hacer todo aquello cuanto se le viniera en mente y llegar a imaginar el mal que nunca pasó por su espíritu  poder llegar a realizar. Sí se le da poder, una tal persona, podría esclavizar a todos cuantos le salieran al paso.

No obstante, un robot de normas legales, un hacedor de normas escritas en un Manual de Instrucciones se encuentra lejos del espíritu del Islam. Si, anteriormente, a una persona tal se le educó en el miedo al castigo por vulnerar las leyes, y no se han inculcado en él todos aquellos valores que hacen de él un hombre de bien, un creyente sincero, humilde y generoso, no podemos esperar que por arte de magia aprenda de un golpe a observar las cosas de otra manera.

Por consiguiente, en estos tiempos, la falta de referencias en educación islámica está haciendo estragos. Se multiplican por un lado la cantidad de personas quienes miran todo desde un prisma legal, así como por el otro lado la de aquellos quienes intentan hacer de la religión una especie de Asociación Cultural de carácter libertario.

Por ello estamos intentando, paso a paso, dar una dirección clara y concretar el mensaje; queremos colaborar a devolver al Islam al lugar donde siempre estuvo y del que nunca debió salir.

Que Allâh nos perdone, nos guíe, nos dirija de las tinieblas a la luz y nos conceda el Firdaws.

Abdul Karim Mullor