Sobre las palabras de Abu Madyan y el Chayj Al Alawi

La paz sobre vosotros:

Cuando incidimos en nuestro nombre y motu proprio sobre el estado en el que se encuentra, tanto la práctica del Islâm, como del Sufismo, y aunque muchos de vosotros hayáis escuchado las palabras del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – al efecto, asegurando que en estos tiempos la situación al respecto dista de largo ser la ideal, pensáis que seguramente nos gusta complicar las cosas, que la situación no es tan negativa.

Por eso, estas palabras que siguen, cuyos autores son, tanto Abu Madyan de Cantillana, que vivió hace 8 siglos, como el Šayj Ahmad Ibn Muṣtafâ Al ˤAlawi que falleció hace 90 años son el colofón necesario para que las inteligencias se pongan manos a la obra y la credulidad en todo lo que se escucha deje de ser moneda de cambio.

Si alguien nos acusa, he aquí lo que dicen nuestros abogados – que Allâh esté satisfecho de ellos.

No olvidemos que hay un Ŷanna para los negadores, es decir, aquellos que se limitan a ellos mismos, diciendo que no hay estados superiores en la Religión. Estos, incluso estando en el Paraíso, gritarán, y cuando los ángeles acudan a ellos preguntándoles el porqué de esos gritos, ellos dirán que es que ven a los que moran en los Paraísos superiores estando centenares y millares de veces mejor que ellos. Es así, por lo que negaron, por las oportunidades que perdieron.

Mucho peor irá para aquellos quienes intenten destruir la religión desde dentro; su suerte será tan terrible que escribir sobre ello ennegrecería nuestra escritura.

Dijo nuestro Abu Madyan al Gawz de Cantillana:

La decadencia del pueblo desemboca en la aparición de gobernantes inicuos; la de la élite conduce a la aparición de impostores (daŷaŷila) que destruyen la religión desde el interior.

Comentario del Šayj Al ˤAlawi sobre esta sentencia:

La decadencia del pueblo, es decir, la generalización de actitudes contrarias a la religión, desemboca en la aparición de gobernantes inicuos que le dirigen, conformemente a la palabra del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – que dijo: “Vuestros actos determinan vuestros dirigentes[1]. Esto, no obstante, no podría causar mal a la élite[2], pues aquellos que dirigen exteriormente no pueden, por definición, ejercer control alguno sobre el estado espiritual de las gentes puramente dedicados a Allâh, cuenta habida de la perfección de su certeza, conformemente a la Palabra: “Allâh no dará a los infieles ningún medio de dañar a los creyentes”; es decir, en lo referente a su realidad interior, puesto que en lo exterior, desde el punto de vista físico, sin duda sí pueden verse dañados. La historia nos muestra, por otro lado, hoy como ayer, que los dirigentes pueden ejercer exteriormente su poder sobre los santos, conformemente a las disposiciones de Allâh y Su voluntad: “¡Cuántos profetas ha habido a cuyo lado murieron multitud de seguidores y no se desanimaron por lo que les afligía en el camino de Allâh ni flaquearon ni buscaron descanso! (3-146).

En cuanto a la élite, es decir, el conjunto de aquellos que reivindican la maestría espiritual, su decadencia se traduce por la aparición de impostores (daŷŷal) religiosos; estos son los peores de los impostores, puesto que ellos convencen a las gentes sirviéndose de la religión, llegando a engañar a los más débiles de entre ellos, aquellos cuyo celo por la vida del mundo los extravió mientras pensaban que hacían el bien con lo que hacían. (18-104). Son ellos los embusteros, son ellos los que se dedican a apropiarse de los bienes de este mundo utilizando la religión; así ellos recomponen su vida material ayudándose con retazos de su vida religiosa, y finalmente todo termina por desaparecer, tanto su vida religiosa como lo que ellos recompusieron en este mundo. Se presentan como partidarios de la reforma, mientras que ellos mismos se encuentran repletos de vicios. Pretenden conocer a Allâh, mientras que en verdad se encuentran separados de Él. He dicho en este sentido:

Escucharás clamar palabras que no se encuentran en el corazón

Como si comprendieran la integralidad de lo que dice

Él habla con adorno en presencia de la muchedumbre de los creyentes y se declara como formando parte de ellos

Pero desde el punto de vista de la élite, no posee nada y nada ha comprendido

Y a menos que Allâh le ponga en evidencia

El principio de la buena opinión nos obliga a guardar silencio[3]

He aquí porqué el Imâm Ša’rani dice en sus “al Anwar al Quddusiyya” (Las luces de la Santidad):

No te limites a un solo maestro, vista la época como es, pues esto será para ti un obstáculo y realmente no obtendrás gran cosa. Es a causa de tales personas que los aspirantes no pueden progresar, pues ellos se quedan presas de vanos discursos dedicándose a utilizar citas de otros. Ellos arruinan las posibilidades de realización espiritual de aquellos quienes les siguen, sin comprender nada en cuanto al fin y a los métodos de la vía espiritual. No han aprendido de la Vía otra cosa que el nombre, no teniendo otra cosa que un conocimiento teórico de la realización. Algunos de ellos hablan bien, pero no tienen nada en su interior; van a buscar las vías espirituales en los libros, y después hablan con énfasis de ellos a sus auditores, olvidando que el Sufismo todo entero se dedica al dominio del carácter y a las disposiciones interiores del ser

El Imâm Gazali decía igualmente en este sentido:

Has de saber que los aspirantes a sufís de esta época, salvo aquellos que se encuentran protegidos por Allâh, se mecen de la ilusión, tomando el aspecto externo de los sufís, hablando como ellos, imitando sus cantos espirituales, sus invocaciones rítmicas con movimiento corporal, imitando su manera de sentarse sobre la alfombra de la plegaria bajando la cabeza con un aire pensativo, exhalando profundos suspiros, hablando con dulce voz, y así una cosa tras otra. Se imaginan que se puede obtener la realización espiritual sin haber experimentado las dificultades de la vía, practicado los ejercicios espirituales y el control de sí, haberse purificado exterior e interiormente de los pecados aparentes u ocultos”

¡Y si tal era la situación en tiempos de Al Gazali y Ša’rani, qué decir de nuestra época![4] Las cosas son así, tal cual. La mayor parte de las gentes que se han vinculado a la vía no hacen sino relatarse unos a otros las historias de los sufís del pasado. Ellos dicen, por ejemplo, un Sidi Tal hacía esto o decía lo otro, y que los piadosos antiguos hacían tal o cual cosa. Las historias del pasado sobre la vía de los justos no sirven para otra cosa que como biblioteca de la historia, y no hay nada de extraño entonces que la decadencia del sufismo se deba a la aparición de falsos maestros, que con ellos las divisiones y el sectarismo vayan en aumento, que el objetivo mismo de la vía termine por ser incomprendido y que no quede de ello otra cosa que una reunión periódica, habiendo desaparecido el fruto de la vía y modificándose la naturaleza de ésta. ¿Qué puede haber entonces más dañino para el aspirante que este impostor que le hace perder su tiempo y derrochar años enteros de su vida? He aquí lo que les sucede a aquellos que dejan escapar la Gracia divina y se ocupan de lo que no les concierne, queriendo lograr la realización contentándose con palabras; si se hubieran ocupado de sus asuntos, Allâh les hubiera dado aquellas ciencias que ellos ignoran[5].

Que Allâh nos guía a los musulmanes y a nosotros, hacia un comportamiento más justo que nos servirá en los dos mundos, y que El preserve nuestras vidas material y espiritual de las dos categorías de personas mencionadas por el autor[6]:

“No hay fuerza ni poder sino en Allâh, el Altísimo, el Inmenso”.


[1] Alŷani, Kaš al Jafa.

[2] El Šayj Al ˤAlawi considera élite a aquellos quienes, como dice el hadiz qudsi, se acercan a Allâh a través de obras voluntarias, hasta que El les ama…

[3] Husnu-ẓ-Ẓan (buena opinión de los actos de otro). Este principio obliga a guardar silencio excepto en el caso en que los actos sean evidentes y muestren la naturaleza de las intenciones.

[4] 1920 – !Qué decir entonces de la nuestra ! – 100 veces peor.

[5] A quien actúa en función de lo que él sabe, Allâh le da en herencia ciencias que él ignoraba – hadiz

[6] Abu Madyan de Cantillana.