Sobre las citas (dalil) en los textos de Religión

En el Nombre de Allah, el Todo Misericordioso, el que manifiesta Su Misericordia – Y la plegaria y la paz sobre el Enviado, su familia y compañeros.

A-s-salamu alaykum

Hermanos/as:

Hoy quisiera tratar sobre un tema de completa actualidad; y es la manera en la que algunos tienen como costumbre de escribir sobre religión, queriendo hacer creer a propios y extraños que su método es el solo auténtico y que aquél quien no lo hace como ellos no es digno de atención ni de confianza. Para ello se rodean de un sistema de marketing a fin de hacer creer, como si de un artículo de consumo se tratara, que su costumbre no solamente es acertada, sino especial.

Hermanos/as, si todos somos así de especiales y de estrellas en ascenso ¿quién va a quedar entonces como un musulmán normal? Si tantas estrellas hay en el universo ¿quién va a poder divisar la luna y el sol?

Como dice el Libro de Allah, Allah ha decretado para nosotros lo fácil y no lo difícil. El término “fácil” no implica necesariamente que cada uno pueda seguir su libre albedrío y hacer lo primero que se le ocurra, a su manera y en plena disposición de su libertad en algunos casos y en otros de su libertinaje. Fácil en el texto coránico quiere decir, “asequible”; “sin agobios”.

Existe la falsa idea, la errónea creencia, de que cuando alguien escribe sobre religión y hace alusión al Corán, a la Sunna o a algunos escritos sobre temas religiosos es “obligatorio” documentar y justificar el texto con la fuente exacta de cada cita. En realidad, si esta idea navega en el ambiente general no es precisamente para evitar inexactitudes o errores, sino, antes bien, para arrojar la sospecha sobre todos aquellos que no piensan y actúan como lo dicta “la secta”. Y hablo de una secta mundialmente conocida por su costumbre de convertir lo desaconsejado en prohibido, lo aconsejable en obligatorio, lo neutro en obligatorio o prohibido según convenga. Una secta que tiene la costumbre de construir grandes mezquitas con paredes forradas de mármol, tan suntuosas como vacías de sabiduría y de temor de Allah en su interior.

Como divulgador de Islam, en lo que me corresponde, normalmente no suelo completar mis escritos con demasiadas citas, ya que eso ralentiza la lectura y por tanto la comprensión de los textos. Para paliar esta ausencia suelo disponer mis palabras de tal manera que lleven implícitas esas citas sin tener necesidad de recurrir a ellas directamente.

Quien experimenta necesidad compulsiva de acotar cada cita con número de hadiz, página, tomo, etc. (con dalil), normalmente puede ser por dos razones diferentes la una de la otra: primeramente puede pasar porque la porque la persona que así escribe no sepa gran cosa y quiera hacer pensar a terceros que él sabe, y para ello cita una aleya tras otra, un hadiz tras otro a fin de certificarse a sí mismo. Para ello, naturalmente numera cada cita con precisión contable, y no solamente eso sino que agrede a aquél a quien no lo hace como él; pues en su fuero interno se reconoce un ignorante que desea hacerse pasar por erudito.

Luego tenemos a otras personas más astutas que citan hadices numerados sin mencionar que cada edición de la misma colección de hadices trabaja con una numeración diferente; pues unas ediciones ordenan los hadices por capítulos y por temas, y otras lo hace por otros conceptos diferentes. Evidentemente el número que aparece en su cita es la de la edición que él mismo utiliza, que suele ser la de la secta que está interesada en que todo el mundo utilice su edición. Como ejemplo de esto podemos decir que las colecciones del Muslim editadas en Madina tienen menos hadices que las editadas en el Líbano, que es uno de los pocos países en cuyas ediciones no han sido fagocitados hadices, tal y como lo son por los depredadores del Din en Madina, por poner un ejemplo.

Solamente está justificada una numeración de hadices y textos en una circunstancia, a saber: en el momento en el que dos eruditos hablan entre sí sobre materia de hadices o texo de Fiqh, y entonces ahí se imponen referencias exactas a fin de intercambiar impresiones y/o conocimientos.

Por lo demás, incluso en este último caso, hemos podido constatar que en los escritos de sabios de reputado prestigio en ocasiones no se escribían las fuentes dado que la confianza en sus palabras, su reputación y su honestidad estaba fuera de duda en lo que se refiere a los lectores del pueblo musulmán, y de que, en el caso de los sabios, quien no conociera la autenticidad de dichas citas no podría ser tenido como tal.

Es decir, absurdo es escribir las citas con milimétrica precisión cuando se presenta un escrito ante los musulmanes, ya que uno no se debe sentir atado ni obligado a demostrar su honestidad y conocimiento.

El demostrismo, es decir, demostrar que uno no miente, es una bajeza a la cual, al menos el que aquí escribe no se va a someter; pues hemos de transmitir saber, y no miedo. Con sumo gusto, si alguien pregunta de buena fe, puedo desarrollar los temas, e incluso dar mayores detalles y precisiones; pero, en principio, al menos en lo que a mí respecta, que gracias a Allah sé de lo que hablo y conozco cuanto expongo, no veo razón alguna para relacionar  otra cosa en una cita, que la surat y la aleya si se trata del Corán y la colección de hadices si se trata de una cita de la Sunna; o al autor de la cita si se trata de un sabio musulmán de reputado prestigio.

La paranoia no es buena en nuestra religión; al igual que la astucia y la mentira tampoco lo son. Poco a poco hemos de salir de ese círculo vicioso de presuponer sabiduría a cualquier personaje que escriba con precisión contable el origen de las citas, ya que lo que demuestra su ignorancia no son las citas en sí, sino desarrollar un tema en detrimento, y a veces en clara oposición, del mensaje de las citas que presenta, de las cuales desconoce cómo extraer un significado acertado y profundo.

Hoy precisamente he leído un texto, pleno de citas precisas, en el cual el autor quería presentar la Sabiduría como la aplicación de la honestidad a las conclusiones lógico-racionales, cuando en verdad la Sabiduría con mayúscula es un Don de Allah, que El concede a quien Él quiere, y se encuentra directamente relacionada con la pureza del corazón.

Si como este son los sabios que tenemos, mal lo llevamos. La luz artificial no puede rivalizar con la luz del sol; pero para algunos es bastante; y cada uno entiende lo que Allah quiere sin duda alguna. Ahora bien, quien no sabe, o no sabe lo suficiente, nunca podrá reconocer que otro sabe más que él, pues eso sería renunciar humildemente a su ego, cosa de la que muy pocos son capaces.

Abdul Karim Mullor

Siervo de Allah el Altísimo