Sobre la recitación y la comprensión del Corán
Por Abdul Karim Mullor
Sobre la recitación y la comprensión del Corán.
En una de las recurrentes reuniones que tenemos en Tetuán, en las que tratamos sobre diversos temas del Din, salió a relucir la recomendación profética de recitar la Surat al Kahf durante los viernes. Asimismo, uno de nosotros recordó el Hadiz en el que se dice que las diez primeras aleyas de dicha surat podrían ser utilizadas como protección contra el Daŷŷal.
En ese momento la conversación derivó hacia el significado de ambos hadices. Los tomamos como impulso para desarrollar otra cuestión más extensa referente a la manera de tratar el Libro de Allâh.
Lanzamos la tesis de que cuando se recomienda recitar el Corán en los hadices, dicha advertencia atañe a tres aspectos fundamentales, a saber:
A- La salmodia y la audición
A – Primeramente, es necesario decir que en la recitación del Libro existe un gran beneficio. Dicho beneficio abarca a aquellos quienes lo salmodian, así como a los oyentes. Es innegable que el Libro de Allâh, en su lectura y audición, despierta los corazones y motiva a quienes participan de las sesiones en las que ha lugar.
B – La comprensión de lo recitado o escuchado
Por otro lado, y esto compete directamente a nuestra tesis, recitar sin comprender lo que se recita constituye un acto incompleto que carece de un mayor beneficio. Este podría ser cualitativamente superior a las simples salmodias y audición.
Es decir, cuando el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – nos anima a recitar cualquier surat o aleya, nos está pidiendo fundamentalmente que comprendamos los sentidos no explícitos del Libro. No se trata entonces de recitar la surat al Kahf, sino de comprender su significado; de ahondar en el mensaje Divino que se encuentra implícito a esas líneas que estamos salmodiando. Es así que recitar dicha surat todos los viernes significa comprender lo que Allâh nos está transmitiendo en ella.
Pongamos un ejemplo: se habla en ella de la confluencia de los dos mares como lugar de encuentro entre sayyidinâ Mûsâ y al Jadir. De ello hay que comprender que, aunque bien es cierto que dicho encuentro se produjo en un lugar físico donde dos mares confluyen si juntarse, también lo es sobretodo que los dos mares significan las dos ciencias: la de Mûsâ que es la Šari’a y la del Jadir que es el ˤIlmu-l-laduni, o lo que el Profeta llama ˤIlmu-l-Batin (Ciencia del Interior). Dos ciencias que confluyen necesariamente sin mezclarse.
Otro tanto ocurre para el episodio de los jóvenes de la Caverna; con los dueños de los dos jardines; con el episodio de Dul Qarnayn. Todos los acontecimientos referenciados en la surat pueden comprenderse de otra manera que la simplemente circunstancial de tratarse de un episodio histórico henchido de curiosidades. Contrariamente, muy lejos de ser es así, hay que entender que se trata de episodios los cuales guardan en su seno una enseñanza muy profunda.
C – El Corán es un libro vivo
Los musulmanes decimos: “el Corán es un Libro que contiene la Palabra increada de Allâh; se ha revelado en árabe y en él se encuentra la Revelación del Islâm”. Esto es cierto, no podría ser de otra manera.
También es verdad que pocos penetran en la realidad de que el Libro de Allâh es una escritura viva. Mejor dicho aún, pocos saben cómo actúa en función de esa vida que comporta al ser Palabra de Aquel a Quien ni el sueño ni el letargo le afectan.
Existen numerosos hadices en los que se trata sobre la santidad de las reuniones del Recuerdo. En estas, los creyentes se pueden reunir para invocar o para tratar sobre asuntos de la Ciencia; hecho este que asimismo es equivalente a una reunión de Recuerdo, siempre y cuando se haga por Allâh, y no por otras cuestiones mundanales. Aquellos que participan en ellas son perdonados por Allâh; mientras que los ángeles acuden allí prestos para proteger a los creyentes.
Cuando la vida es lilLâh y, en consecuencia, como acabamos de decir, las reuniones entre los creyentes son por la Verdad, la Ciencia y la glorificación del Único, del Magnífico, entonces todo cobra vida. El Corán cobra vida, se activa en nosotros de tal manera que según vamos hablando de él van sucediendo episodios imprevistos que nos afirman en la certeza de estar viviendo el Corán. En nuestro periplo, hemos tenido múltiples experiencias en este sentido, ya que, como dice el Hadiz qudsi:
Cuando Mi servidor viene andando hacia Mí, Yo Me precipito hacia él.
Y si Allâh se precipita hacia ti, hermano/a, ¿qué crees entonces que puede ocurrir? Quedarás impregnado de Su perfume y lo exhalarás mientras vivas. El, cuando entra en la mansión de tu corazón, se apropia de ella para no salir nunca jamás.