Sobre la exclusividad del Islam
Sobre la exclusividad del Islâm
Es cierto que algunos pretenden a toda costa acercar posiciones ideológicas entre lo que se ha dado en llamar el pensamiento moderno y posmoderno y el Islâm. Sinceramente se trata de tiempo perdido y de acciones sin substancia, ya que si algo define al Islâm, a su doctrina, metodología, filosofía, espiritualidad y visión global del mundo y del universo, es precisamente su exclusividad. De hecho el Islâm se trata de un sistema completo en el que cabe cualquiera de los ámbitos de la vida y del pensamiento humano.
No entendemos pues a aquellos musulmanes que manejan términos del pensamiento ajeno a su religión dentro de ella misma, queriendo a toda costa encuadrar conceptos foráneos en la doctrina del Islâm. No existen pues en Islâm cosas o conceptos como:
Modernismo islámico – Doctrina de género – Psicología islámica – Derechos humanos – Libertad de pensamiento – Libertad de expresión; etc.
Estas áreas expresadas de un pensamiento no musulmán se encuentran explícitas en el Islâm, no como conceptos separados, sino como existentes en armonía unos con otros en un pensamiento global, en una doctrina completa y sin fisuras.
Todo aquel que promulga estos principios que acabamos de expresar comete el craso error de intentar separar lo que es todo uno e indisoluble. Seguramente, algunos pretendéis ser “bien vistos” por vuestros paisanos y conciudadanos a fin de ganar algunas ventajas o ejercer el mercadeo, y otros hayáis crecido bajo la sombrilla de falsos conceptos y expectativas. Ahora bien, el honor de un musulmán nunca ha de rebajarse a la aceptación ajena, pues quien lo pierde es tachado por unos y por otros de ser un mercenario de las ideas arrimándose al sol que más calienta.
El Islâm, en un principio, no está ni a favor ni en contra de los principios expresados, sino que en él mismo conlleva un sistema único, un todo del cual pueden reflejarse diferentes aspectos de la vida de la misma manera que del mismo Sol pueden ser emitidos multitud de rayos diferentes.
Nos encontramos pues ante un todo que debe ser estudiado como tal, pues de nada serviría tomar en un recipiente el agua del mar a fin de defender la idea de que esa agua es un aspecto único y considerable en referencia al resto.
Querer encasillar una doctrina tan rica y profunda en áreas diferenciadas es como querer hacer pasar la trompa de un elefante por el paquidermo entero.
Si bien podemos comprender que, de parte de un no musulmán se piense por falta de información que el Islâm se encuentra estructurado de la misma manera que su sociedad, no podremos entenderlo nunca de un musulmán, ya que se trata de un hecho tan evidente que cualquier persona que se acerque o comience con la práctica del Islâm llega a comprender de manera casi instantánea.
Es pues entendible que los musulmanes que esto hacen se encuentran motivados por razones que no han de ver nada con el Islâm; ya sean de orden económico o político, o simplemente porque se encuentren buscando un lugar en el mundo de la fama y del negocio que resulta de ser un personaje público.
Una fórmula matemática, física o química nunca llegará a poder ser “islámica”; tampoco lo podrá ser el movimiento del universo, ya que él no depende del Islâm, sino que es tal cual es, sin más. Querer poner el nombre de islámico a todo es asimismo un error de lo más gracioso que podamos encontrar.
Volviendo de nuevo al punto de partida y al objeto de esta presentación, podemos decir que esa mentalidad de querer encuadrar el Islâm en el ideario de pensamiento moderno o posmoderno es propia de los Hermanos Musulmanes y de su ideario, que es masón. Asimismo, lo vemos en las falsas tariqas sufís de reciente creación (creadas asimismo por la Masonería), de tal manera que, tanto a los unos como a los otros podemos acusarles de ser mercenarios doctrinales en busca de prestigio y poder, y cómo no, de dinero.
Ahora bien, sabemos que esta unidad de doctrina en el Islâm constituye para un neófito un sistema muy diferente a aquel al que él mismo se encuentra acostumbrado. Es así que, en un principio, podría llegar a creer que este sistema islámico es un ente extraño e inaccesible, creado para no dejar penetrar en él a nada ni a nadie. Y esto no es así, ya que, desde el momento en el cual uno se zambulle en él se apercibe de que todo cuanto se encuentra en el universo está estrechamente relacionado entre sí. Es decir, se zambulle en un mundo de sabiduría integral, en un océano sin orillas en el que el navegante se encuentra siempre en seguridad; en el que los vientos son siempre favorables. De la misma manera, aquél que buscando cuanto se encuentra en el fondo, se sumerge en sus profundidades, encuentra mundos maravillosos y tesoros nunca imaginados.