Sobre el comienzo de los meses lunares

Abdul Karim Mullor

A-s-salamu ‘alaykum – La paz sobre vosotros

Desde mi terraza de Tetuán tengo el privilegio de ver la salida de la Luna por el poniente los primeros días de cada mes. Por experiencia personal, puedo distinguir el hilal del primer día, del del segundo y del del tercero. Y, aunque pocas veces, por esa neblina de levante puedo ver el del primer día, puedo distinguir el del segundo por las experiencias anteriores en los que pude comprobar el primero. Es así que, año tras año, he podido comprobar que los agentes del Ministerio marroquí del Habous nunca se han equivocado al determinar el comienzo y el fin del Ramadán, así como el comienzo del mes de Du-l-Ḥiŷŷa, el cual determina cuáles son los días de ˤArafa y el ˤAid.

Recuerdo que, al final de Ramadán de 1996, cuando yo vivía en una urbanización, en pleno campo, entre los municipios madrileños de Brunete y Villanueva de la cañada, un grupo de hermanos, que no confiábamos en absoluto en las directrices de la mezquita de la Calle Salvador de Madariaga en Madrid (mezquita de la M30), salimos a observar el creciente constatando al ojo limpio la aparición del Hilal. Tal y como indican los hadices de manera vinculante y definitiva, cuando un musulmán observa el creciente debe comunicarlo al resto.

Así hicimos por teléfono esa misma noche, recibiendo una incomprensible negativa para tomar a cargo nuestra visión. A la mañana siguiente nos presentamos a la mezquita para echarles en cara su conducta diciéndoles que está prohibido ayunar el día del ˤAid, y aquello casi deriva en una seria discusión, que nosotros no quisimos avivar por respeto al oratorio que allí se encontraba.

Esto es solamente un ejemplo, de lo que un año después de otro está sucediendo; es decir, que detrás de muchos centros, aparentemente religiosos, se encuentra una mano negra que intenta dividir y confundir a los musulmanes. Estas gentes de Arabia Saudita y Qatar, literalmente, les importa poco ver o no la Luna. Ellos, saltándose ilegalmente las prescripciones del Fiqh musulmán, que obligan a salir a ver el creciente al ojo limpio, calculan lo que les conviene y mienten a los musulmanes por propia conveniencia. Vulneran así las palabras del profeta – sobre él la plegaria y la paz – que dicen textualmente:

Somos una comunidad que no calcula

queriendo referirse con ello el profeta al Ramadán, y por extensión al ˤAid al Kabir.

Vergonzoso ha sido contemplar como los musulmanes de Marruecos, Ceuta y Melilla, un año tras otro, han comenzado los meses sagrados un día y a 14 kilómetros de distancia se ha comenzado otro, porque los musulmanes corruptos han alterado el calendario a su gusto y han hecho de esto una probeta para evaluar su poder de convicción sobre el resto de los musulmanes, que después de observar esta vergüenza no saben a qué atenerse.

Nuestra comunidad Abu Madiam propuso crear un comité de avistamiento lunar, y nadie nos contestó. Y no lo hicieron, porque a ellos no les interesa el Din, les interesa el poder y la manipulación.

Y así, año tras año, podemos observar con impotencia, pero sí, cubiertos de oprobio y de vergüenza, como unos cuantos sin escrúpulos juegan con la buena voluntad de los hermanos y de las hermanas que nada malo hicieron para recibir ese injusto castigo.