Siete cielos, siete tierras, siete…

Abdul Karim Mullor

Siete cielos, siete tierras, siete niveles de comprensión, siete…

Contamos siete días para completar un ciclo. Desde el Viernes, que es mejor día que las dos fiestas del ˤAid, hasta el próximo Viernes transcurren siete días hasta llegar a otro viernes que asimismo es mejor que las dos fiestas. Es así que cada semana se cierra un ciclo, y se abre otro.

Los ciclos de siete fueron asimismo protagonistas en la época de sayyidinâ Yussuf – sobre el la paz – en aquellos siete años de abundancia y en los otros siete de penurias que sufrió el pueblo copto de Egipto en su época.

Los siete cielos y las siete tierras, vuelven a poner en evidencia la naturaleza de ciclo cumplido que nos representa el número 7.

Eran asimismo 7 los peldaños que tenía el mimbar del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – en Madina. Siete multiplicado por mil es la cantidad de años que vivirá la Humanidad según un hadiz que encontramos en la Ŷamiˤa-ṣ-sagir del Imâm Suŷuti.

Siete años estuvo sayyidina Yussuf en prisión, aunque haya fuentes que dicen que le fueron añadidos otros siete.

Concluimos con todo esto que siete es una referencia en el mundo temporal, pero asimismo en la extensión espacial de la manifestación material de la existencia creada, y algo más…

El número de siete aparece de nuevo en los años, que según el hadiz, gobernará el Mahdi en la tierra. Siete serán asimismo el número de sus consejeros. Siete veces alrededor de la Ka’aba completan el Tawaf; siete veces se recorren Ṣafa’ y al Marwa. Allâh envió un viento contra el pueblo de Ad que duró siete días.

Siete son las aleyas de la Fâtiḥah, la cual, recitada siete veces nos sirve como cura y protección.

Todo esto implica que aquel quien busque un conocimiento real y efectivo debe conceder a estos hechos la importancia debida, ya que se prodigan ciertamente los suficientes indicios que nos permiten comprender que es necesario indagar en ello, sobre y ante todo cuando, como es el caso, el mismo indicio se repite una y otra vez de manera recurrente.

¿Podríamos establecer el Siete como patrón del tiempo y del espacio? Eso parece a primera vista, cuando comprendemos que la creación fue distribuida en siete días, y con ella fueron desplegados el tiempo y el espacio; de esto último los siete cielos y las siete tierras.

En toda evidencia estos son signos para aquellos que reflexionan. ¿Por qué siete y no otra cantidad? ¿Qué secreto esconde este número para ser tomado como base de tantas cosas?

Es en este punto que podemos comprender que los aportes de la Ciencia únicamente pueden llegar a donde tienen el límite los sentidos, la razón y la lógica. Es así que, aunque constatemos todo cuanto ha sido construido tomando como patrón el siete, debemos comprender que ello no es suficiente para desentrañar las verdaderas razones que hace que ello sea así, ya que el conocimiento del motivo real solamente lo tiene Aquel que modeló este patrón para edificar sobre él.

Una de las maneras de penetrar en conocimientos que superan la lógica y el razonamiento, es hacerlo a través de los indicios y pruebas, sin desplegar el esfuerzo principal en comprender los unos y las otras. En base a esto podemos comprender que una de las razones principales de este protagonismo del siete, sino es la principal, se encuentra en la constitución y el funcionamiento interno del ser humano. Es difícil comprender que Allâh haya creado el Conocimiento sin haberlo hecho para el Ser humano. Por este motivo, el número siete ha de encontrarse en la base de nuestra estructura humana primordial, ya que fue Muḥammad, tal y como encontramos en el hadiz de Ŷabir, la primera creación de Allâh, nacida de un puñado que Él tomó de Sí Mismo.

Ahora ya sabemos que el número siete se encuentra dentro de nosotros y que es ahí, y no fuera, dónde es necesario buscarlo. Solo queda entonces, indagar.

Siete son los niveles de comprensión del Corán. Esto, que encontramos en un hadiz, es una afirmación fidedigna de que el Conocimiento de la Realidad (Haqiqa) se encuentra estratificado en siete niveles o estaciones.

La Ka’aba, la Casa de Allâh tiene seis caras, y el siete es el Dueño de la Casa. Ahora bien, el corazón del verdadero creyente es mejor que la Ka’aba, es decir, es este verdadero creyente que es la verdadera Casa de Allâh. Nuestras seis dimensiones acogen un séptimo que representa la cima de la Realidad.

Es así que, si como el Profeta, escalamos los siete escalones de nuestro mimbar interior, el séptimo escalón nos asegura que es Allâh quien habla desde él. Pues dice el hadiz:

…Hasta que Yo le amo, y entonces Me convierto en la mano con la que toma, la lengua con la que habla, el pie con el que marcha y el ojo con el que mira

Si además sabemos por el Corán que Allâh ha creado todo en parejas, y por el hadiz que El es Impar y ama el número impar, entonces con todo esto tenemos claros indicios de quien es el séptimo.