Si el océano fuera tinta
Si el mar fuera tinta…
Di: Si el mar fuera la tinta para las palabras de mi Señor, se agotaría antes de que las palabras de mi Señor se acabaran, incluso si trajéramos otro tanto. (18-109)
Allâh sabe que los seres humanos leemos en libros; éstos son objetos que podemos tomar con las manos, en los que encontramos plasmadas millares de palabras. Y todos estos millares de signos comportan centenares de conceptos que pueden ser aprendidos o tenidos en cuenta. Pues bien, imaginemos todo un océano de libros escritos por El y tengamos en cuenta que, aunque hubiere otro océano igual de grande que todos los mares de la Tierra, no podrían contener ambos las Palabras de Allâh. Esta imagen nos puede acercar algo a la comprensión de que la Sabiduría que Allâh puede transmitir al Ser humano es prácticamente ilimitada. Siendo mucho más la Sabiduría que el Mismo pose,e por ser El quien es.
Si la Sabiduría de Allâh no tiene límites, la sabiduría que El puede transmitir al Ser humano es enorme. Esta enormidad procede de la Infinitud divina sin duda alguna; pero asimismo ella es un signo revelador de la grandísima capacidad humana de aprender directamente de Allâh una Ciencia tal que convierte en reyes a los esclavos y que eleva a algunos a las más altas cimas de la Ciencia mundanal y espiritual.
Todo, hermanos/as, depende del recipiente. Y el recipiente de la Ciencia que transmite las Palabras divinas no es el cerebro, es el corazón. Es así que con respecto a esto último hay tres clases de recipientes, a saber:
Aquel recipiente que se encuentra lleno de impurezas: aunque en él viertas agua pura, esta se mezclará con las impurezas, y el brebaje resultante será una mezcla totalmente insalubre, tanto para el propietario de dicho recipiente como para aquellos que le frecuenten. Este es el estado de las personas que se han dado a los placeres mundanales y también el de aquellos que utilizan la religión para sus fines materiales, poniendo lo sagrado al servicio de lo corrupto de la vida mundanal.
Aquel recipiente en el que se mezclan las impurezas y las virtudes: en este caso se pueden dar dos opciones contradictorias. En el primero de los casos, si las virtudes ganan a los vicios, si vertemos el agua pura de las Palabras divinas en el interior, puede ser que ellas actúen de tal manera que los vicios se vayan diluyendo y el brebaje resultante se vuelva sano y fiable. El segundo caso es el de aquellos en los cuales el vicio puede sobre la virtud; en ese caso, puede incluso que la Palabra divina inflame más aún su mal estado y lo deteriore; pues, como dice el hadiz:
Lo que más ama el chaytan es mezclar la mentira con la verdad.
En tercer lugar se encuentra aquel recipiente que se encuentra vacío y limpio, o el de aquel en el que ya se encuentra puro el brebaje de las aguas divinas que precedentemte han entrado en él, aguardando las nuevas que van a llegar. En ellos, no se vacía el recipiente del corazón sino es para recibir algo mejor a cambio. Esos recipientes son de luz y solamente puede entrar en ellos lo bueno y lo mejor. En ellos pueden entrar océanos de luces y de conocimientos divinos, tan claros y en tal cantida,d que desbordan todo cuanto tocan, que iluminan todo cuanto existe en el Universo, que hacen volar las almas hasta las más altas cimas del conocimiento, que todo cuanto tocan se convierte en oro, o diamantes o perlas preciosas u océanos de luz.
Esos corazones alumbran más que la luz del Sol, iluminan la tierra y reinan en un mundo libre de ataduras y de trabas. Son los corazones libres, porque han confiado en su Señor, Le han seguido, Le han amado, y se han sometido a Él, estableciendo el mejor de los pactos. Han renunciado a sus propias voluntades para dejarlo todo en Sus Manos, y de esta manera han obtenido una Victoria sin retorno. Han entrado en la Ciudad Santa postrados, tal y como se les pidió, y han encontrado el mundo maravilloso del Conocimiento.
Es así hermanos/as que debéis extrañaros cuando hay gentes que os dicen que el Islâm no es otra cosa que realizar lo obligatorio o evitar el Haram; y que además de esto todo pasa por presentarse en el Tarawih y ayunar los días blancos, por poner un ejemplo. Esto no es sino una parte del Islâm que os puede procurar beneficios limitados. Y aunque con esto podamos ir al Paraíso, tal y como nos ha sido prometido, no es menos cierto que con ello no podremos obtener Sabiduría ni acercarnos a Allâh hasta ser amados por El.
Los océanos del Conocimiento que se mencionan en esta aleya del Corán se encuentran mucho más allá, destinados solamente a aquellos quienes por su limpieza de corazón se han hecho acreedores de llegar a hasta él.
Limitar la Ciencia inmensa del Islâm a cuatro textos y publicaciones de bolsillo es uno de los mayores vicios que puede haber; pues limitar el Conocimiento es hacerlo con el Favor inmenso de Allâh.
No podemos encerrar el océano en un recipiente; no podemos encerrar la luz; no podemos solidificar el viento. Pero si podremos navegar y bañarnos en el mar de la Sabiduría, penetrar en la luz y dejar que ella nos penetre, y podemos acompañar al viento de región en región, siempre que nuestros corazones estén libres de ataduras y se encuentren limpios de toda impureza y de la violencia que el alma (nafs) ejerce sobre ellos.
Somos de Allâh, a El volveremos; siempre fuimos de Él y siempre a El volvemos; en toda circunstancia, en cada soplo, en cada pestañeo, somos de y volvemos a Él.