Seguir el ejemplo de los ansar

Seguir el ejemplo de los ansar

Cuando los emigrantes de Meca se dirigieron a Madina con únicamente lo que podían transportar sus monturas no sabían qué era lo que les esperaba allí. Ir de tu tierra natal, desposeído de tus pertenecías, a una tierra desconocida de la que no conocías las costumbres, salvo por aislados viajes en la caravana que por allí pasaba una vez al año en dirección de Siria.

Entonces encontraron que Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz – propuso que los ansar (auxiliadores) de Madina compartieran sus bienes con los nuevos hermanos que llegaban del Sur a instalarse en sus tierras por el Islâm.

Y así, de los emigrantes, unos recibieron casa, otros tierras, otros fueron alojados en las casas de los ansar hasta que pudieron tener medios para independizarse. Solamente ˤAlî – que Allâh ennoblezca su rostro – no pudo beneficiarse económicamente de este acto de hermanamiento, ya que él se hermanó con el propio Profeta que nada tenía. De esta manera, cuando pidió la mano de Fatima Zahra – que Allâh esté satisfecho de ella – hubo de vender su armadura a fin de poder pagar la dote del matrimonio.

Este hecho demuestra como es y ha sido siempre el Islâm de las gentes de la élite; y digo de la élite porque solamente los musulmanes que han afirmado sus pasos en el Camino de Allâh y han renunciado a ellos mismos son capaces de semejante proeza. Dar, sin tener obligación de hacerlo, de lo que se tiene y no de lo que a uno le sobra. Hoy, en los países musulmanes el rico abusa del pobre en toda impunidad.

Los musulmanes de aquellos tiempos dejaron todo por el Islâm. Los de estos tiempos, salvo excepciones contadas, han encontrado todo hecho en la religión gracias a que los de antaño lucharon, sufrieron, e incluso murieron para poder asentar las bases de una práctica sagrada que ha durado siglos; práctica esta que hoy está siendo violada por gentes que han traicionado al Islam en busca de intereses materiales; gentes que son exactamente lo contrario de lo que en aquella época fueron las gentes de Madina que lo compartieron todo.

Y edificaron una religión con cimientos sólidos, hasta que llegaron aquellos que nos traicionaron, aquellos que comenzaron a desvalijar los tesoros acumulados durante tantos años de sufrimiento y dedicación. De esos, el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – habla en un hadiz diciendo que saldrían del Islam con la misma facilidad que la flecha sale disparada del arco y de que si él hubiera estado en esta época les hubiera hecho perecer, tal y como lo hubiera hecho con las gentes de Ad si hubiera estado allí.

Esta pérdida de lo sagrado del Islâm, no solamente causa daño a todos los musulmanes, sino que mancilla la memoria de todos aquellos que lucharon por el Dîn; no solamente la memoria de los ansar que lo dieron todo, que compartieron la mitad de sus posesiones, sino la de todos los hombres y mujeres santos/as que lucharon por su religión. Y esto nos llena el rostro de oprobio cuando lo observamos, cuando vemos con la alegría y la naturalidad que las gentes destruyen lo sagrado seguidos de un séquito de ignorantes y desatendidos de la causa de Allâh.

Afortunadamente, aún quedan ansar sobre la tierra del Islâm, aún quedan musulmanes que lo reparten todo, aún quedan esas gentes que son la élite del Din. Hoy, ellos sufren por la maldad de muchos que les acosan, por el desprecio de aquellos faraones que, utilizando el Islam para sus fines, buscan no otra cosa que este bajo mundo y sus pertenencias. Hoy, es el tiempo de que los buenos sufran y los malos rían; hoy es el tiempo en el que poco falta para echar al fuego a Ibrâhîm, y para tratar de crucificar a Isâ – sobre ellos la paz -. Hoy, poco falta para perseguir a Muḥammad y a Abu Bakr, para asesinar a Umar, Uzman, ˤAli, Hassan y Hussayn. Hoy es una época negra para el saber, negra para los corazones puros y simples; para gentes de Allâh que se ven acosados por gentes perdidas, para almas simples y generosas que se ven violentar por codiciosos.

Es la época de los hermanos cananeos, es la época en la que se ha echado a Yussuf en el pozo y se le ha vendido por pocas monedas.

Hoy, los herejes e hipócritas triunfan, los salihin soportan con paciencia.

Este ejemplo de acogimiento en Madina se ha convertido en todo lo contrario. Los que dicen enseñar el Din lo hacen por dinero; en lugar de dar como dieron los ansar, exigen los bienes de este mundo. De esta manera, enseñando mentiras se ganan la vida, obviando trabajar con el sudor de su frente. Y cobran porque no tienen confianza en Allâh, cobran por voracidad, por codicia.

Que Allâh nos libre de los codiciosos, de aquellos que avergüenzan el rostro de los ansar con su avidez.

Que Allâh proteja a los nuevos musulmanes. Así como a nosotros y al resto de la Umma. Amin.