Salafismo – La doctrina del odio y de la ignorancia
En el Nombre de Allâh, el Todo Misericordioso, el que Manifiesta Su Misericordia; y la plegaria y la paz sobre Muhammad, así como su familia y compañeros.
Hablar de la secta salafi es hablar de una de las perores de las que se han arrogado representar al ‘Islâm. Los salafistas son portadores de una ideología violenta que no ha de ver nada con el ‘Islâm. Los salafis, o hijos de Albani, están hechos a imagen y semejanza de su formador; son gente orgullosa que no considera musulmanes sino a ellos y que trata por todos los medios de destruir los pilares del ‘Islâm bajo el peregrino pretexto de reformarlos; cosa que como veremos a continuación no es sino una excusa para ejercer su violencia tanto de palabra como de obra.
Hablando con un ˤalim (sabio) sobre ellos me corrigió cuando les llamé salafis diciendo:
“No son salafis son safaliyyun, es decir, lo peor.”
Cuando te cruces con uno de ellos nunca será el primero en saludar; porque ellos no consideran como musulmanes al resto, sino como a extraviados del camino.
Presumen de ser los seguidores de los musulmanes de las tres primeras generaciones, a quienes se vino a llamar salaf, cuando en verdad no son sino una secta pérfida cuya finalidad no es otra que sacar a los musulmanes del ‘Islâm.
Ya el consenso de ‘Ahlu-s-Sunna wa-l-Ŷamaˤa (Gentes de la Sunna y el Consenso) considera que es obligado seguir una de las cuatro escuelas, mientras ellos dicen, según su patrón Albani, que quien siga una de las cuatro escuelas y no les siga a ellos son unos extraviados. Son ellos los extraviados que intentan extraviar a otros y llevarles derechos hacia la Ira Divina.
Su técnica consiste en eliminar los hadices que les conviene, escoger y manipular aquellos que analizados separadamente pueden ser interpretados de manera aviesa; y una vez esto hecho decir que eso es la Sunna. Por otra parte; interpretan cualquier ayat del Qur’an de forma literal a conveniencia suya, convirtiendo su discurso sobre el Libro de Allâh en una especie de Catecismo Cristiano de la Inquisición del Siglo XVI. Ciertamente, los salafis han copiado de los cristianos radicales el sentimiento de culpa y la división de los pecados en estratos crecientes. Jamás les oirás hablar de la Misericordia y el Perdón divinos, pues lejos se encuentran de ambos y cerca del castigo del cual hablan día tras día prometiéndolo a los otros.
Por otra parte, los salafis, tal y como lo hacen los wahabitas, pero de manera más radical, declaran prohibido cuanto les conviene; declaran asimismo prohibido lo no recomendable o makruh, que aunque reprobable no alcanza la categoría de prohibición. Contradicen así las Palabras de Allâh que condenan a aquellos quienes declaren prohibido lo que Él no hizo. Asimismo, otra opción simétrica a la primera es declarar obligatorio lo que Allâh ha declarado como recomendable. Haciendo esto se limita el Din a una serie de normas jurídicas aplicables a toda situación, loables y obligatorias o condenables mediante castigo e ignominia.
Para ellos la relación con Allâh se basa en la pura contabilidad, donde se establece una Cuenta de Resultados para saber si estamos en pérdidas o en ganancias. Conceptos como obras meritorias y condenables son su sola valoración con respecto al bagaje humano. No conocen el desapego, la falta de egoísmo y el regocijo de obrar el bien por amor a Allâh.
Desde hacer una foto, hasta vestirse con unos pantalones, pasando por perfumarse y recortarse las cejas; todo está prohibido para estos portentos de la naturaleza que se visten con trajes semejantes al babi de los tenderos de la propios de los años 60, cuando no con pantalones de pesca, luciendo unas barbas, que recortadas como ellos lo hacen, inspiran más a un caprino hispánico macho subido en la roca vigilando la manada que a una persona de buenas costumbres y digna presencia.
Si uno va a honrar al muerto, según ellos, va a adorarle; si uno pide ayuda está incurriendo en širk (asociacionismo) porque hay que pedir solamente a Allâh; siempre salvo cuando ellos lo hacen. ¿Acaso no es Allâh quien ha puesto el auxilio en manos de los hombres vivos y la intercesión en los corazones de los virtuosos y cercanos a Allâh vivos o ya fallecidos? ¿Cómo no, si multitud de hadices lo confirman? Hadices que por otra parte han sido declarados inventados por los salafis para que les cuadren sus particulares cuentas, tacañas y ennegrecidas por el odio; esas cuentas de su particular rosario trinitario, pues ellos comparten asimismo la trinidad de Ibn Taimiyya y la de Muḥammad Ibn ˤAbdil Wahhab. Una trinidad equivalente a la cristiana, como ya hemos explicado en alguna situación. Han dividido el Tawhid en tres, haciendo un tres en uno propio de las ofertas de un supermercado.
Los salafis no solamente intentan dominar a los vivos, sino a los muertos y condicionar a Allâh para que El dé Sus Favores a quienes ellos decidan, como ellos lo decidan. Allah ha de estar sentado en el Trono y que de ahí no se le ocurra moverse que ya están ellos para controlar. A la imagen de los wahabís les han “quitado la vida a los muertos” cuando en realidad, en unas palabras de sayyidina ˤAlî – que Allâh ennoblezca su rostro – y que asimismo son un hadiz, se dice:
“Los hombres están dormidos y cuando mueren despiertan”.
Imaginamos que es el dormido, y no el vivo, quien encontrará más dificultades en percibir la realidad; pero la ignorancia es grande.
Tenemos, pues, a una secta que se moviliza con cuatro hadices, que según ellos explican el Qur’an y constituyen la Sunna. No encontraréis salafi alguno que declare lícitos más de 1.000 hadices mientras los musulmanes llegamos al menos a 40.000 (Ver Kanz al Ummal) o a 60000 como en la Jami’a-s-sagir del Imam Suyuti.
LO VIOLENTO DE SU IDEOLOGIA
Lo peor de todo es que estos singulares personajes consideran asociacionista a aquellos quienes, por poner un ejemplo, se dirigen a las tumbas de los santos o puros para rezar a Allâh por ellos y pedir su intercesión ante Allâh.
La bestialidad que llegan a decir es que esas personas van a adorar y a pedir al muerto. ¡Esto es un insulto deleznable, deplorable, totalmente insano y malvado!, el cual deja inexorablemente a quien lo emite fuera del ‘Islâm.
El Imam Shafi’i iba a diario a la tumba de Abu Hanifa (su maestro), y en ella hacía dua sabiendo que por amor al fallecido y en deferencia a él, Allah concedía las súplicas. Dice Shafi’i que muchas veces antes de llegar a su casa procedente de la tumba Allah le había concedido el objeto de su súplica
Se trata entonces de una calumnia y no solamente eso, sino de un rebuzno indecente, pues como dice el Corán la peor de las voces es la del asno; y eso es quien declara al musulmán que pida la intercesión de un salih fallecido como Kafir o increyente.
Escribimos en su día una serie de artículos sobre la intercesión, en los cuales citábamos los hadices sobre la intercesión de los fallecidos en favor de los vivos.
Por otra parte, considerar a un musulmán como Kafir y decirlo, automáticamente expulsa del Islâm al calumniador.
Pero ahí no queda la cosa, ya que, como dice uno de los 40 hadices, la sangre del apóstata, así como sus bienes, se vuelven lícitos, ello habilita a los salafis a matar a cualquiera a quienes ellos no consideren musulmán. ¿Y quién dice, que llegada la oportunidad, esa amenaza no se vuelva una realidad como ya ha ocurrido en Siria y Libia? ¿Quién dice que si ellos pueden no lo irían a realizar, habida cuenta de que para ellos dar muerte al apóstata es un acto obligado por la Ley? Si no lo hacen es porque no pueden, así de simple.
En todo caso, siempre será mejor cambiar de acera cuando uno se cruza con ellos, y no emprender conversación alguna con estos fanatizados ignorantes.
Y si esa es la Ley para ellos para con los musulmanes, ¿cuál sería entonces para los no musulmanes? ¿Borrarlos de la faz de la tierra? Eso, a la vista de su amable y divertida ideología, es lo que parece más coherente que debemos pensar de ellos.
Su odio por el Sufismo, que siendo como debe ser es el camino de la purificación, es un reflejo fidedigno del que Iblis experimentó por Adam – sobre él la paz -, pues ese odio procede, no solamente del orgullo sino de la negritud de corazón de quien destesta la pureza y la combate.
LOS CONTACTOS INVISIBLES
Entre los salafis y todas las sectas que hemos denunciado existen contactos reales y doctrinales. Ellos vienen canalizados mediante los Hermanos Musulmanes.
Curiosamente se instalan por regiones; los salafis se encuentran muy extendidos en Cataluña, ya que el pensamiento de la juventud catalana tiende a ser más radical que la del resto del país. En Valencia y Madrid se encuentran los Hermanos Musulmanes conviviendo con los Wahabitas de la M30 y la mezquita de Fuenlabrada y de Getafe. Se reparten las comarcas y actúan acompasadamente cumpliendo con un plan específico coordinado por los HHMM, como lo demuestran ciertas fuentes de financiación que tuvimos la oportunidad de descubrir en Bélgica.
Todo esto nos hace pensar en que se trata de sectas interconectadas, como una gran empresa multinacional, la cual estableciendo un sistema de marketing precedente, se instala y manufactura sus productos dependiendo de las características demográficas y humanas de la región. Ninguna diferencia con una sociedad de este tipo, ni en la manera de actuar ni en las intenciones que son: conseguir el máximo beneficio realizando la mínima inversión.
Ese grupo de gentes, ataviados de forma tan cómica que parecen dibujos animados los cuales hubieran cobrado vida saliendo de los comics, se permiten insultar a todos a diestro a siniestro. Barbas de chivo, sacos de orgullo, de proceder violento y con una dosis de insolencia tal, que cuanto más los alejes de ti, más tranquila y sana será tu vida.
Estos nuevos fanfarrones religiosos del siglo XXI, han venido a suplir a aquellos gamberros violentos de los 80. El problema es que si sólo se parara ahí la cosa podría tener solución; pero, como ya hemos dicho, ellos se quieren hacer pasar por justicieros, y en el caso en el cual nadie les ponga freno pueden acabar con cualquiera y con cualquier cosa que se les venga en mente.
Que Allâh nos perdone, nos guíe, nos conduzca de las tinieblas a la luz y nos otorgue el Firdaws.
Abdul Karim Mullor