Reflexiones – la pandemia y nuestra manera de entender la Religión

Gloria a Aquel que nunca muere. El que siempre está presente. El que perdona a Sus servidores aunque sus faltas fueran numerosas.

Hermanos/ as

Aid Mubarak, paz y felicidad en estos tres días benditos.

Estamos experimentando Su Poder, Su absoluta Sabiduría, Su absoluta capacidad para hacer del mundo lo que Él quiere, como Él lo quiere. Estamos en seguridad porque confiamos en El, tal y como un recién nacido confía en el cuidado de su madre.

Hermanos/as, cada uno, según nuestras capacidades, debemos considerar el mensaje que Allah nos ha querido dar con estos acontecimientos que estamos viviendo. No basta con decir que estas cosas ocurren cada 100 años porque lo dice la Ciencia. Estos acontecimientos son una prueba de Allah, y con ellos nos está enviado un Mensaje que seguramente aquellos que reflexionan ya han comprendido. Pero muchos se debaten, se rebelan ante una situación que no comprenden.

Nunca hasta hoy el mundo estuvo confinado, las gentes en sus propias casas. Incluso esas cosas recomendadas en nuestra religión no las podemos ejecutar. Quizás no comprendimos la religión como realmente es y pensamos que ella se traduce en acudir a las mezquitas y celebrar los Aid. Y estábamos tan fuertemente atados y hechizados por este sentimiento que Allah, el Sabio, nos lo ha hecho rodar por tierra, seguramente para que comprendamos nuestra religión como realmente es. Ahora bien, ¿hemos aprendido?, es más, ¿estamos dispuestos a replantearnos nuestra propia situación?

Sí hermanos, hay gente que construye mezquitas y hace de su religión un negocio; muchas mezquitas se han convertido en centros de fitna y de fasad (de sedición y corrupción), donde se enseña lo que a Allah disgusta; y Allah nos está mostrando que puede terminar con eso de un solo golpe. Otros hacen un negocio del Aid, un negocio de venta de ovinos, ni más ni menos. Otros hacen un negocio del Peregrinaje a la Meca, y Allah ha mostrado que puede acabar con sus asuntos en dos días. Ellos traman, pero Allah es el mejor de los que traman (Makru-l-Lah).

¿Estamos aprendiendo la lección? ¿Estamos comprendiendo que el Din no es ir a rezar a las mezquitas? ¿Son nuestras casas lugares de adoración o simplemente un techo donde vivir y pernoctar?

¿Hemos considerado bien la relación con nuestro Señor pensando que Él se encuentra en las mezquitas, en la Kaaba y encima de un Trono? ¿O hemos sido inteligentes y verídicos viendo a Allah en todo, Presente en toda situación y circunstancia?

No veamos esas mascarillas que todos llevamos como una protección contra un virus específico. No, la mascarilla, si somos inteligentes sabremos que es una protección contra los males de este mundo, de una Dunya que importa a Allah menos que el ala de un mosquito. Una protección contra la contaminación de una vida materialista y olvidadiza de Allah.

Las estructuras se derrumban; nuestra idea de la religión se derrumba, y nosotros ¿estamos contemplando esto como si nada estuviera pasando? ¿Intentaremos seguir nuestras ideas fijas, cuando el mensaje de Allah nos está llegando con una inusitada contundencia?

Nuestra vida, nuestra salud, nuestra muerte, no están en manos de los médicos, ni de la Ciencia, sino en manos de Allah.

Nuestra religión no se encuentra en manos de cuatro ignorantes, sino de Allah. Algunos han dejado lo más precioso, la religión, en manos de mercenarios, de centros desde donde se enseña el mal. Allah nos lo está mostrando, y algunos, ciegos, sordos y mudos, no han cambiado de actitud. Si a esto no reaccionamos ¿qué nos podría entonces hacer reaccionar? ¿Estamos esperando un ángel que venga a decírnoslo tal y como el Quraysh argumentó a Muhammad – sobre él la plegaria y la paz?

¿No tenemos suficiente fuerza para tomar nuestra religión en nuestras manos? Allah nos ha dado esa fortaleza ¿por qué no hacemos uso de ella?

Aprovechemos pues el tiempo que nos queda para reabrir en nuestro interior el debate con nosotros mismos, y siendo sinceros preguntándonos que quiere Allah de nosotros dar la respuesta adecuada.

Muchos, egoístas, dejan a sus hermanos en la más innoble condición, mendigando en las calles, sin poder atender a las necesidades de sus propias familia; y mientras, esos mismos, viven en lujosas mansiones des las que hablan de la extraordinaria ventaja de ser caritativos, sin realizar que ellos deben ser los primeros. Tienen a su disposición un río de oro mientras las gentes mendigan por las calles.

Algo deberemos cambiar, algo deberemos modificar en nuestras costumbres y en nuestra religión, porque así no podemos seguir.

Que Allah nos perdone a todos y nos ilumine para seguir Su Camino a Su modo y no al nuestro, para Su satisfacción y nuestro provecho propio.

Allahu Akbar, Allahu Akbar, Allahu Akbar wa li-l-Lahi-l-Hamd