¿Qué ocurre con los musulmanes que no nos dejan morirnos en paz? – Cementerios islámicos
Esta noticia habla por ella misma. Podemos razonar como queramos, pero para cosas tan críticas y rápidas como son los entierros, hay que dar respuestas rápidas y estar a la altura. Y eso no es responsabilidad ni del fallecido ni de su familia, sino de las autoridades; si se es autoridad y no se es capaz de gestionar asuntos como este de manera rápida y segura, entonces es mejor que se abandone un puesto que viene grande.
De pequeño hube de vivir en Getafe, justo enfrente del cementerio municipal, situado en el barrio de la Alhóndiga. Desde nuestras ventanas del segundo piso se podía observar la calle-carretera que venía de Leganés y al otro lado de esa calle, el cementerio. Todavía recuerdo, como de niño, el cobrador del Ocaso venía con el recibo mensual a cobrar en mano, y como, si los que abríamos la puerta era yo o cualquiera de mis tres hermanos, decíamos a nuestra madre con esa guasa propia de los niños: «Mamá, es el señor de los muertos».
En verano, en esos días de calor de Julio y Agosto, el olor llegaba hasta nuestra ventana. Luego, de mayor, yendo a visitar el cementerio de Tetuán en Marruecos, me llamó la atención la ausencia de ese mal olor que siempre proviene de los cementerios españoles. Seguramente, ese sudario en el que son envueltos los musulmanes cuando fallecen y son enterrados tenga algo que ver. Sudario este que, por otra parte, no solamente es propio de los musulmanes, sino de los judíos, tal y como podemos constatar leyendo los Evangelios, y seguramente de los cristianos en los primeros siglos del Cristianismo. Y es que Dios nunca se equivoca.
Un país, España, con sólo 100 habitantes por Kilómetro cuadrado, no puede argumentar de manera alguna que está falto de terreno; decir eso es una broma de mal gusto, creedme. Desde mis 30 hasta mis 40 años viví al lado de un enorme encinar propiedad de la Duquesa de Alba; un lugar de unos 10 kilómetros cuadrados, totalmente abandonado, donde solamente había encinas y campo, en el término municipal de Villanueva de la Cañada en Madrid. Ese encinar contenía las ruinas de un pequeño castillo desde el cual se podía observar la central de seguimiento espacial, anexa al terreno en cuestión.
Por no hablar de esas enormes dehesas de kilómetros y kilómetros donde campean los morlacos destinados a ser las protagonistas en esos cosos donde se practica «el arte de Cúchares».
Sí, parece mentira que en nuestro país un toro pueda campear por esos amplios prados y un fallecido tenga que ser dispuesto en un pisito pagable a cómodos plazos llamado nicho, al lado de los cuales puede percibirse un aroma especial.
¿Y por qué no hablamos de los cotos de caza, algunos públicos y otros privados, donde los señoritingos, en estos últimos, se prodigan cazando por placer, sin necesidad alguna de alimentarse con esas piezas cobradas para alardear?
Es un deshonor que el único cementerio musulmán que hay en toda la provincia de Madrid date de más de 80 años. Un terreno cedido por el bando nacional a las tropas musulmanas que participaron en la Guerra Civil para enterrar a sus muertos. Y desde entonces, nada, absolutamente nada, ha sido cedido a los musulmanes para su entierro en la provincia de Madrid. Es de esas cosas increíbles que han de inscribirse en los anales de la historia, sí, pero de la historia negra de las cosas desagradables que nos ha tocado vivir.
Tuve que ver. y mucho, con la apertura de ese cementerio, hace ahora 24 años. El hijo de un amigo falleció y allí fuimos a enterrarle. Pero el cementerio estaba cerrado y pudimos acceder a él dando una substanciosa propina al guardés de aquel solar que nunca desde el 1939 llegó a utilizarse hasta ese momento. Los marroquíes que fallecían en España eran repatriado,s pues casi todos tenían un seguro para ello en caso de necesitarlo. Ahora bien, en 1996 se realizó de que los musulmanes convertidos al Islam también morían y no tenían donde enterrarse. Un grupo de 5 hubimos de contactar al entonces presidente de la UCIDE y de la CIE, sr. Tatary, a fin de reabrir ese cementerio de forma oficial; recibimos una respuesta inaceptable a todas luces, ya que no se quiso implicar diciendo que él no tenía relaciones con el Cónsul de Marruecos y que él no tenía porque realizar esa labor. La misma respuesta recibimos de la mezquita de la M30. Finalmente fuimos a ver al sr. consul de Marruecos, y como aquel solar era en principio propiedad del consulado marroquí, escotamos cada uno 5.000 de las antiguas pesetas (incluido el cónsul) para satisfacer el importe de una factura de agua del Ayuntamiento, y el cementerio se abrió.
Ahora, en Zaragoza, las autoridades locales dicen que no hay sitio para enterrar a los fallecidos musulmanes en el lugar en caso en que no estén empadronados. Curioso, en un país, que como he dicho tiene una densidad de población de solamente 100 habitantes por kilómetro cuadrado. Pero no es solamente eso, sino que en todo el país la ausencia de lugares para el enterramiento de los musulmanes, que somos un 5 por ciento de la población del país, moleste o no, es tan alarmante que provoca indignación y perplejidad. Al contrario, los musulmanes en Bélgica (350h/km2) y Francia son enterrados, desde hace decenios, siguiendo los preceptos de la Ley Musulmana, que como hemos demostrado es la misma que para los judíos y lo fue para los primeros cristianos.
Si bien, yo en mi juventud, en mis primeros años de musulmán, hube de sentir esa islamofobia latente propia de España, no pudiendo ascender más en mi trabajo en los primeros años por la «gran culpa» de haberme convertido al Islam, también es verdad que cuando me fui de España para trabajar en Bélgica fui despedido con honores por mis compañeros de trabajo, allá por 1997. Pero, reflexionando sobre este asunto que estamos tratando, siento, percibo, como español de origen, que esa islamofobia sigue latente en diversos estamentos. No se trata ya de una imagen del Islam propiciada por una hipotética mala educación de la que muchos musulmanes hacen gala, ya que maleducados en España los hay a millares, sino por un rechazo visceral, infundado, procedente de la ignorancia más profunda hacia el Islam como tal.
La ley dice que la cesión de terrenos municipales para un cementerio musulmán debe ser negociada por las autoridades locales y las comunidades islámicas locales. En ninguna parte se dice que ello debe ser negociado necesariamente por la Comisión Islámica de España. Eso, los alcaldes están obligados a saberlo; no tienen derecho alguno a ignorar la ley, ni a escudarse detrás de dicha ignorancia para lavarse las manos; es más, pienso que su obligación moral es ocuparse de este asunto sin que nadie llegara a pedírselo. Si se es alcaide se es de cristianos, de judíos, de musulmanes, budistas, etc.; se es alcaide de todos y hacia todos se tienen las mismas obligaciones. Sin embargo, nos han llegado noticias de que la misma CIE evitó que se entregaran terrenos del cementerio de Carabanchel para los enterramientos islámicos, y de que en Getafe hicieron otro tanto. Son informaciones que nos han llegado, que no hemos vivido de primera mano, pero que si conviene decirlas para que se sepa dónde estamos, a fin de que podáis contrastar si esas informaciones son veraces o no y pedir responsabilidades en consecuencia. Lo mismo está ocurriendo en el Campo de Gibraltar donde parece ser que, presuntamente, la UCIDAN, contraviniendo la ley, está tratando de impedir que una plataforma de comunidades islámicas locales tramiten la apertura de un cementerio musulmán.
Tranquilos, no se trata de una acusación, sino de la manifestación de noticias que nos llegan de una u otra parte.
Lo que si es cierto es que la CIE no ha hecho absolutamente nada para conseguir terrenos para enterramientos musulmanes. No pueden demostrar otra cosa. Es por eso que, por favor, deben ser consecuentes; sus miembros deben dimitir en pleno; esto está ya alcanzando niveles de inaceptabilidad que van más allá de lo humanamente concebible. Si no son competentes que se levanten de sus sillas y dejen a gente con ganas de trabajar por el Islam español. Se lo pedimos con toda la cordialidad que nos es posible, desde la plataforma de un digno enfado con sus gestiones o con la falta de ellas. Dejen ustedes trabajar a gente con ganas, por favor, con horizonte, con proyectos; háganse a un lado con honorabilidad.