¿Qué es ser sufi ?

Abdul Karim Mullor

¿Qué es ser sufi ?

El sucedáneo – tan apartado del original

Para los snob ser sufí está de moda. En el Sufismo se habla del amor, de la tolerancia, de la “belle vie” y de ser realmente especial y comprometido con el Cosmos. Para ellos, Sufismo es como una especie de denominación de origen donde cabe de todo. Un cajón de sastre en el que se pueden guardar desde gorritos verdes puntiagudos, grandes y llamativos rosarios, y ese “amor a la Humanidad” que tanto propugnan algunos, y que tan poco practican cuando han de comprometer su bolsillo con dádivas, y no su lengua.

Claro que, otros más atados al ir y venir de billetes y monedas intentarán montar institutos u otros centros con palabras rimbombantes. Vestidos a la ocasión como duendecillos de los cuentos de hadas que tanto abundan en esa galaxia tan privilegiada, darán sus pregones preñados de sabiduría libresca y, a veces de esa prosapia andalusí, que tanto vende.

Desde esas plataformas, tan al estilo de esa Disneylandia donde los sueños se hacen realidad, se darán cursos de los que irrefrenablemente se sustraerán pingues beneficios. Eso sí, espirituales ellos, destinados a la tan fastidiosa necesidad de comer, vestir y pagar préstamo o alquiler. Y cómo no, a actualizar el armario con prendas súficas, tan poco comunes. Estas, irresistiblemente, llamarán la atención de todo transeúnte, tal y como lo hacía aquella cabra que, al sonido de la trompeta se subía por esa escalera tan empinada.

Y ¿cómo no? Autentificarse toca. Y para eso está Rumi que hablaba mucho del amor. Y hablar del amor, hoy por hoy, otorga dividendos.

Vamos que, resumiendo, algunos han explorado un nicho de negocio. Un bussines que, al margen de las transacciones bursátiles, de un trabajo remunerado en el que haya que sudar fastidiosamente por aquella frente, da para vivir del cuento sin dar palo al aire.

Un día, un verdadero sufí, ilustraba la actitud de estos maravillosos trotamundos y cuenta relatos. Decía este sabio que, algunos auto proclamados sufís en lugar de ser fuqara’ (pobres de espíritu) eran fuk ‘ara (dame ya), es decir, vividores del cuento. De ese cuento que tanto ha dado para vivir en un país de charanga y pandereta, tal y como don Antonio retrató nuestra España.

Siempre digo que estos sufís de graciosas prendas tienen suerte de que Don Ramón María del Valle Inclán no viviera en esta época. Puses bien retratados irían en esas imágenes de espejos cóncavos y convexos que él llamaba “esperpentos”.

¿Cómo vemos los verdaderos sufís a estos snobs y buscavidas?

Lo acabo de decir, de manera sucinta en los anteriores párrafos. Ante nuestros ojos desfila un espantoso ridículo. Nuestros ojos y oídos contemplan una versión comic de algo que, pretendiendo hacerse pasar por original, es tan extremadamente infantil que no hay epítetos que lo definan. Decir más es repetirse. Y repetirse es farragoso, cuando sobre lo que se centra el discurso es sobre lo feo y el despropósito.

Entonces, díganos ¿qué es el verdadero Sufismo?

Me dirán: ya que usted acaba de decirnos que todas estas manifestaciones no han de ver nada con el Sufismo, pues díganos ¿qué es eso a lo que usted tanto alude? Con mucha paciencia respondería siempre y cuando la pregunta no tuviera tintes de crítica. Y en caso de que la tuviera, respondería jocosamente, cosa que no voy a hacer aquí. Vamos, que voy a hablar en serio. Vayamos a ello. Bismi-l-Lâh.

El Sufismo es el Islam completo: Islam+Imân+Iḥsân.

Solamente el Sufismo es la Ciencia islámica que aglutina estos tres niveles a la vez. Si un musulmán practica el Islam de esa triada que acabamos de nombrar, podremos decir que obedece a Allâh. El tendrá el Paraíso como recompensa una vez rinda el alma.

Si ese musulmán por ventura adornara esa obediencia a Allâh con virtudes como la generosidad, la bondad,  la ayuda a los necesitados, podemos decir que se trata de un buen creyente (más que un musulmán) y que es un hombre de bien y de paz. Entonces, al final de su vida Allâh le premiará con un Paraíso superior a aquel en el que le hubiera instalado si solamente hubiera sido obediente.

Si además aprende la Ciencia del corazón que purifica el alma, y se pone al principio del camino en manos de un maestro verdadero. Si aprende el conocimiento, estudia y aprende los significados ocultos y elevados del Corán y de la Sunna. Además de esto ama a Allâh – exaltado sea, al Profeta – sobre él la plegaria y la paz – y abre la visión de su corazón a las realidades que persisten detrás de la materia y el Cosmos, entonces Allâh le contará entre aquellos que hacen, ven, oyen y hablan con el Permiso de Allâh y con la Verdad que emana de El Mismo.

Estos serán aquellos purificados que tocan el Libro oculto, los aproximados, las gentes del Recuerdo, los que invocan a Allâh mañana y tarde, de pie, sentados o sobre sus costados. Serán de aquellos a los que Allâh ha dado el califato verdadero, aunque fueran obreros de la más baja condición. Ellos entonces son reyes sin necesidad de corona ni de país.

Ellos son los moradores del Firdaws y del Iliyyin. Estarán en el Estanque del Profeta, junto a él, los otros profetas, los buenos sahaba y los salihin.

Y ellos son los sufís. Son ellos los que practican el Sufismo, que es prescindir de la voluntad propia, purificando el alma y ofreciéndoselo todo a Allâh.

Y Allâh ha comprado sus personas y bienes. Después de esta adquisición ellos ya no se pertenecen a ellos mismos. Son los verdaderos siervos del Misericordioso, que recorren el mundo sin jactancia y sin decir “aquí estoy”.

¿Cómo iban ellos a decir “aquí estoy” si se tienen por nada, ya que sus almas han sido adquiridas y comprometidas con un Señor que es la Realidad Absoluta que engloba los cielos y la tierra?

¿Quieres ser sufí? Aprende primero qué es el Sufismo.