¿Qué es la Felicidad?

A-s-salamu ˤalaykum – La paz sobre vosotros

Dice el Libro de Allâh – exaltado sea:

Qarún era uno de la gente de Musa que abusó contra ellos. Le habíamos dado tesoros cuyas llaves habrían hecho tambalearse a un grupo de hombres fuertes; entonces le dijo su gente: No te regocijes pues realmente Allah no ama a los que están contentos. (28-76)

Esta aleya, que hemos extraído de la traducción de Abdel Ghani Melara, no está bien traducida en su párrafo final. Allah no ama a los que están contentos. Y no lo está por dos razones fundamentales. Primeramente, porque en árabe se transcribe de la siguiente manera:

Allâh lâ yuḥibbu-l-fariḥîn – Literalmente: “Allah no ama a los que están contentos”.

ˤAbdel Ghani ha cambiado la traducción de al-fariḥîn, que es “los contentos” por “los que se vanaglorian”.

Esta traducción vulnera el sentido literal del Corán y lo que se quiere decir en él, pues creemos que el traductor ha interpretado en lugar de traducir; llevando el sentido de su interpretación demasiado lejos, hasta el punto de cambiar la traducción. Él ha intentado, y ese es su error, interpretar el párrafo como si las últimas palabras se refirieran al texto anterior, según el cual Qarún se vanagloriaba de sus riquezas ante el pueblo de Israel. Pero él no ha comprendido que el Libro de Allâh no es una novela o un ensayo filosófico, olvidando que Allâh rompe con el discurso, una y otra vez, en Su peculiar y única forma de expresión, poniendo en labios de la gente sabia de su pueblo Su propia recomendación. La última frase del párrafo es pues independiente semánticamente del resto, aunque guarde una relación de base. Es como si Allâh dijera: “mirad lo que le pasó a Qarún por regocijarse con los bienes de este mundo; no seáis pues ávidos de ellos, pues Allâh no ama a los que se reposan en el amor de sus posesiones y de sus vidas mundanales”. De ahí que Allâh haya utilizado el término “contentos”, que nosotros comprendemos como una recomendación, no solamente a aquellos que obren y sean como Qarún, sino a todos nosotros para que no nos sintamos reconfortados en exceso con los placeres y bienes mundanales.

Este discurso que precede viene a abrir un debate sincero sobre la naturaleza de “La felicidad”. Seguramente “ser feliz” significa algo diferente según a quien se le consulte y pregunte. Hay personas de carácter materialista que se encuentran felices con sus vidas apegadas a los medios materiales, o que, al menos, fingen estarlo, para no pasar por desgraciados ante los demás. Lo que es cierto es que un gran grado de satisfacción con la riqueza convierte al Ser humano en próximo al género animal; puesto que es precisamente la naturaleza de los componentes del Reino animal buscar instintivamente la satisfacción de sus necesidades perentorias.

Es así que, en un hadiz, podemos observar como las dificultades y las pruebas se encuentran ligadas a la categoría más elevada de los seres humanos; a la élite de la Humanidad

Entre los hombres, los profetas son los primeros en experimentar la desdicha, vendrán después aquellos quienes se les asemejan, y ello gradualmente. El hombre será probado en la medida de la firmeza de su fe; si su fe es firme, la desdicha lo será igualmente, pero si su fe es débil, la desdicha lo será también. La desdicha no cesa de afligir al hombre, hasta que le hace marchar, desprovisto de todo pecado, sobre la tierra.

(De Sa’id, recopilado por Al-Bujari)

A la vista de esto podremos comprender que la “felicidad” no se corresponde con un estado de alegría continuo, ya que esto es física y psíquicamente imposible, sino con una especie de facultad que se despierta mediante una educación férrea y disciplinada. Es decir, para que una persona pueda pertenecer a la élite de los humanos ha de soportar las dificultades y las pruebas.

De esto testimonia el Libro de Allâh, que vincula la “apertura” a las “dificultades”; es decir, se han de experimentar estas últimas para encontrar la primera.

Porque es cierto que junto a la dificultad hay facilidad.
Sí, junto a la dificultad hay facilidad.
(94 – 5,6)

Así pues, la “felicidad” en este mundo no se trata de un estado de exaltación emocional, plena de placer y de alegría, sino de una satisfacción equilibrada producida por el conocimiento de nuestro interior, así como por el cumplimiento de nuestros deberes en función de nuestras posibilidades. Se trata pues de un estado de equilibrio que convierte la saˤada (alegría) en un sentimiento de aceptación (reda); lo cual, a través de una y otra etapa, nos lleva a ese “salam taslim” con el que terminamos nuestras imploraciones por el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – y que le deseamos a él, a su familia y compañeros; así como a los virtuosos y a los próximos.

Es pues, la felicidad, suponiendo que ella exista en este mundo, el haber llegado al despliegue de todas nuestras posibilidades como seres humanos, habiéndonos acercado al Creador, Bello e Infinito. Y, si somos felices de esta felicidad, entonces la podremos transmitir a otros y hacerlos felices a su vez.

Dí Allah y déjalos jugar en sus vanos devaneos. (6-91)