Poema de Victor Hugo dedicado a Muhammad
A-s-salamu ‘alaykum
Supongo que a todos les resultará increíble leer estas estrofas traducidas del francés y escritas por el famoso autor y poeta francés Víctor Hugo.
Curioso es, por no decir no exento de oprobio, que la Literatura que se enseña en nuestro país esté tan mediatizada que se haya obviado de manera deliberada el conocimiento y la simpatía profunda que tuvieron por el Islam escritores como Goette, Hugo y Tolstoy, quienes a tenor de sus escritos fueron más musulmanes que cristianos . Tanto más sorprendente este hecho en un país como el nuestro donde los musulmanes quedáronse más de ocho largos siglos, y algunos quisieran borrar sus huellas como si nunca hubieran existido.
Esta mentalidad esperpenteiforme ha de terminar ; más aún cuando en los círculos « intelectuales » se alardea de libertad de expresión y de información. Con todas mis disculpas ; se les ve, se les ve como actúan a todos aquellos quienes esconden escritos que ennoblecen la figura del Profeta – sobre él la plegaria y la paz -. El ánimo de control « academicista », de control del pensamiento, esa pesantez en el aire, queda al descubierto cuando en un país como el nuestro, profesores no musulmanes hablan « oficialmente » del Islam, y profesores no-sufis hablan del Sufismo en un ánimo nada noble de quitar, de privar de palabra a quienes la tenemos ; es decir : los musulmanes y los sufís. Zapateros a vuestros zapatos, que de los nuestros ya nos ocuparemos nosotros. « España es ainsí »
En cuanto al texto, resulta claro comprender que dicha poesía no ha podido ser escrita por un no-musulmán. La militancia islámica de Hugo queda aquí al descubierto cuando dice que Jesús es la luz imperfecta que Muhammad vino a completar. Pero ¿quién podrá hacer ver a los ciegos, sobre todo cuando estos dicen ver, bastón en mano y leyendo en Brailey ? Si pierden a algunos sus ídolos literarios como Hugo, Goette y Tolstoy ¿qué les queda entonces como argumento? Ya solamente faltaba Cervantes; que por cierto…; bueno, dejemos eso para otra vez.
Hugo, hay que entenderle, en los pasajes en los cuales Muhammad, parece culparse a si mismo de ser un pecador, trata de expresar en parábola las palabras del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – en las que reconoce que si no fuera por la Gracia de Allah nadie podría salvarse del fuego, incluído él mismo. Más tarde déjà ver su noble y sufrido carácter, su humildad y grandeza de alma.
El poema
El año nueve de la Hégira, como si él presintiera que su hora próxima estaba, grave, a nadie nada reprochaba. Caminaba devolviendo a todos el saludo, veiasele envejecer día a día, aunque contara con apenas veinte cabellos blancos en su barba, negra aún.
A veces se paraba para ver beber a los camellos, recordando cuando era camellero. Parecía haber visto el Paraíso, la era de amor, los tiempos antiguos, la era inmemorial ; tenía alta la frente, mejilla imperial
Ceja poco poblada, ojo profundo y diligente, cuello parecido al de un ánfora de plata, el aire de un Noé que conoce los secretos del diluvio
Si alguien le venía a consultar, este juez, dejaba a uno afirmar, a otro reír y negar. Escuchaba en silencio y hablaba después, su boca siempre en plegaria estaba.
Poco comía apretando una piedra sobre su vientre. El mismo se ocupaba de abrevar sus ovejas, se sentaba en el suelo y cosía sus ropajes. Ayunaba más tiempo que otro los días de ayuno, y aunque perdía sus fuerzas y dejó de ser joven , a sesenta y tres años una fiebre le tomó, leyó el Corán de su misma mano escrito
Después pasó a otro el estandarte, diciéndole: “Este alba es el último.No hay más dios que Allah, combate por El », mientras su ojo, velado por la sombra expresaba molesto contratiempo. Como una vieja águila forzada a dejar los cielos, presentose en la mezquita a la hora ordinaria ; apoyado en Ali, el pueblo le seguía, y el sagrado estandarte ondeaba los vientos
Así, pálido, expresó hablando a las gentes:
« Gentes, el día se extingue, el hombre pasa y se derrumba .El polvo y la noche somos nosotros. Solo Dios es Grande. Pueblo, yo soy ciego e ignorante. Sin Dios sería más vil que una bestia inmunda. Un chayj le dijo: “Señor de los creyentes, el mundo en cuanto escuchó tu palabra creyó en ti, el día en el que naciste una estrella apareció y tres torres del palacio de Cosrroes cayeron”
El dijo: “sobre mi muerte los ángeles deliberan. La hora se aproxima, escuchad:
“Si a alguien he ofendido, que se levante, pueblo, delante de vosotros, que me insulte y me ultraje antes de que me vaya; si a alguien golpeé que me golpee”
Y tranquilo, extendió a las gentes su bastón; una anciana esquilando la lana de un cordero, sentada en el umbral le dijo: “Dios te asista”. El parecía contemplar una triste visión, cavilando, de repente, pensativo, dijo:
“He aquí que yo soy una palabra en boca de Allah; soy ceniza como hombre y fuego como profeta; he completado de Jesús la imperfecta luz. Hjos míos, yo soy la fuerza; Jesús fue la luz. El sol siempre tiene al alba como precursor. Jesús me ha precedido, pero no era él la causa. El nació de una Virgen que aspiraba una rosa.
Yo, como ser viviente, retened bien, soy como el limo por los vicios ennegrecido; de todos los pecados he sufrido una extraña aproximación; mi carne tiene más afrentas que el fango del camino, y mi cuerpo por el mal ha sido deshonrado. Seré pronto devorado. Si en la oscuridad de la tumba cada falta engendrara un gusano. Hijo, el culpable renace en el fondo de la fría cavidad, pare ser devorado de nuevo por los gusanos. Siempre su carne revive hasta que la pena acaba volando a la inmensa serenidad. Hijo, yo soy el campo envilecido por sublimes combates; tanto con los de arriba como con los de abajo; y el bien en mi boca con el mal alterna, como en el desierto la arena y la cisterna; lo que no impide, oh creyentes, que no haya permanecido incólume en la sombra ante los ángeles aterradores, que quisieran sumergir el hombre en las tinieblas; a veces con mis puños torcí sus fúnebres brazos. Con frecuencia en la noche, como Jacob, he luchado contra aquel que no veía; pero los hombres sobre todo han hecho sangrar mis días ; ellos han echado sobre mí su odio y su envidia; y como yo sentía en mía la verdad, les he combatido sin que me pudieran alterar.
Y durante el combate yo decía: “Dejadlos, quiero ser el único desprovisto, sangrante, herido, así lo prefiero; que me golpeen solo a mí, que todo les sea permitido, aunque se encaramen sobre mí mis enemigos tendrían para atacarme en esta vía estrecha el sol a su izquierda y la luna a su derecha no me harían retroceder; es así que después de luchar cuarenta años heme aquí, llegado a los bordes de la profunda tumba, teniendo delante mío a Allah y detrás el mundo.
En cuanto a vosotros que habéis seguido en la prueba, como los griegos a Hermes y los hebreos a Leví, mucho habéis sufrido pero llegaréis a ver como el alba aclara.
Pueblo, no dudéis, Aquel que prodigó los leones a los rabinos de Jebbel-Kronnega, las perlas al mar y los astros en la sombra, puede bien dar un poco de alegría al hombre sombrío. Y añadió: Creed, velad, curvad la frente, los que no son ni buenos ni malos quedarán sobre el muro que separa el Eden del abismo, siendo tan negros para Dios como blancos para el crimen, porque nadie es tan puro como para no merecer un castigo.
Tratad, cuando recéis que vuestros cuerpos toquen la tierra , el Infierno no quemará en su fatal misterio que aquel que no haya tocado el polvo, y Dios a quien la oscura tierra besa le abre un cielo azul. Sed hospitalarios, sed santos, sed justos ; allá los frutos son puros y brotan de árboles augustos ; caballos ensillados de oro, y para escapar a los siete cielos, carros teniendo rayos como ejes. Cada hurí, serena, incorruptible, dichosa, habita un pabellón hecho de una perla hueca.
La Geenna espera a los réprobos, desdicha, ellos tendrán calzados de fuego cuyo calor les hará hervir sus cabezas, así como una caldera.
El rostro de los elegidos será agradable y orgulloso. »
El se paró dando audiencia a la esperanza; después prosiguiendo su marcha a pasos lentos continuó:
« Vivientes, he aquí que ha llegado la hora en la que me voy a ocultar en otra morada. Así que apresuraos, ha llegado el momento en el que sea denunciado por aquellos que me han conocido, y que si he cometido un error se me le eche en cara ». La muchedumbre se separaba haciendo sitio a su paso.
Se lavó el rostro en los pozos de Abufleia; un hombre reclamó tres dracmas que él pagó, diciendo: “Más vale pagar aquí que en la tumbaé. Los ojos del pueblo eran dulces como los ojos de la paloma, mirando a este hombre augusto, su apoyo. Todos lloraban cuando más tarde entró en su morada; muchos quedaron cerca sin cerrar los ojos, inclinando sus cabezas sobre las piedras.
La mañana siguiente viendo el alba levantarse Abu Bakr dijo: « No puedo levantarme ». Vas a tomar el Libro y a rezar la plegaria y Aisha se encontraba detrás suyo escuchaba que Abu Bakr leía y en voz baja cuando la aleya terminaba. Todos lloraban viéndole rezar así, viniendo el angel de la muerte a la tarde, pidiendo que le dejaran entrar: “que entre”; entonces se vio su rostro brillar con la misma claridad que el día de su nacimiento. Y díjole el ángel: “Allah desea tu presencia”. “Bien”, dijo él. Un escalofrío corrió por sus sienes, un soplo abrió sus labios y Muhammad murió