Pedro (Zakarías) Burruezo : Mimar las ascuas de lo sagrado


A colación de la publicación de nuestro último disco, “Al-Ándalus S. XXI”, muy pocos días antes de que la bofetada de la crisis del coronavirus nos hiciera salir de nuestro letargo, respondía a un periodista: “Yo no sé si nuestra música es atemporal, pero sí es sincera. Vivo al margen de la gran industria discográfica, pero no al margen del público, que, vayamos donde vayamos, nos despide siempre (o casi) puesto en pie al final del concierto, nos conozca o no (cuando hay público, claro). Yo voy a mi bola. Como decía Camarón: ‘Yo siempre iba a lo mío / Yo siempre iba a lo mío’. Me importa bien poco lo que digan los críticos, lo que digan los programadores y hasta lo que diga el público. (Aunque, obviamente, prefiero que hablen bien, pero no es algo que vaya a hacerme sufrir). Un artista genuino no tiene que tener deudas con nadie, tampoco con su público. Si pierde seguidores en el camino… eso puede llegar a ser muy sano y muy renovador. Cuando me hice musulmán y aprendiz de sufí, en el mundo del rock se me cerraron muchas puertas. No es un mundo tan abierto como presume. Ahora, por fortuna, muchos críticos y seguidores están entendiendo que se pueden tener creencias de hondo calado espiritual y que eso no significa ir de iluminado por la vida ni de ‘cura sermoneador’. Y que, al mismo tiempo, hoy la vanguardia o, más bien, la pseudovanguardia… ya no se debería manifestar repitiendo el mismo discurso presuntamente transgresor que las vanguardias históricas, sino con un discurso en las antípodas. Son otros tiempos. La Humanidad se encuentra al borde de un gran colapso mundial. El combate ahora ya no se hace con provocaciones, con ‘boutades’, con onomatopeyas o buscando ‘estados de conciencia alterados’. Hoy lo que toca es buscar estados de conciencia lo más inalterados posible y no hacer sufrir a nadie con tus actos: es decir, volver a la esencia, a lo primordial. La belleza es la mejor forma que he encontrado de combatir la fealdad del mundo moderno, que ha destruido la ecosfera, que, hasta hace dos siglos, era un auténtico paraíso. El mensaje que intento transmitir con esta música es que hemos perdido la gran guerra contra la modernidad y su capacidad destructiva. El abismo está muy cerca y va a causar mucho dolor a millones y millones de personas. Ahora, lo que toca es preparar a la población para lo que se avecina: ser capaces de crear luz y belleza donde hay oscuridad y fealdad. ‘Aunque es de noche’, como decía San Juan. Salvar, si no el mundo, sí, al menos, tu propia alma y la de los tuyos, rodeándote de belleza y paz y compasión. Buenos pensamientos, buenos actos, excelencia siempre en el comportamiento con todo el mundo, incluso con los que te desprecian. Activismo y misticismo. Recuerdo de lo divino en todo instante. Ver lo sagrado en todas las cosas, incluso en el desastre. Me dirijo a todo aquel que quiera vivir la vida sin olvidar la llama… dándole la espalda al materialismo que está destruyendo el mundo y, lo que es peor, el alma del mundo. No hay tiempo que malgastar en salvar el mundo que hemos conocido, de destrucción e impiedad, de usura y proxenetismo, de cosificación de la vida. Ahora lo que toca es concentrarnos en proteger las pocas ascuas que quedan de la espiritualidad más esencial y profunda para que, con el viento glaciar que se avecina, no acaben de extinguirse totalmente”. Si vencemos la dualidad y el materialismo, pase lo que pase en el exterior… habremos ganado la gran batalla. El mundo moderno ya está en la UCI… Puede que, para la caída definitiva, sólo haga falta esperar unas cuantas décadas. Lo importante no es qué pasa en el exterior, sino en qué estadio nos encontramos nosotros… Y siempre hay que guardar la esperanza, pese a todo. Porque ellos van a seguir maquinando, pero nuestro Amado maquina más y mejor.

Pedro (Zakarías) Burruezo