¿No te hemos abierto el pecho?
En el Nombre de Allâh, el Todo Misericordioso, el Que derrama Su Misericordia
Y la plegaria y la paz sobre el Profeta, su familia y compañeros
Nuestro profeta – sobre él la plegaria y la paz – cuenta con una gran consideración de parte de Allah, Creador del universo.
Muhammad es el mejor de la Creación, y esto es asegurado por su primacía sobre los profetas y por su existencia, antes incluso de que Adam – sobre él la paz – fuera creado. Para familiarizarse con todo esto que estamos hablando os animo a leer el libro Ash-Shifa, escrito por el conocido qadi ceutí, Qadi ‘Iyad, que además de ser un jurista de la escuela maliki, fue un practicante del Tasawwuf tal y como saben aquellos que se hayan comprometido con el estudio de la Historia del Islam.
Dice el Libro de Allâh:
Y no hemos enviado mensajero alguno sino con la lengua de su pueblo para que les explicara con claridad, pero Allâh extravía a quien El quiere, y guía a quien quiere. El es el insuperable, el Sabio (Surat Ibrâhîm, 4). Y le dice a Muhammad: Y no te hemos enviado sino para todo el género humano (Sura de Saba, 28)
Y de Jalid Ibn Ma’dam que un grupo de compañeros del Enviado de Allâh – sobre él la plegaria y la paz -, dijeron: Mensajero de Allâh – Háblanos de ti – y se ha transmitido algo similar de Abu Dahrr, Shaddad Ibn Aws y Anas Ibn Malik – que Allâh esté complacido con ellos -, y dijo: “Sí, yo soy la súplica de Ibrâhîm, es decir, cuando dijo: “Señor nuestro, envía entre ellos un mensajero de entre los suyos” (Al Baqara, 129)
“Y me anunció ‘Isâ. Y cuando mi madre se quedó embarazada de mí, vio que salió de ella una luz por la que se iluminaban los palacios de Busra en la tierra de Sham. Y fui confiado para ser amamantado a los banu Sa’ad Ibn Bakr, y estando con un hermano mío de leche detrás de nuestras casas apacentando unos corderos que teníamos, vinieron a mí dos hombres vestidos de blanco – y en otro hadiz : tres hombres con una vasija de oro llena de nieve y me agarraron y me abrieron el vientre, y en otro hadiz; “Desde la garganta hasta la parte blanda del vientre, y a continuación sacaron de él mi corazón, lo abrieron en dos y sacaron de él un coágulo negro y lo tiraron, luego lavaron mi corazón y mi vientre con la nieve que traían hasta limpiarlo.”
Dice en otro hadiz: “Luego, uno de ellos tomó algo y apareció en su mano un anillo de luz que asombraría al que mirara algo inferior a él, y selló con él mi corazón que se llenó de fe y de sabiduría. Luego, lo volvió a poner en su sitio y el otro pasó su mano por la hendidura de mi pecho y se cerró”.
En otra transmisión: “que Yibril dijo: Es un corazón robusto que tiene dos ojos que ven y dos oídos que oyen. Luego, le dijo uno de ellos a su compañero: Pésalo poniendo en el otro lado a diez de su comunidad. Y me pesó, y pesé más que ellos, luego dijo: pésalo poniendo al otro lado cien de su comunidad, y me pesó y pesé más que ellos. Luego dijo: pésalo poniendo a mil de su comunidad, y lo hizo, y pesé más que ellos, luego dijo: Déjalo, porque si lo pesaras poniendo en el otro plato de la balanza a su comunidad entera, pesaría más que ella”.
Dice en el otro hadiz: “Luego, me abrazaron contra sus pechos y me besaron en la cabeza y entre los ojos, y a continuación dijeron: ¡Oh amado! No temas, si supieras el bien que se quiere para ti tus ojos se refrescarían” Y en el resto de este hadiz figuran estas palabras: “¡Cuán honorable eres ante Allâh! En verdad Allâh está contigo y Sus ángeles”. Dice en el hadiz de Abu Dahrr: “Y no tardaron en marcharse. Es como si lo estuviera viendo”
Comentario
Este episodio de la apertura del pecho y la purificación del corazón del Profeta ocurrió cuando él solamente contaba con cuatro años. Hay que considerar que Halima, su madre de leche, hubo de devolver a Muhammad al cuidado de su madre Amina, y ésta falleció cuando su hijo tenía aun cinco años.
Unas palabras, de las que no sabemos muy bien el motivo por el que no se comentan apenas, es el hecho de que el corazón del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – había sido purificado, llenado de fe y sabiduría, cuando solamente era un niño. Uno se podría preguntar si Muhammad no hubiera podido revelar antes su sabiduría al pueblo, ya que su corazón abundaba de ella. Pero la respuesta es sencilla cuando se comprende que la sabiduría de Muhammad comprendía asimismo el análisis de la situación lamentable en la que se encontraba el Quraysh, y que por otra parte, Allâh aún no le había conferido misión alguna, cosa que se produjo a sus cuarenta años.
A tenor de esto podríamos reflexionar en el motivo por el cual se produjo este acontecimiento a edad tan temprana. Si ya, de niño, sayyidinâ ‘Isâ – sobre él la paz – hablaba en la cuna, esto fue seguramente, o al menos así podría pensarse, para inocentar a su madre. Pero en el caso de Muhammad esta purificación, a simple vista, no presentaba utilidad alguna que se produjera de manera temprana.
Es un hecho que no ha sido tratado debido al riesgo, así como a la dificultad, que reviste analizar un semejante acontecimiento.
Sí nos puede ayudar para comprender esto último el hecho de que ya Muhammad – sobre él la plegaria y la paz – existía antes que Adam – sobre él la paz -. Es más, él mismo, tal y como muestra el hadiz de Yabir Ibn Abdi-l-Lah, es la primera creación de Allâh. Efectivamente, el hecho de que a Muhammad le hubiera sido purificado el corazón, cuando a causa de la edad aún era puro, sirve, y Allâh sabe más, para que esa primera creación de Allâh, llegada al mundo bajo la forma de un profeta, fuera pura desde su nacimiento hasta su muerte.
Y sirve este ejemplo asimismo para indicar que lo que le impide al ser humano conocer a su Creador y Señor, es un coágulo negro que tenemos en el corazón. Y ahí podemos preguntarnos si limpiar ese coágulo forma parte de la Sunna o no. Pues si la Sunna es imitar al Profeta en sus actos, no vemos como este acontecimiento no formaría parte de dicha Sunna, habida cuenta de que Allâh en la Surat al Waqi’a nos dice que la comprensión de Corán corresponde únicamente a los purificados.
Aun así nadie podrá purificar su corazón a una edad más temprana que aquella en la que fue purificado el del Profeta; pues él siempre nos precede, así como al resto de la Humanidad.