No hay lugar donde reposar mi cabeza
Abdul Karim Mullor
No hay lugar donde reposar mi cabeza
Dijo Jesús (ˤIsâ) – sobre él la paz:
El hijo del Hombre no tiene donde reposar su cabeza.
De la misma manera, el último hombre del siglo: el Šayj Aḥmad Ibn Mustafâ al ˤAlawi – que Allâh esté satisfecho de él – dijo en una de sus qasidas.
Soy un espíritu desnudo, y un espíritu necesita un cuerpo; necesita una lengua, oídos, ojos, pies y manos. Busco un cuerpo.
De la misma manera, Allâh en el Corán dice de Jesús que es un espíritu procedente de El:
Ciertamente el Ungido, hijo de Maryam, es el mensajero de Allah, Su palabra depositada en Maryam y un espíritu procedente de Él. 4-171
Si observamos las palabras del Šayj Al ˤAlawi vemos que él se declara un espíritu desnudo. ¿De quién otro que Él podría entonces proceder este Espíritu?
Queda entonces preguntarse si ambos Espíritus; el de ˤIsâ y el del Šayj se diferenciaban entre ellos por intensidad. En cuanto a naturaleza y calidad debemos deducir que no, dada su procedencia.
Ahora bien, la conveniencia de esta última cuestión queda invalidada cuando nuestro espíritu va al encuentro de este hadiz transmitido por Abû Darda:
Por cierto que los sabios son los herederos de los Profetas, y sabed que los Profetas no dejamos bienes materiales como herencia, sólo el conocimiento, así que, quien lo tome, este le bastará y será más que suficiente”.
Un heredero, que se sepa, lo recibe absolutamente todo del que lega. Recibe todo sin menoscabo ni disminución.
Por otra parte, él dice que con el Conocimiento debe bastar al Sabio como herencia. El enviado refuerza con estas palabras las de Jesús y las del Šayj. Ninguno de los dos tiene donde reposarse, pues con el Conocimiento les ha de bastar. Lo ha dicho su responsable superior en el mundo del Conocimiento. Y para estas sus palabras no existe apelación alguna.
Por otra parte, si el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – ha significado este hecho de transmisión mediante la palabra “herencia”, lo ha hecho, como él solía hacer todo, es decir: con conocimiento de causa. Pues se ha de considerar que Allâh dice en el Corán que él no habla de otra cosa que lo que le ha sido revelado.
Es así que el grado comparativo de excelencia entre un Sabio y un Profeta únicamente es conocido por Allâh.
No obstante, en este hadiz no se habla de cualquier sabio, sino de aquellos que han purificado su interior. El mismo Profeta nos dice en otros hadices que hay sabios que enseñan el mal y que se corrompen.
Es sobre los verdaderos Sabios que habla el hadiz y no sobre aquellos que enseñan el Fiqh. Pues aunque el hadiz utilice la palabra ˤulama (plural de sabios); es claramente a los que practican y conocen la Ciencia suprema del Islâm a quienes se refiere. Aquella ciencia que el Jadir transmitió a sayyidinâ Mûsâ, y Muḥammad hizo otro tanto con algunos de sus compañeros.
En cuanto se refiere a las palabras que se encuentran en el comienzo de este escrito, hemos de decir que el hecho de sentir que no hay reposo en este mundo es propio, tanto de los profetas como de los verdaderos sabios. Lo podemos comprobar nítidamente en las palabras, tanto de Jesús, como del Šayj.
Esos espíritus puros han transcendido el mundo de lo material y han volado al de las esencias. Al mundo donde subsisten las realidades de todas las cosas (ˤAlam Latafa).
¿Quién podría reposarse en una existencia burda y perecedera y sentirse en calma y en paz con ella, cuando Allâh le ha elegido para El Mismo y se ha apoderado de su ser?
No obstante, el Šayj siente la necesidad de un cuerpo, no para él, sino para transmitir la Sabiduría que le ha sido dada por Allâh. ¿Cómo sin cuerpo podría transmitirla y darla a conocer a aquellos que la buscan con denuedo y decisión?
Esta es la realidad de aquellos que se fueron y que ya no volverán. Estando en este mundo, lo abandonaron. Viajaron más allá de los siete cielos y encontraron a Aquel del que nunca estuvieron ausentes. Recobraron la consciencia de lo que son. Dejaron lo burdo y material para instalarse en un mundo eterno y verdadero.
Sus anhelos cambiaron de lugar. Las palabras que profieren descienden desde un lugar mucho más elevado que las más altas cimas. Provienen de un lugar más alto y lejano que los planetas y que el resto de los astros.
Murieron a lo vulgar para vivir en lo Excelente, junto a un Señor Poderoso, Misericordioso y Eterno que cuida de ellos con solicitud y con Amor.