Modernismo y tradicionalismo
La paz sobre vosotros
Modernismo y tradicionalismo
Se trata de dos términos de los que, aunque muy utilizados, nadie, o casi nadie, posee una idea fija con respecto a su significado, quizás debido a que se ha abusado de ellos pare defender posturas individuales o de grupo, cuando no políticas o filosóficas.
La creencia común es que el «tradicionalismo» es como una tendencia a anclarse en el pasado; una estancia indefinida en el tiempo; una alusión a aquellas épocas que consideramos mejores cuando las consideramos como referencia. Un término limitado al orden moral, de tal manera que su uso nos sugiere que es necesario extrapolar esa época matriz a toda la línea temporal, a la Historia. De esta manera podemos establecer unos principios que puedan garantizar la permanencia de un particular «orden moral», ya sea válido o no lo sea.
En cuanto al término «modernismo» se refiere, podemos decir que se trata de una ruptura, lo más pomposa, ruidosa y original posible con un pasado al que se tacha de oscuro, costumbrista, tradicionalista e inmovilista. Es como si se hubiera inventado todo de nuevo: la vida, la moral, el pensamiento, etc. Creo que esta impresión la tuvieron todas las generaciones, una época tras otra. Casi nadie es consciente de que aquello que él es capaz de pensar ya lo hicieron otros antes que él; quizás el orgullo intelectual propio de creer que se ha descubierto todo ciega. Es como ese orgullo juvenil de contestarlo todo, aún sin la experiencia vivida, elevado a una época joven en la que se detesta lo viejo por aburrido o por no conocer los motivos de su permanencia.
¿Y si ambas impresiones no fueran sino entelequias nacidas de un prejuicio existencial producto de un pensamiento lineal y falto de objetividad?
Veamos: cuando miramos un cubo en perspectiva lo único que podemos llegar a ver al mismo tiempo son tres de sus caras. Pero aquí erramos creyendo que esa es la única posibilidad, olvidando que hay otros que pueden ver las seis caras al mismo tiempo. ¿Qué ocurre? ¿Es imposible? Puede ser imposible para unos, pero no para otros. Y esto es importante a tener en cuenta cuando abordamos el concepto «Sabiduría».
Siempre, en cada generación o en cada siglo, han existido mentes preclaras que ven lo que otros no ven; es decir, pensadores que son capaces de ver las seis caras del cubo. Y estos no son seguidos en sus épocas por una sencilla razón: porque las gentes de su época solamente pueden observar tres de sus caras a la vez.
En realidad ¿qué es lo que distingue una época de otra? Los seres humanos seguimos teniendo las mismas virtudes y vicios que los de antes, la misma naturaleza, el mismo valor potencial, tanto en el aspecto positivo como en el negativo.
Cuando estos términos: “tradicionalismo y modernismo” se pegan como parásitos huéspedes al concepto religioso, en concreto a nuestra religión, el Islam, el asunto cobra mayor ámbito, aunque no por ello deja de presentar la misma relatividad. ¿Quién posee el arte para saber distinguir costumbrismo de realidad? ¿Quién posee el arte de adaptar los principios revelados a los tiempos actuales, sus circunstancias, sus necesidades? Sin duda, quien esto hiciera, podría ser reputado de ser un gran artista; de esos que puede mirar el cubo observando las seis caras a la vez.
Es cierto, lo sabemos así por los dichos del Profeta -‘alayhi-s-salatu wa-s-salam -, que no terminará una época sin que venga otra peor; asimismo es cierto que en esta época quien cumpla con el 10 por ciento del Din irá al Ŷanna, mientras que en la época del Profeta quien no cumpliera con el 90 iría al Nar.
Es egoísmo querer ir sólo al Ŷanna y ocuparse únicamente de uno mismo. Aquellos que se han apercibido de que deben asistir a las gentes como ellos se asisten a sí mismos, gozan ya de una visión más elevada y amplia que los primeros. Son ellos los que adaptan los principios religiosos, doctrinales e intelectuales de la Religión a la época en la que viven, a fin de sacarles el mejor rendimiento y de ayudar a las gentes. Es así que podemos decir que ellos son, sin lugar a duda, los sultanes de la Umma, es decir, las autoridades reales y morales.
¿Significa el hecho de que siendo la época peor los musulmanes hayan de ser por fuerza peores que los de generaciones precedentes? En realidad no es eso lo que dice el hadiz, aunque debemos reconocer, en honor a la realidad, que el número de verdaderos creyentes y de sabios ha disminuido considerablemente con referencia al de las generaciones anteriores. Más aún, la debilidad e inconsistencia de muchos musulmanes raya el límite de lo misericordiosamente aceptable, cuando no lo sobrepasa; y esto último ocurre más a menudo de lo deseable.
Si el hombre actual, el musulmán actual, se encuentra hoy más lejos en el tiempo de la fuente de la Revelación, comprender ésta desde una tal distancia temporal denota un mayor mérito, y puede ser (Allâh sabe más) una mayor capacidad. Al menos, eso sí debemos decirlo, es seguro que el seguir la Revelación en estos tiempos nos pide un mayor esfuerzo que a los que la siguieron en las tres primeras generaciones del Islam. ¿No es cierto que dijo el Profeta que seríamos recompensados 50 veces más que los sahaba por nuestros aciertos?
Cierto es que el mundo ha degenerado en valores morales como son: la justicia, la veracidad, la sinceridad, la nobleza, etc: pero no por ello es menos cierto que quienes conservaron las virtudes citadas en esta época tienen más mérito y entereza que quienes lo hicieron en la antigüedad.
El profeta y los sahaba murieron, pero la Revelación sigue vigente, íntegra, esplendorosa, esperando que las personas adecuadas la den vida y cuerpo. Esto no ocurrirá mientras estemos enzarzados en discusiones del tipo tradicionalismo-modernismo; discusiones que no llevan a ninguna parte.
Hoy el Islam está fresco y entero, luminoso como siempre.
¿Los musulmanes? Pues despistados como nunca lo estuvieron.
Quizás muchos deberán abandonar la fortaleza de la autocomplacencia, de la auto justificación y dar a su religión más importancia, dedicación e interés que cualquiera de los otros ámbitos de su vida.
Hoy todo el mundo quiere una Revelación personal sin trabajo; y esto no es la Costumbre de Allâh. Para que Allâh venga hacia ti, eres tú quien debe dar los primeros pasos; si no lo haces se honesto y acepta las consecuencias, que no son otras que quedar en la ignorancia y en la confusión.
No podemos hacer otra cosa por ti que avisarte. Y lo hacemos con agrado.