Mansur en la senda del sufismo

Juan José Tamayo, teólogo cristiano

Mansur Escudero falleció en la mañana del 3 de octubre de 2010. La muerte le sorprendió en su casa de Dar as-Salam, en Almodóvar del Río (Córdoba), mientras hacía la oración del amanecer. Tenía 62 años, la misma edad del Profeta Muhámmad al morir. Convertido al islam a finales de la década de los 70, jugó un papel muy importante en el impulso y la reforma de la religión musulmana en España, así como en la integración de los musulmanes en el tejido político, religioso y social.

Su sólida formación científica –era médico especializado en neuro-psiquiatría- su colaboración con Carlos Castilla del Pino, su participación en los movimientos de antipsiquiatría y su militancia en organizaciones antifranquistas influyeron decisivamente en la conformación de un islam español progresista, defensor de la democracia, abierto a la modernidad, vinculado a los movimientos sociales y alejado de las tendencias fundamentalistas. Cofundador y presidente de la Federación de Entidades Religiosas Islámicas y de Junta Islámica de España, y secretario general de la Comisión Islámica de España, participó activamente en la elaboración del Acuerdo de Cooperación del Estado Español con la Comisión Islámica de España, aprobado en noviembre de 1992, en tardía aplicación de los principios constitucionales de igualdad y libertad religiosa.

Fue uno de los interlocutores más reconocidos de la comunidad musulmana con los diferentes gobiernos del Estado español, destacando por su actitud dialogante y constructiva, su defensa de la laicidad del Estado, el reconocimiento de la libertad de conciencia. Se mostró contrario a la confesionalidad de algunos países de mayoría musulmana, condenó con contundencia y sin excepción la pena de muerte, cualquiera fuere la justificación de la misma y los atentados terroristas llevados a cabo por organizaciones islamistas violentas.

Dotó al islam español de importantes órganos de expresión para un mejor conocimiento del mismo en sus diferentes manifestaciones como cultura, religión y política. Fundó la revista Islam verde y creó la página de Internet Webislam, voz de los musulmanes españoles progresistas y uno de los órganos de expresión más influyentes y consultados en la red. Creó la colección literaria Shahada, que ofrece a los lectores de lengua castellana el pensamiento actual de la nueva comunidad islámica andalusí en torno a los grandes temas del islam y a los principales desafíos a los que tiene que responder esta religión.

En un gigantesco esfuerzo editorial publicó la prestigiosa traducción y los comentarios del Corán llevados a cabo por Muhammad Asad (¡976 páginas + apéndices!), que se caracterizan por “su insistencia en la razón como vía válida hacia la fe y su énfasis en la inseparabilidad de las esferas espiritual, física y social de la existencia humana”. En colaboración con la UNED creó el Curso a Distancia de Experto en Cultura y Religión Islámicas, que se ha consolidado como curso líder sobre el islam en España, seguido por más de setecientos graduados en la materia bajo la dirección académica del profesor Germán Ruipérez.

Coincidiendo con el cuarto centenario de la expulsión de los moriscos de España, me cupo el honor de apoyar la iniciativa de Mansur Escudero de proponer la candidatura de la comunidad morisca para el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia de 2010, como “nuestra memoria viva”, porque, argumentaba, “ellos son nosotros”. La Candidatura fue apoyada por personalidades relevantes del mundo de la cultura como Amin Maaluf, Juan Goytisolo y José Saramago, entre otros. Al final la elegida fue la organización Manos Unidas. ¿Influyó la confesionalidad católica a la hora de la concesión del Premio? ¿Dónde quedan la memoria histórica de los vencidos y la rehabilitación de las víctimas?

Mansur Escudero fue, ante todo, un místico que caminó por la senda del sufismo siguiendo la estela de los grandes místicos del islam: Rumi, Ibn al Arabi, Fátima de Córdoba, y, sobre todo, la tradición sahilí, de origen andalusí, practicada en todo el norte de África. Llegó a ser un verdadero maestro espiritual, un excelente conocedor del alma humana con una gran capacidad para escuchar al otro, a los otros, con especial sensibilidad hacia las causas perdidas. A ello le ayudó la práctica de la psiquiatría, que era su profesión y su vocación y que ejerció hasta su muerte. Éste es, sin duda, uno de sus mejores y más desconocidos legados. Destacó también por su compromiso humanitario a través de proyectos de lucha contra el hambre en países africanos empobrecidos como Niger, Senegal y Mauritania. Impulsó la ética de la banca musulmana como vía para aliviar las consecuencias de la crisis económica en los sectores más vulnerables de la población.

En un intento de diálogo islamo-cristiano escribió al papa una carta pidiéndole que los musulmanes pudieran rezar en la Mezquita de Córdoba. Ante la negativa del obispado a dicha petición, en un gesto profético de gran impacto en la ciudadanía rezó delante de la mezquita.

Con la muerte de Mansur Escudero queda huérfana la comunidad musulmana española, que cuenta con un millón trescientos mil creyentes. Pero la orfandad se extiende a creyentes de otras religiones y a no creyentes de diferentes ideologías por la pérdida de una de las voces más audibles y respetadas de concordia, tolerancia, diálogo y paz en la sociedad española y en las religiones. En la presentación que hizo el teólogo católico Casiano Floristán de Mansur Escudero con motivo de su participación en una mesa redonda del Congreso de Teología organizado por la Asociación Juan XXIII, le presentó como el San Francisco de Asís del islam. El público ratificó esa presentación con un prolongado y cálido aplauso., que volvemos a brindarle ahora como última despedida.

Artículo publicado el 05-octubre-2010  Atrio https://www.atrio.org/2010/10/mansur-escudero-en-la-senda-del-sufismo/