Mansur al Hallaj
Mansur Al Hallaŷ (857-922)
Juicio sobre Al Hallaŷ.
Sufi, discípulo del famoso maestro Abul Qasîm Al Ŷunayd, pero antes del no menos conocido Sahl a-t-Tuštari, en un estado de exaltación espiritual llegó a decir tres frases que fueron las detonantes de su condena a muerte después de una decena de años en prisión. Estas frases fueron:
1 / El señor que vosotros adoráis se encuentra debajo de mis pies
Efectivamente, cuando los ˤulâma (sabios del Fiqh) escarbaron debajo de donde Mansur pronunció esas palabras, encontraron un tesoro, demostrándose entonces que el Señor de Mansur era Allâh y el de ellos el dinero.
2 / Ana Al Haqq (Yo soy la Verdad)
Esta palabra en si misma, sin aditivo ninguno, podría tomarse como pensando que Mansur decía ser Allâh, ya que uno de los 99 Nombres Divinos es Al Haqq.
Ahora bien, no ha de olvidarse que el final de un hadiz qudsi bien conocido indica que cuando Allâh ama a Su servidor, El se convierte, entre otras cosas, en la boca con la que el siervo habla. Es así que hay que entender las palabras de Al Hallaŷ, y no de otra manera; pues muy mal pensar sería creer que él se creía Dios. Esto se demostró durante su ejecución, tal y como veremos en breve.
3 / No hay nada bajo mi manto sino Allâh
Es de creer que esa frase coincidía con lo que él más amaba en su corazón, es decir: Allâh; que se trataba de una frase hecha que buscaba significar su amor incondicional por el Señor de universo.
Lo único, según su maestro Al Ŷunayd que se podría haber reprochado a Mansur era cómo dijo lo que dijo y no lo que dijo en sí. Pues el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – nos ordenó hablar a cada uno según su capacidad de comprensión, y estas frases excedían en su formato lo propuesto por Muḥammad.
Ahora bien, en su descargo hay que decir que el estado en el que las pronunció le sobrepasaba y lo hizo sin dar las explicaciones debidas, al igual que tampoco faltó a la verdad.
Y esto último se demostró durante su ejecución, cuando amigos y enemigos contemplaron el testimonio del Mismo Señor del universo, cuando al ir cayendo al suelo la sangre de Mansur, iba escribiendo el Nombre de Allâh.
Es así que con ello se demostró un triunfo sobre los codiciosos “sabios” del Fiqh de la época, cuyo dios eran el dinar y el driham. Mientras que el Dios del Al Hallaŷ (Allâh) mostró que estaba con él, tal y como él mismo dijo sin que nadie pudiera comprenderle.
¡Un triunfo que hizo historia!
Una muestra inequívoca de las limitaciones que experimenta la ciencia del Fiqh cuando intenta adentrarse en territorios sobre los que no tiene jurisdicción; pues el creyente, si en verdad lo es, no ha de entrar en lo que no le concierne, según las palabras proféticas.
Mansur Al Hallaŷ es pues un exponente de la Victoria del verdadero conocimiento sobre los conocimientos parciales o sucedáneos. Es una muestra del triunfo de lo sublime sobre lo mundanal; un triunfo de la vida del corazón sobre la muerte y la negritud de éste. Una muestra de para qué ha sido creado el Ser humano. Una muestra de que Allâh se encuentra más cerca de nosotros que nuestra vena yugular. Una muestra de que cuando mencionamos a Allâh en una asamblea, El nos menciona en una asamblea mejor.