Los viernes del Corán V – La surat Ya Sin
A-s-salamu ˤalaykum – La paz sobre vosotros
Feliz y gran día de Viernes, el mejor día sobre el que sale el Sol.
Un hadiz recopilado por Tirmidi dice:
“Anas relatá que el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – dijo: Todas las cosas tienen un corazón, y el corazón del Corán es la Surat Ya Sin. A aquel que la recite, Allah le cuenta como si hubiera recitado diez veces el Corán.”
En el Sunnan de Abu Dawud, un hadiz dice:
Recitad la surat Ya Sin sobre vuestros muertos
A la vista de este último hadiz no se comprende porque a las gentes de la polémica les gusta decir que solamente debe hacerse el día de la muerte y el entierro, y no en cualquier circunstancia; ya que el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – no especifica nada al respecto, dejando el momento y el lugar abiertos, sin poner traba alguna. Es por eso que, tantas y tantas veces esta surat es recitada en los cementerios cuando los visitamos para, entre otras cosas, recordar la vida futura y lo perentorio de nuestra existencia.
Aˤiša – que Allâh esté satisfecho de ella – transmitió que el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – dijo: Hay en el Corán una surat llamada junto a Allâh “La Gloriosa”; y quien la memorice será llamado junto a Allâh “el noble”. Quien la memorice intercederá el día de la Resurrección en favor de un grupo de gentes que será más numeroso que las tribus de Rabia’ y Modhar. Se trata de la surat Ya Sin. (Recopilado por Abu Nasr Essaŷzi)
Sea como fuere, las normas específicas de la recitación del Corán someten dicha recitación a lugares puros y a cualquier momento y lugar donde no existan impedimentos relativos a las impurezas o al ruido, por poner un ejemplo, que nos pueda distraer de manera ostensible. Hay que saber que, como norma general, no se puede recitar el Corán en estado de impureza mayor, ni tan siquiera se puede tocar, y es preferible recitarlo cuando nos encontramos en estado de pureza, una vez hecho el ˤwudu o ablución menor, o estando en dicho estado.
La surat Ya Sin habla fundamentalmente de la creencia en la Unicidad de Allâh, previniendo contra la idolatría, recordando al hombre sus orígenes, amenazando con el Infierno a los desmentidores y recordando la promesa del Paraíso a los creyentes. Para ello Allâh pone como ejemplo a los enviados a una ciudad, de la que no menciona el nombre[1], a la naturaleza, al cosmos y al movimiento de los astros, a los beneficios materiales que ha ofrecido a los seres humanos en términos de alimentos, vestidos y techo; asimismo Allâh cita las facilidades que nos ha dado para poder ir en busca del sustento de una región a otra. Recordando, por otra parte, la maravilla que de una gota pueda formarse una criatura con el Permiso de Allâh.
Allâh recurre al recuerdo de Su poder para amenazar la desobediencia de los descreídos, remarcando que Él ha creado los astros y todo cuanto sus vistas pueden abarcar. Da a conocer la maldad de sus corazones cuando recuerda que, a pesar de todos los beneficios recibidos y de todos los signos visibles a la vista del hombre, niegan Su poder por pura rebeldía, rechazando todo cuanto es evidente y haciéndose acreedores de un castigo eterno. Allâh demuestra que ellos merecen esta suerte, pues después de haber sido advertidos de una manera clara y contundente, han seguido negando por orgullo y rebelión.
Al contrario, Allâh albricia a los creyentes y les promete un Paraíso eterno. Ellos fueron fáciles, verídicos y claros en sus apreciaciones, creyendo en el Todo Poder de Allâh y reconociendo Su Supremacía soberana.
Estos ejemplos se plasman en la historia citada en la surat de la ciudad y los tres enviados. La ciudad citada no creyó en su generalidad. Sin embargo, un hombre de la ciudad contribuyó grandemente a la misión de los enviados dando testimonio de la veracidad de éstos y animando y advirtiendo a su gente a creer y a no ser castigados por su negativa a reconocer al Dios Todo Poderoso anunciado por los tres enviados y por él mismo. Este hombre se dice que era un comerciante en telas llamado Habib. Algunos dicen que estaba afectado de lepra, pero no se ha podido comprobar. Este Habib tenía el mismo nombre que aquel Habib Ben Said, asesinado por Musayllima, el impostor del Naŷd.
La Surat Ya Sin deja bien definidas las clases de hombres que pueblan y han poblado la Tierra; comenzando por los enviados, quienes, con Permiso divino han retrazado las líneas de lo que debe ser la creencia y el comportamiento con respecto a un Dios, Uno, Todo Poderoso, Misericordioso y Justo. Un Dios que no soporta que no se le reconozca, pues El nos ha agraciado con la existencia y nos ha dado el regalo de poder trabajar en este mundo para llegar al otro, para así de manera eterna, disfrutar eternamente de Sus Dones, cuya fuerza estarán siempre a la altura de darnos dicha infinita y sosiego total.
El nos ha hecho crecer de una simple gota, y de ella ha creado un ser eterno, un adorador digno de su Señor, un ser agradecido que reconoce Sus Favores en toda situación.
Nos ha maravillado con el cosmos, los cuerpos celestes, los cuales nos recuerdan Su grandeza debido a la precisión de sus movimientos, la perfección de sus formas y a la constitución de sus cuerpos, el respeto de las distancias y los movimientos, regulares, reglados a una absoluta precisión imposible de dar por otra criatura por inteligente y dotada que sea.
Nos ha agraciado con las cosas necesarias para poder permanecer en este mundo el tiempo medido que se nos ha dado, y nos ha adornado con la compañía de esposos y esposas que nos recuerdan el amor de lo Uno.
Gloria por siempre a Él, El Excelso, El Majestuoso, El Eterno
[1] Ibn Kazir dice que no se puede tratar de Antioquía pues los enviados de los que habla la surat no se corresponden en características con los discípulos de Isa – sobre él la paz -. Hay que hacer saber que en el Oriente próximo, Antioquía fue la primera ciudad que se cristianizó.