Los transmisores del hadiz – Aisha bint Abu Bakr y Abdu-l-Lah Ibn Mas’ud
En el Nombre de Allâh – el Todo Misericordioso, el que Manifiesta Su Misericordia.
Seguimos enumerando, uno a uno, los principales transmisores del hadiz. El término árabe “Rawî” viene a significar la idea de alguien que transmite acontecimientos. Así pues, cada una de las personalidades que estamos exponiendo aquí es un “rawî” del hadiz.
No obstante, y para evitar especulaciones, es obligado decir que en esta serie sobre la Ciencia del Hadiz no pretendo introducirme de lleno en los detalles de la vida y hechos de los transmisores. Antes bien, es mi intención realizar una corta presentación de cada uno de ellos, para que cuando alguno de los lectores escuche que este u otro hadiz ha sido reportado por tal o cual transmisor, dicho lector pueda tener una perspectiva sobre el personaje en cuestión.

‘AˤIŠA BINT ABI BAKR
Como casi todos los musulmanes saben, ‘Aˤiša, hija de Abû Bakr y de su esposa Umm Ruman, fue a su vez esposa del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – y llegó a ser la más amada de todas por su esposo después de la muerte de Jadiyya Bint Juwalid. Rasulu-l-Lâh – sobre él la plegaria y la paz – mientras estuvo casado con Jadiyya no tuvo esposa alguna; prueba esta del amor y de la fidelidad que experimentaba por ella, aunque le excediera en edad en más de una decena de años.
Cuando la misión de su profecía cobró fuerza, el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – realizó otros matrimonios por razones políticas, para así conciliar a las tribus y dar honores a los nuevos llegados al Islam. Pero en el caso de ‘Aˤiša estas consideraciones no formaron parte de su elección y quizá la razón que revestía mayor fuerza para tomar esta decisión era la profunda amistad que el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – profesaba a su padre, así como que su espíritu preclaro pudo captar que ella en el futuro se convertiría en una de las personas de referencia en el Islam.
Los hadices que relata ‘Aˤiša, como es lógico, tratan eminentemente de la vida familiar e íntima de Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz –; algunos de ellos son hechos de tal naturaleza que solamente una esposa podía conocer; algunos otros tratan de sus costumbres familiares y domésticas, de sus plegarias nocturnas, de sus abluciones, así como de sus conocimientos sobre medicina y exorcismo. La cantidad de hadices relatados por ella es ingente, aunque en número no lleguen a alcanzar el de los relatados por Abû Hurayra.
Era una persona dotada de una gran inteligencia y memoria. De noche, observaba todas las prácticas religiosas del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – y le formulaba todo tipo de preguntas sobre ellas y sus motivos. Muestran algunos hadices cómo ella era capaz de captar el estado de ánimo de su esposo, y era tal su complicidad y amistad con él que dejaba correr sus palabras delante de ella cuando, por alguna razón se encontraba molesta o presa de los celos. El Profeta – sobre él la plegaria y la paz – la dejaba expresarse y solamente un una ocasión la reprendió tomándola suavemente de su oreja, acercando su boca y diciendo: “Ya Aˤwiša, di “Allâhumma sallî ˤalâ Muḥammad”.
Se cuenta de ella que comía con tal frugalidad que cuando salía de viaje el camello que la transportaba no sentía el peso de la carga y esto fue el detonante para que el camello continuara sin esperarla en un momento en el que ella se bajó de la montura. Esto fue el motivo de que se perdiera y fuera encontrada por Safwan Ibn al Muˤattal, quien, viéndola extraviada lejos de la caravana, se ofreció a acompañarla hasta llegar al grupo. Este inesperado encuentro avivó las lenguas de los maledicentes y comenzó a fraguarse la famosa calumnia contra ella, calumnia que la misma Revelación de la Palabra Divina se encargó de desbaratar.
Su casa era la única entre las de las esposas del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – cuya puerta daba directamente a la mezquita. Prueba esta de la gran deferencia que el Profeta le otorgaba.
El Profeta – sobre él la plegaria y la paz – se encontraba tan bien en su compañía que en sus últimos días pidió a sus otras esposas que renunciaran a sus derechos y le dejaran en casa de ‘Aˤiša; es allí donde murió, en brazos de ella, y es en ese mismo lugar de su fallecimiento que permanece enterrado, ya que según una palabra suya no conviene enterrar a un profeta en otro sitio más que en el lugar exacto de su muerte.
Después de la muerte de su esposo, ‘Aˤiša participó en algunos hechos y discusiones de carácter político, tras de lo cual dedicó sus días a la enseñanza del hadiz, la educación de las mujeres y la transmisión de las prácticas de carácter voluntario recomendadas por el Profeta – sobre él la plegaria y la paz –.
Un hadiz transmitido por ‘Aˤiša – que Allâh esté satisfecho de ella – es una prueba férrea de autenticidad.
ˤABDU-L-LAH IBN MASˤUD
Nos encontramos ante uno de los primeros convertidos de Makka. Pastor en origen, la historia de su conversión al Islam es conmovedora.
Se ha relatado que en una ocasión el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – y Abu Bakr se encontraban en las afueras de Makka cuando vieron un rebaño de ovejas y, alcanzados por la sed pidieron algo de leche al pastor. Pero aquel pastor les informó que las ovejas no eran suyas y que él no tenía derecho a ofrecerles su leche sin informar previamente al propietario. El Profeta – sobre él la plegaria y la paz – quedó satisfecho con la respuesta y le dio la razón; pero asimismo le pidió que le mostrara una oveja la cual nunca hubiera dado a luz. En cuanto el pastor le mostró la oveja el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – tocó sus ubres pronunciando el Nombre de Allâh y la leche brotó de ellas, y es así como tanto él como Abu Bakr se saciaron. El Pastor se llamaba Abdullâh Ibn Masˤud quien, contemplando este hecho milagroso, abrazó el Islam.
Después de esto no cesó de asistir en compañía del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – de quien era uno de sus asiduos. Fue encargado de la misión de escribir y clasificar la Revelación cada vez que esta le llegaba al Profeta – sobre él la plegaria y la paz –.
Sobre este asunto, según Abdullâh Ibn Amr, el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – dijo:
“Tomad el Corán de cuatro personas: Ibn ‘Umm ˤAbd (ˤAbdullâh Ibn Masˤud), de Muˤad Ibn Ŷabal, de ‘Ubay Ibn Kaˤb y de Salîm (liberto de Abû Hudayfa)” (Sahih Muslim)
En cuanto a su conocimiento del Corán, él mismo decía:
“Por Allâh que nada ha sido revelado en el Corán sin que yo conozca las razones. Y nadie conoce mejor que yo sobre su interpretación. Si ocurriera que algún otro fuera mejor conocedor que yo del Libro de Allâh, no vacilaría en subir a lomos de mi camello para ir a su encuentro, sin pretender en absoluto ser mejor que vosotros”.
Hudayfa Ibn al Yamân – que Allâh esté satisfecho de él– dijo de él:
“Nunca he visto a nadie tan semejante al Profeta – sobre él la plegaria y la paz – en su guía, su modestia y sus trazos como Ibn Masˤud.
Abû Mûsâ al Ašˤari por su parte dijo, dirigiéndose a sus compañeros:
“Consultad en los asuntos de la religión en tanto que este erudito se encuentre entre vosotros. No podría ser de otra manera, ya que el Profeta – sobre el la plegaria y la paz – dijo de él:
“Sed fieles al pacto con Ibn Umm ˤAbd (Abdullâh Ibn Masˤud)»
En el año 639, se estableció en Kufa, ciudad esta construida por ‘Umar Ibn al Jattâb. Allí se instaló para enseñar el Corán y el Islâm a la población. Allí tuvo como discípulos, entre otros, a Alqama ibn Qays al-Najai, Aswad ibn Yasid y Masruq ibn al-Aŷda.
Falleció hacia el año 652, durante el califato de ‘Uzman Ibn Affân.
Abdul Karim Mullor