Los sermones de los Viernes
Abdul Karim Mullor
Un sermón sobre los sermones
A-s-salamu ˤalaykum
Hoy, hermanos/as, quisiera escribiros un sermón sobre los sermones de los Viernes en las mezquitas. Así pues comenzamos:
En el Nombre de Allâh el Todo Misericordioso (Raḥman) el que Administra Misericordia (Raḥîm).
Y la plegaria y la paz sobre el Profeta, su familia purificada, sus compañeros, y entre ellos sobre todo a los diez del Ŷanna, los combatientes de Badr y los cuatro califas bien guiados (Abu Bakr – Umar – Uzman y ˤAlî).
Que Allâh bendiga a nuestras señoras Fatima Sahra, Jadiya, ˤAiša y el resto de las esposas e hijas del Profeta. Asimismo a nuestros Hasṣan y Huṣṣayn (los príncipes de los jóvenes en el Paraíso).
Hermanos/as:
Es obligatorio asistir a la Jutba y al ṣalat del Viernes para los hombres, siempre que no se den circunstancias que lo impidan. Allâh anima a la plegaria en grupo en razón de si entre los asistentes hay un mu’min (verdadero creyente), aunque él no oficie de Imâm. Es muy posible que, por su presencia, dicho mu’min sea el Imâm de la mezquita en función de la Baraka con la que Allâh le reviste por estar en Su satisfacción y ser objeto de Su distinción.
Quien no pueda asistir por una razón poderosa es como si lo hubiera hecho, pues la recompensa del Bien se extiende también a las intenciones.
Muchos sermones en muchas mezquitas comienzan mal. Y voy a deciros por qué:
No entiendo por qué razón, parece ser una moda, la mayoría de los que administran el sermón de los Viernes citan un hadiz, que aunque verídico, hace mucho mal a los asistentes, ya que citándole por separado y escondiendo su complementario, se hace deshonor al oficio de predicador, a la vez que se hace mal a las personas que asistiendo no conozcan suficientemente los hadices. El hadiz en cuestión es este:
Ŷabir ibn ˤAbdullâh – que Allâh esté satisfecho de él – dijo: el Mensajero – sobre él la plegaria y la paz – dijo: «Toda innovación es un extravío, y todo extravío acabará en el Fuego.» Transmitido por Muslim.
No negamos la autenticidad de este ḥadiz al igual que tampoco negamos el de este otro recopilado asimismo en el Saḥih Muslim:
Quienquiera instaura una buena sunna obtendrá por ello una doble recompensa: la primera por haberla introducido, la segunda constituida por la suma de recompensas adquiridas por aquellos quienes la practiquen hasta el día del Juicio…
El día de la Resurrección verás a quienes mienten sobre Allâh con el rostro ennegrecido” (39-57)
Esta prédica que olvida este hadiz último y lo elimina del discurso, no puede ser sino producto de uno de dos factores, a saber: o bien el jatib no lo conoce, y esto es un hecho muy grave que le descalifica para su misión; o bien, como segunda opción se hace con una intención determinada de maleducar a los musulmanes haciéndoles llegar un mensaje sesgado de que todo es Ḥaram o innovación.
Esta prédica predispone a los musulmanes al exceso de escrúpulo, que es, sin duda alguna, un producto directo del bisbiseo (waswas) del šaytan en el oído y corazones de los musulmanes. Asimismo se les engaña en su religión no prestando atención a este hadiz:
Quien nos engaña no es de los nuestros.
Algunos se valen de esto para atemorizar a las gentes e inutilizar su raciocinio haciéndoles creer que Allâh y Su profeta consideraban esto o lo otro como Ḥaram e innovación.
Este jugar con la Sunna y utilizar los hadices a conveniencia tiene un resultado nefasto para aquel que emprende ese camino. Un hadiz que podemos encontrar en Bujari, dice:
Mentir sobre mí no es igual que mentir sobre otro. Quien mienta a sabiendas sobre lo que yo he dicho o hecho que vaya preparando su lecho en el Infierno.
Mal negocio hace el predicador que incluye el primer hadiz en su sermón, ya que no citando el segundo, de manera consciente o inconsciente miente sobre el Enviado – sobre él la plegaria y la paz – , muy a pesar de sus advertencias sobre lo serio de engañar sobre la Sunna.
La forma del sermón
Es Sunna que el predicador alce la voz durante la jutba sin llegar a gritar. Estamos predicando al pueblo y las palabras del Islâm han de ser altas de tono e importantes en su contenido; siempre, eso sí, adaptadas a las personas a las que van dirigidas.
Cuando se dan recomendaciones, en toda evidencia han de ser citados el Qur’an y la Sunna.
Un hadiz dice:
Acortad la Jutba y alargar el ṣalat.
No obstante, si por la necesidad de hacer llegar un mensaje muy importante al pueblo, a las gentes, se hace necesario alargar el sermón, no hay problema en hacerlo. Ello será un bien para las gentes.
Ha de saber el predicador que si los prolegómenos, el contenido y el final del sermón son adecuados, la asistencia divina estará con él. Pero si hace lo que hemos denunciado se hará responsable del mal causado. Mayor responsabilidad para el que lo hace a conciencia y para el que no lo hace la responsabilidad caerá sobre su ignorancia y su osadía de hablar a las gentes sin saber. Esto último es asimismo grave de solemnidad. Pues, hay que decirlo:
Hablar de religión sin saber es Ḥaram y hacerlo puede traer una respuesta de lo alto que podría ejecutar Justicia anticipada acabando con la situación o con el que la promueve.
“Práctica constante de Allâh con los que vivieron anteriormente. Y no encontrarás cambios en Su costumbre” (39-62)
La Jutba se suele hacer en dos partes: la primera es el desarrollo del tema; la segunda es la recopilación de lo dicho y las peticiones hechas a Allâh.
El tema del sermón
Ha de ser adecuado a los asistentes. Ahora bien, si se trata de una gran mezquita se puede emprender un tema general.
Si se hace mención a las gentes de un vicio que anida en el seno de la comunidad, ha de hacerse mencionando el peligro de realizar determinados actos. Pero a la vez ha de esperanzarse a las gentes recordando los beneficios que puede aportar un cambio de comportamiento. La gente ha de salir de la mezquita contenta y satisfecha de haber acudido.
Que Allâh derrame Su Gracia entre vosotros este día de Viernes.
Oh Allâh, auxilia al Islam y a los musulmanes. Guía nuestros pasos por el camino recto. Al pobre, ya Allâh, auxíliale; al enfermo dale salud; al que está en dificultades dale la apertura. Al que Te busca, acompáñale; al que Te ama considérale. Al que Te obedece prémiale; al que hace el Bien, multiplica Tus gracias con él; al que se arrepiente perdónale. Tú que salvaste a Ibrâhîm del fuego y a ˤIsâ de la cruz, sálvanos de los peligros y de las dificultades.
Oh Allâh, somos de Ti y vamos a Ti, con espíritu risueño y confianza plena en Tu Misericordia y en Tu infinita Grandeza. Oh Grande de los grandes; Bueno de los buenos.
Para finalizar, os pido que este sermón que acabo de terminar sea tenido en cuenta y lo hagáis circular en beneficio de los hermanos. Ellos con la ayuda de Allâh se pueden beneficiar de lo aprendido por aquellos que llevamos años en la Ciencia y en la Verdad.