Los púlpitos de la Verdad

A-s-salamu ˤalaykum – La paz sobre vosotros

He titulado este escrito como “Los púlpitos de la Verdad”, ya que hoy por hoy nos encontramos en una época en la que cualquiera, sea cual sea su grado de ignorancia, se sube a los púlpitos para clamar.

Hay tantos y tantos que se encaraman a lo más alto de los mimbares para clamar cualquier cosa que se le pasa por su imaginación o por su propio Ego, que ha llegado el momento de preguntarnos dónde podremos encontrar esos púlpitos a los que se suben a predicar los que hablan la Verdad y enseñan el Camino recto a los creyentes.

Agrava más todo esto, si cabe ir más allá, un hadiz que sentencia sobre una situación caótica, que no nos encontramos lejos de vivir, pues estamos en el tiempo al que se refiere el hadiz:

De Abdullah bin Amru bin Al-Ás – que Allâ esté satisfecho de él – que el Mensajero de Allah – sobre él la plegaria y la paz – dijo:

«Allâh no retira de una sola vez el conocimiento . Lo hará haciendo morir a los sabios con su conocimiento. Entonces, quedarán solo personas ignorantes que, cuando se les consulte, darán veredictos basándose en su opinión personal solamente; se extraviarán y extraviarán a otros.»

Si bien, no podemos decir que Allâh haya ya retirado a todos los sabios, a todos los que detentan conocimiento; si es verdad que nos encontramos en ese proceso; y tanto es realidad esto que podemos decir, que de 1.000 de aquellos que se suben a un mimbar solamente uno dice la Verdad. Y de ese 1 cada 1.000, alguno detenta una pequeña sabiduría y otros más, hasta llegar a la cima de los sabios, personas de la Umma a la que pocos conocen y muchos menos reconocen.

¿Cómo se ha podido llegar a un extremo de desconocimiento tal que, nadie o casi nadie, sepa quién o quiénes de la Umma son la cima de los sabios que enseñan la Verdad? Si no conociéramos la situación, diríamos que esto es ilícito para la Umma de Muhammad en general. Y lo es, desde el punto de vista de la buena Guía y el buen Consejo.

Es cierto que debido a la irrupción de un falso Islam, procedente de aquel lugar de donde el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – dijo que saldrían los cuernos del chaytan; un falso Islam, que como el negro y viscoso petróleo del cual procede, lo ha inundado todo, ha cubierto campos, mares y montañas, hasta cubrirlo todo con su nauseabundo olor y oscuro color.

Y esto, es verdad, puede inocentar a muchos, quienes con ahínco buscan la verdad sin poder encontrar de primer golpe de vista a aquellos, que por Allâh, la detentan, conservan y enseñan.

Ahora bien, si, como muchos decimos, nos encontramos en un tiempo en el que cualquier ignorante se sube a los púlpitos, y sabiendo esto, no hacemos nada para encontrar a los verídicos y al conocimiento que detentan, entonces somos nosotros, sin duda alguna, los que, con nuestra actitud pasiva, nos merecemos lo que tenemos, que es muy poco o nada.

Porque no se puede aprender la Verdad desde casa con las zapatillas puestas, zapeando y poniendo videos. Este no es el modelo de musulmán que Allâh ama; no es el modelo de musulmán a quien Allâh va a agraciar con el conocimiento y la guía; porque quien así actúa no merece ni el uno ni la otra.

¿No dijo el profeta: “Id en busca del conocimiento, aunque debierais ir a China”?

Y sí el Profeta nos impelió a buscar la Verdad y el conocimiento en una época en la que se viajaba en carro y en caballo a un lugar tan lejano; ¿cómo es posible que no nos movamos para ir bastante más cerca, habiendo las facilidades que existen hoy en día? Debemos auscultarnos, pedir responsabilidades a nosotros mismos, y no estar quejándonos de una situación, que aunque difícil, tiene remedio, siempre que nos demos la pena y trabajemos lo suficiente para buscar. Porque la Verdad y los sabios son oro y diamantes y no se pueden encontrar en el mercado de abastos, donde compramos melones y patatas.

Hay que trabajar para merecer, hay que penar para abrir el corazón:

Después de la apretura viene la apertura

No hay gesta sin héroe, no hay victoria sin combate, no hay recompensa sin trabajo, no hay éxito sin pérdida anterior.

El Profeta – sobre él la plegaria y la paz – y sus compañeros emigraron, dejaron todo por seguir la Verdad; dejaron sus pertenencias, muchos sus vidas. Y eso, queramos o no, es Sunna. ¿No dice el Corán sobre aquellos que luchan por la Causa de Allâh con sus bienes y sus personas? ¿No es la Causa de Allâh la búsqueda del conocimiento y de la Verdad? Y nosotros ¿qué hemos dado por ello? ¿Hemos renunciado a algo? ¿Nos hemos siquiera molestado en saber lo que no sabemos? ¿O el orgullo nos ha cegado tanto que, como ciegos y sordos, pensamos que por tener acceso a información de acá y de allá, lo sabemos todo y podemos responder ante cualquier situación? Pues no. Pues no es este el escenario que nos ha sido descrito en los hadices para esta época, ya que todos ellos coinciden en que nos encontramos en los tiempos de la Ignorancia; de una ignorancia tal que nos ha hecho caer en el mismo agujero que nuestros predecesores.

Gentes hay, hermanos/as, a quienes yo conozco, y por pudor no puedo decir quiénes son, que dejaron trabajo privilegiado y bienes por buscar la Verdad en tierras lejanas, yendo a un lugar donde nadie les prometió bienes materiales y nadie se los dio. Gentes, quienes perdiendo a sus progenitores siendo niños hubieron de buscar vida y sabiduría con gran esfuerzo; gentes que supieron que para caminar hacia el encuentro de su Señor había que darlo todo, había que ponerse en Manos de Allah, en total confianza y sumisión. Y, quien todo lo pierde, esperando que El – exaltado sea – se ocupe de su vida, sin duda alcanza la verdadera sabiduría y la verdadera fe.

Y ellos son aquellos que se suben a los púlpitos de la Verdad, desde los que predican la sabiduría, escancian al sediento y sacian al hambriento.

Que Allâh nos guíe hacia la Verdad y el Bien.