Los predicadores del circo

Abdul Karim Mullor

Los predicadores del circo

Es de todos sabido, aunque no se reconoce de manera abierta, que los « predicadores » del Islâm (y digo del Islâm por decir algo) han seguido las mismas tácticas que los charlatanes evangelistas americanos tan amantes de lo escandaloso, del glamur, de lo teatral, de los espectáculos de luces, de poses, de puestas en escena. Por describirlo en una palabra procedente del argot popular, de escenarios bastante horteras rondando lo vergonzante.

Resulta particularmente irrespetuoso, irreverente hacia nuestra religión? presentar un cartelito con la foto de uno o dos predicadores como si se tratara de uno de esas carteleras del cine y del teatro que se ponen en los muros o en los anuncios iluminados de las ciudades para presentar el último bodrio cinemático inventado por Hollywood.

Quien se presta a ser presentado de esa manera demuestra una llamativa falta de pudor, habida cuenta de que dice “hablar del Islâm”. Evidentemente, para que esto ocurra han de darse dos situaciones posibles:

Una, cuando se encuentran apoyados económicamente por algunos de los países que todos conocemos.

Y otra en la que uno busca hacerse famoso explotando un nicho de negocio no descubierto hasta entonces.

Poco importa que el charlatán de turno diga la mentira o la verdad. El aparato propagandístico le presentará como una eminencia. Da igual que cuanto diga y haga sean las charlotadas de turno dignas para ser archivadas en las papeleras de nuestros castigados oídos.

Lo mismo da que la estrella así presentada sea un charlatán y se apellide Naik. Que sea un adulterador del Corán y se apellide García. Que sea un titiritero que llama adúlteras a las que se echan colonia apellidado Benisa. Igual que sea uno de los múltiples cuentistas que nos hablan desde los oráculos de la zona del Golfo. Saben que los espectadores se van a entregar cuando el diestro encare la suerte. Van a acudir como las moscas, y van a aplaudir como aquellos que se presentan en los estadios para pasar la tarde. Hay que saber que las moscas acuden a cualquier sitio; no es necesario decir más.

Es verdaderamente triste observar como el fervor religioso que debería ser fuerte como los castillos, se ha convertido en feria de confetis y matasuegras.

Es realmente patético observar como personas mayores, hombres de pelo en pecho, y mujeres, honrosas madres, sucumben ante esta pantomima y tienen su religión en tan poca estima que acuden a esta clase de actos vergonzosos presentados como si fuera una función de circo, de cine o de teatro. Pues si se acude a eso lo único que uno se puede esperar es que la cabra trepe por la escalera, el contorsionista juegue con las palabras y el come fuegos lo escupa en vez de tragarlo.

Al Islâm, a la Palabra de Allâh hay que darle un honor. Pero como dice el Hadiz:

“Quien no tiene pudor no tiene Fe”

Nosotros, como el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – empezamos de Cero. En un mundo hostil, en un clima incierto, queremos recuperar el honor de nuestra religión que estos titiriteros charlatanes han manchado de diversas maneras. Nosotros, gracias a Allâh, no tenemos bienes; contamos con nuestro corazón, nuestra sinceridad, nuestra honradez y nuestra pluma limpia de mentiras. Todo esto al servicio de un Dios Todo Poderoso a quien amamos de todo corazón, y de una bella religión a la que nos adherimos en justicia y en verdad.

¿Cómo se ha podido llegar a una situación tal? ¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Dónde está la veracidad en el habla, la sinceridad en el corazón, el servicio desinteresado a la Comunidad?

¿Os habéis preguntado cuánto dinero ganan estos patéticos personajes de los que estamos hablando? Dinero del Haram, por supuesto ¿Os habéis preguntado de dónde sale todo este espectáculo churrigueresco que les rodea? ¿No veis que sale del mismo sitio de dónde se combate contra la religión del Islam? ¿No comprendéis que los enemigos del Islâm se sirven de estos corruptos para socavar los cimientos de nuestra religión?

¿Dónde están esos hombres, esas mujeres inteligentes a los que no se les escapa ni una; a los que nadie puede engañar? ¿Dormidos? ¿Escondidos? ¿Dónde estáis?

¡Os necesitamos; vuestra religión os necesita!