Los pilares de la incredulidad

Abdul Karim Mullor

Los pilares de la incredulidad

Cuando un Ser humano dice que no cree en la Divinidad lo hace por diversos motivos. Aunque, todo hay que decirlo, cualquiera de las razones de su increencia podemos encuadrarla dentro de tres grupos más extensos:

1 / No se cree porque no se ve.

2 / No se cree porque no se encuentra en uno mismo la necesidad imperiosa de buscar la Verdad.

3 / No se cree por imitación de personajes “ilustres” que invitan a no hacerlo.

1 / No se cree porque no se ve.

En el primero de los casos se trata de un acomodo personal a las condiciones de la vida materialista. El que padece esta carencia de fe es una persona que no considera otra realidad que la que puede percibir por los sentidos y conceptuar por la mente. No cae en la cuenta, o no se plantea hacerlo, de que en el momento en el que se manifieste en él una carencia sensorial o una disfunción mental, la realidad, que desde entonces ya no puede percibir por entero, no ha cambiado en nada con respecto a su carencia. El mundo sigue y él se ha estancado.

Esta persona se está contradiciendo a ella misma, pues no es consecuente ni tan siquiera con la realidad material en la que se escuda para argumentar sobre su increencia. Tampoco lo es cuando, como todos sabemos, si miráramos la luz del Sol sosteniendo la mirada podríamos terminar aquejados de ceguera, prueba fidedigna esta de que los sentidos y la mente no están diseñados para percibir la realidad por entero. Ni tan siquiera la realidad sensorial y material.

¿Es que no van por la tierra teniendo corazones con los que comprender y oídos con los que escuchar?
Y es verdad que no son los ojos los que están ciegos sino que son los corazones que están en los pechos los que están ciegos.
(22-46)

Se trata de una clase de personas en las que los sentidos y la mente se presentan ante ellos con un nivel de sólida estabilidad aparente. Tanto es así que ellos piensan que lo que perciben a través de sus facultades mentales y sensoriales es la única realidad y que no es posible que exista otra. La espesura de sus sentidos y mentes les impiden percibir algo fuera de ellos. Esto es un gran hándicap que les ancla en las profundidades de las miserias materiales. Su espíritu pesado les hace caer en lo más bajo y oscuro de la existencia.

Se encuentran cómodos en sus pequeños dominios, tanto que salir de ellos les parecería como aventurarse en dar un salto al vacío.

Se trata de una debilidad congénita que se vuelve más espesa y fuerte a medida que sus sentidos y mentes se apoderan de sus voluntades propias hasta hacerlos navegar anegados en las simas de la oscuridad. Tanto más hondo se está en ellas, más lejos se encuentran de la luz.

La medicina para este mal solamente la tiene Allâh. El, si quiere que crean, les suscitará una gran perturbación que les hará salir de su relativa comodidad. Por eso dice el hadiz que en los últimos tiempos Allâh llevará a gentes encadenados al Paraíso. Es decir, por fuerza.

2 / No se cree porque no se encuentra en uno mismo la necesidad imperiosa de buscar la Verdad.

En cuanto al segundo grupo se refiere, podemos decir que hay personas de mente abierta que podrían buscar si se lo propusieran. El problema que se les presenta es que se ven sumidos en la vorágine de los placeres, y prefieren no proponerse otra cosa de miedo a deber adquirir un compromiso que les impida hacer todo cuanto desean.

Se trata de personas cuyo umbral sensorial y mental es espeso, pero que asimismo se podría abrir a otras posibilidades con cierta facilidad.

Nos encontramos aquí ante personas que literalmente “se niegan a creer”; o bien se niegan a buscar la Verdad con sinceridad. Son aquellos para quienes la vida mundanal es juego y diversión y no anhelan compromiso de ningún tipo que pueda coartar su ambición de gozar.

Sabed que la vida del mundo es en realidad juego y distracción, así como apariencia, jactancia entre vosotros y rivalidad en riqueza e hijos.
Es como una lluvia que admira a los sembradores por las plantas que genera, pero que después se secan y las ves amarillentas hasta convertirse en deshecho.
En la Última Vida habrá un duro castigo, y también perdón de Allah y beneplácito.
La vida del mundo no es más que el disfrute del engaño.
(57-20)

3 / No se cree por imitación de personajes “ilustres” que invitan a no hacerlo.

Por fin nos encontramos ante el tercer grupo. Se trata de personas de un alto grado de ignorancia; fácilmente manipulables.

Inseguros de ellos mismos, ellos atienden a las palabras de aquellos que hablan para llevar al rebaño a su redil.

Se les abre la boca de admiración frente a personajes con una alta gama de labia quienes son potenciados por un elenco de propaganda fomentada, ya sea por los medios de información, por editores de librillos o por consignas propagandísticas destinadas a la guía del rebaño que pastará donde se le diga y comerá lo que se le ofrezca.

Han sido presas de las argucias del lobo, que les introducirá en su redil a fin de devorarlos uno a uno.

Son presas de filosofastros, de politicastros y de filósofos orientales de pacotilla. Actúan como las huestes de la sumisión al régimen que se les imponga. Son las presas de los eslóganes; son los corderos de los manipuladores de masas que les llevarán doquiera que se hayan propuesto, acompañando sus invitaciones con razonamientos de lo más pueril y ordinario.

Gentes sin voluntad, sin oficio ni beneficio, que se entregan por completo al primero que grita en la plaza pública.

Creo que hemos dibujado la situación tal y como es. Esperamos no haber dejado nada en el tintero.

Quien quiera escuchar que escuche; quien no quiera, esto no nos beneficia ni perjudica.

Como siempre no esperamos nada de nadie. Hacemos el Bien por la satisfacción de hacerlo, sin esperar nada a cambio.

Esperar, solamente esperamos de Allâh; el Irresistible, el Todo poderoso, el Eterno.