Los libros son las cenizas del Conocimiento

Por Abdul Karim Mullor

A-s-salamu ‘alaykum – La paz sobre vosotros

Cuando uno ha interiorizado el mensaje sublime de las verdades, expresadas de múltiples maneras por uno u otro de aquellos que han jugado el noble papel de trasmitírnoslas a través de la Historia para que las conozcamos y sigamos. Cuando comprendemos que esas verdades venían expresadas en código temporal, adaptadas a aquellos que vivían en sus tiempos, entonces habremos realizado algo que se puede clasificar, no solamente en el orden del Conocimiento, sino en el del Arte de saber comprender, vivir y hacer por uno mismo;, habida cuenta de que el conocimiento de la Verdad se interioriza y mezcla con nuestra sangre, nuestros músculos, nuestra vida, pensamientos, decisiones y vocación.

Es entonces que los libros se convierten en las cenizas del Conocimiento. Es entonces que el mensaje forma parte de nosotros mismos, es consustancial a nuestra existencia, a nuestra naturaleza y visión de las cosas y de los asuntos. Somos nosotros el libro a partir de ese momento; somos el testimonio andante y viviente de que las realidades citadas en un papel no son nada sino se corresponde con la vida propia. Somos entonces nosotros quienes damos consejo y enseñamos a otros y a nosotros mismos. Pues, todo cuanto leímos antes, se encuentra escrito en las páginas de nuestras vidas, de nuestros pensamientos y actos.

Hace muchos años, pude devorar centenares de libros comprendiendo su significado; pero llegó un momento en el que supe que ya no era necesario. Por eso, un día, hace ya más de 10 años, encontrándome frente a frente con mi maestro, éste me dijo, argumentando de una manera y de otra:

Los libros son las cenizas del Conocimiento

En toda evidencia, él no se refería al Corán y a la Sunna, si no a todas las maravillosas y valiosísimas publicaciones que, en forma de libros escribieron y publicaron los insignes sabios del Islam de todos los tiempos.

En ese momento comprendí que mi desinterés por la lectura era un sentimiento puramente lógico y necesario. Pues, hacerse guiar por libros cuando uno ya sabe lo que tiene que hacer, es tan redundante como innecesario; e incluso podría ser contraproducente, ya que lo escrito antes fue para la gente de aquella época y no para la de esta.

Los libros, hermanos/as, son una ayuda necesaria para mostrarnos cuál es el camino y sus características; pero cuando se está en ese camino, y se ha recorrido en parte o completamente, ya no tenemos necesidad de recurrir a ellos. Los escritos fluyen en nuestro interior, las ideas, los conceptos, las palabras, la forma de decirlas; todo ello recorre los pastos verdes, las montañas, los ríos y los mares que habitan nuestro ser interior. Si no te dejas llevar por la pasión, tú serás el libro.

En esta época, en la que la gente escribe como robots, dando referencias escriturarias con página, número de tomo y editorial, creyendo que con ello son más sabios; los más inteligentes son aquellos quienes captan si las citas se corresponden con la realidad que vivimos o con aquello que pueda facilitarnos la vida. No es citar tales o cuales palabras y utilizarlas lo que te hace sabio, amigo; lo que te hace sabio, donde demuestras que hay algo de valor que vive dentro de ti, es cuando eres tú quien citas en el libro de tu interior y cuando sacas tus propias sentencias para enseñar a otros.

Pero quien esto hace, rápidamente es atacado por ignorantes que no soportan aquello que contradiga lo que hay escrito en las publicaciones que, ceremonial y pomposamente, tienen colocadas en sus lustrosas, adornadas y bibliotecas, exponiéndolas al público como siendo un marchamo de sabiduría.

La Sabiduría es una fuente que siempre mana. El agua de ayer no se bebe; se bebe ese agua de hoy que mana de la fuente bendita y eterna de la Verdad.