Los lazos familiares

Los lazos familiares

Que la sociedad actual en general aboga por la destrucción del modelo de familia cuyo origen es el matrimonio de un hombre y una mujer es evidente. No solamente es esto, sino que esa sociedad, que irónicamente se ha dado en llamar “del desarrollo”, y que algunos, de manera, bastante cómica por cierto, llaman “del bienestar”, quiere acabar con toda referencia religiosa y moral a fin de que el Ser humano sea un perfecto y acabado producto al que se le pueda guiar y vapulear al antojo de quienes en realidad detentan el poder.

Dijo el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – :“Cuando una persona contrae matrimonio, ha completado la mitad de su religión.” (al-Baihaqi)

No se trata pues de una conspiración como tal, ya que la característica por la que se reconoce una conspiración es la clandestinidad. Al tratarse entonces de un secreto a voces, podemos decir que el acoso y derribo de la familia, así como el de los principios morales, no es una conspiración, sino un atentado a plena luz del Sol.

¡Hombres! Temed a vuestro Señor que os creó a partir de un solo ser, creando de él a su pareja y generando a partir de ambos muchos hombres y mujeres. (4-1)

Como nuestra web trata del Islâm, es de comprender que nos estamos refiriendo a nuestra comunidad que es, en resumidas cuentas, lo que nos compete. Que cada uno luche pues por la suya si sabe o puede, pues hacerlo por otros no forma parte del abanico de nuestras responsabilidades.

El Corán y la Sunna nos avisan del peligro que entraña el acoso y derribo de la familia. En el Islâm la destrucción de los lazos de sangre constituye uno de los pecados más grandes, asimilable al crimen y al robo, y solamente superado por la idolatría.

ˤAlî Ibn Abi Talib – que Allâh ennoblezca su rostro – preguntó un día al Profeta – sobre él la plegaria y la paz – si debía visitar a su tía que era idólatra. Muḥammad les respondió que debía hacerlo, que debía ir a visitarla y a honrarla.

Esta visión magnánima del Islâm es de esas que traen la paz al mundo. Por un lado porque hace comprender que el Ser humano está para ayudarse el uno al otro, y por el otro, porque ofrece una visión de la religión como una herramienta indispensable para la convivencia humana de base.

El musulmán, si lo es, y actúa como tal, no se cree ni se siente superior a nadie. Al contrario, él trata de mejorar su carácter y su comportamiento haciendo el bien a propios y extraños. Claro está, que como es de creer, luchará por lo suyo con denuedo y no consentirá que nadie se lo arrebate.

Los lazos familiares, cuando estos nacen del amor de un hombre y de una mujer, son férreos y consistentes. Si en ese matrimonio hay amor entonces habrá respeto y existirá un hogar. Contrariamente a esto, si esa unión se encuentra basada en intereses financieros, será causa de desgracia. En este caso ambos miembros sufrirán las consecuencias de su mal escoger, así como la descendencia que pudiera nacer de una tal unión.

Allâh ha bendecido al matrimonio; ha hablado del amor que une a los cónyuges. Asimismo Allâh ha elogiado a la capacidad de tener descendencia y ha puesto el colofón en la adopción de los huérfanos. Esta última es una señal inequívoca de la extrema y fundamental importancia de un hogar que puede extender sus brazos para recibir nuevos miembros sobre la base del amor y de la convivencia.

Y entre Sus signos está haberos creado esposas de entre vosotros para que encontréis en ellas sosiego, y puso entre vosotros amor y misericordia. Por cierto que en esto hay signos para quienes reflexionan (30-21)

Nuestro Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz – era huérfano desde la temprana edad de cinco años cuando murió su madre Amina. Él fue acogido en la familia de su nodriza, y posteriormente fue tomado a cargo por su tío Abu Talib. De este último, aun a pesar de no haber profesado el Islâm, se dice que es quien sufre el menor castigo de los condenados. Y ello es así en función del ejemplar comportamiento que tuvo con su sobrino e hijo adoptivo.

El amor que emana de los hogares irradia a la sociedad. En caso contrario, donde no hay luz solamente circulan las sombras de lo que debiera ser y no es.

El culmen de una familia es cuando entre los cónyuges existe un acoplamiento total. Es decir, cuando el uno para el otro, no es solamente un amante, sino un confidente, un amigo, un hermano, un padre y una madre. Es muy importante pues que el compromiso marital nazca de una visión integral y compartida de la vida, para que, en base a ello se construya el edificio familiar, y este último ayude a conformar la sociedad.