Los días anteriores al Aid

A-s-salamu ˤalaykum – La paz sobre vosotros

Cuando vemos los consejos que se dan para pasar los 8 primeros días del mes Dû-l-Ḥiŷŷa más el día de ˤArafa, nos da más la impresión de estar leyendo una guía para liberados, es decir, para gente que no se encuentra ejerciendo en el mundo laboral.

Alguno podrá echarse las manos en la cabeza y decirnos: “decimos lo que dice la Sunna”. Sí es cierto que existe una Sunna para los primeros días de este mes; pero hay que tener en cuenta que esa Sunna es para aplicar en un país y en un medio que la facilite, lo cual, hoy por hoy, es prácticamente imposible.

La Sunna para estos días es la de ayunar si se puede y multiplicar los actos voluntarios; recluirse en las mezquitas y templos y recitar mucho el Corán. Pero, hermanos, vivamos en la realidad, el que trabaja no puede hacer todo eso. Algunos sestean en las mezquitas, mientras otros trabajan para mantener a sus familias y a ellos, ya que muchos de ellos cobran por no trabajar. Algunos cobran de países, aparentemente islámicos, para contaros historias peregrinas sobre el Corán y la Sunna, y haceros creer que lo que dice el uno y la otra es lo que ellos predican.

La Sunna, hermanos/as, de estos días es la de recordar mucho a Allâh; pedir perdón por nuestras faltas, tomar consciencia de los errores y faltas de nuestro ego, y saber que hay que sacrificarnos para que Allâh nos perdone y nos acepte. Esta es la Sunna. Si trabajamos para ganar nuestro sustento, pensando en esto y teniendo presente la santidad de estas fechas, es suficiente; si además de eso, podéis ayunar un día, que ese día sea ˤArafa, el día antes del ˤAid; si podéis y queréis hacerlo más, que no sea nunca por auto presionarse, si no con soltura y gracia por amor a Allâh.

El ˤAid no es el cordero, es el signo del sacrificio de nuestro Ego en aras a ser aceptable por Allâh; y aunque esto último sea privilegio de unos pocos, pues es un gran favor de Allâh que no da a muchos, al menos, posicionémonos en ese camino seguro y completo.

Para obtener el perdón hay que hacer Tawba, es decir, arrepentimiento sincero con el propósito firme de no caer en las mismas faltas o errores, aunque sepamos que somos imperfectos y no estamos exentos de cometer ambos. El perdón es una cuenta a Cero, un comienzo, una página nueva; nos proporciona las llaves de una puerta, detrás de la cual se encuentran objetos y conocimientos maravillosos, si podemos acceder a ellos por una Gracia divina. El perdón nos renueva; hace morir al hombre viejo para hacer renacer el nuevo. Pero para ello debemos estar dispuestos a aceptar ese cambio, esa transformación, que hará que con la sangre de nuestro cordero corran nuestras faltas saliendo de nuestras venas, bombeadas por nuestro corazón.

Porque hermanos/as, la víctima no es ‘Ismaˤil – sobre él la paz -, somos nosotros, nuestros egos, nuestras ideas preconcebidas, nuestros viejos hábitos, ya rancios y corroídos por el óxido de las malas costumbres. Nosotros somos el cordero, nosotros somos el sacrificio.

Nadie muere, si es que muere de verdad, sin un renacimiento posterior; y esa conversión, esa metamorfosis del siervo de Allâh, complace a nuestro Creador. Ese renacer, esa nueva persona que ha de salir del ˤAid, debe reparar los errores causados, extender la Misericordia entre los suyos, y ser un referente de bondad y de bien. Y si no es de esa gente del recuerdo, que siga a estos; y si no es de los purificados que los busque y aprenda de ellos los significados del Corán bendito. Y si es de ellos, que con sus alas dé sombra a la Umma, que proteja a los creyentes con la ayuda de Allâh, y que sea el amparo de los afligidos. Seamos pues, como Allâh quiere que seamos; no Le decepcionemos.

Todos necesitamos de Allâh; todos somos indigentes sentados a la entrada del palacio de un Rey Poderoso y Eterno. Y es mejor estar a las puertas de su palacio, sino estamos dentro, que construir el nuestro propio con las desdichas ajenas, con el Ego como cimiento. Pues nuestro palacio no se asemeja al del Rey, es, al contrario, un desafío hacia Él, un rivalizar en los atributos que le son propios, como son el Poder y el Señorío.

La puerta de Allâh siempre está abierta, flanqueada por servidores risueños y complacientes, solícitos para con el buscador, obedientes al Señor del Lugar. Un Señor pleno de Belleza y de Bondad, Misericordioso con los atormentados y los afligidos, Solícito con los arrepentidos, Grande con los que se humillan, que nos dará y nos hará estar satisfechos si nos ponemos a Su disposición con alma y vida.

Que Allâh acepte nuestro sincero arrepentimiento y que lave nuestros corazones para poder presentarnos limpios en Su Presencia.