Las visiones verídicas – Su interpretación
Abdul karim Mullor
Sobre los sueños verídicos – La interpretación
Hablamos ya en otra ocasión sobre los sueños verídicos desde otra perspectiva; pero hoy hemos de decir que su importancia y profundidad depende directamente del estado espiritual (maqam) del que los ve.
No quiero dar más detalles al respecto, pero si puede decir que al principio de mi andadura con mi actual maestro estas visiones se sucedían a diario; tantas tuve que, por la propia experiencia Allâh me dio la gracia de poder llegar a interpretar la inmensa mayor parte de ellos.
Puede ocurrir, y de hecho es así, que a alguno Allâh le otorgue la gracia del ver a un profeta o al Profeta mismo – sobre él la plegaria y la paz – y que este alguien se crea que eso es la prueba de que ha obtenido ya un maqam elevado. Y esto no es así, ya que estos sueños no son sino indicativos de que su interior evoluciona hacia el Bien, pero no son prueba definitiva de un estado espiritual elevado.
Bien es cierto que no cualquiera puede ver al Profeta en sueños; también es verdad que si uno trabaja con un maestro al menos diez años y no ha visto al Profeta, o el maestro no lo es, o el discípulo no ha trabajado como debía.
Y es verdad que el profeta, entre una de sus recomendaciones dirigidas a las generaciones posteriores dijo que ahora que él se iba nos quedaban las visiones verídicas en sueños.
Claro está que esas visiones tanto más maravillosas serán cuanto el que las tiene más cerca esté de la Presencia divina. Pero no menos cierto es que a cualquiera, debido a la falta de frecuencia de estos sueños, cualquiera, por pequeño que sea, le pueda parecer maravilloso o singular; pero hay más, mucho mucho más, que no quepa de ello la menor de las dudas.
Es importante saber dónde se encuentra uno en realidad, si en lo que sueña o en lo que percibe en el estado de vigilia. Podría dar la impresión de que el sueño es como un regalo que se recibe del mundo espiritual, pero en realidad, y ello cuando las visiones se repiten, se trata del estado en el que se encuentra el interior de la persona. De tal manera que si uno ve con asiduidad al Profeta, por poner un ejemplo, es señal inequívoca de que se encuentra junto a él.
Y si uno se ve morir, una y otra vez es señal de que cambia de un estado a otro en una evolución ascendente hacia la fuente.
Y si uno se baña en aguas claras es señal de que se encuentra purificando su interior. Mucho más si se ve rezando, o invocando, o recitando el Corán, o ve el Universo, el mar, la luna el sol, las nubes, las estrellas, los planetas, el espacio.
Es así que si uno vuela es señal que se ha desapegado del mundo, y si uno bucea es que encuentra los tesoros de su interior; si camina sobre las aguas domina sus pasiones.
Si se ve como Imâm dirigirá a otros; si dirige a una muchedumbre en el salat, entonces es uno de los awliya de Allâh; si se ve como wali es que lo es; si se ve profeta es que se asemeja a una de las características del profeta en el que se ha convertido en el sueño. Si se ve de gran estatura es que su conocimiento es elevado.
Si uno discute con alguien o le golpea es que le ama; si uno llora es que va a recibir un regalo de Allâh; si uno come, aprende; si como rezando entonces es que conoce los significados ocultos del salat.
Hemos puesto algunos ejemplo, pero hay más, muchos más. El mundo de las visiones es el mundo real en el que nos encontramos, siempre y cuando estemos en el Camino de Allâh. Pero al final, estemos donde estemos, la otra realidad, no menos real que la anterior, es que nos encontramos en una vida en la que somos examinados a diario, en la que tenemos que estar a la altura en el reconocimiento de nuestras obligaciones, de nuestra responsabilidad, de nuestra Amana. Un mundo en el que tenemos que demostrar que somos li-l-Lâh, que aspiramos al Bien y luchamos por él.
No se trata pues de divorciar a la Dunya, sino de hacerla nuestra sirvienta con el permiso de Allâh; se trata de vivir la vida que El ha escogido por nosotros, y de no creer que hemos conseguido nada, pues es El quien posee el Dominio de los cielos y de la tierra.