La violación de los lazos de parentesco

La violación de los lazos de parentesco

¡Vosotros que creéis! Es cierto que entre vuestras esposas e hijos hay enemigos para vosotros, guardaos de ellos.
Pero si sois indulgentes, pasáis por alto y perdonáis… Es verdad que Allâh es Perdonador y Compasivo.
(64-14)

Esta aleya fue revelada porque un grupo de musulmanes decidió emigrar de Meca a Madina pero sus esposas e hijos les insistieron para que no lo hicieran, y en consecuencia fueron retrasados por ellos.

De la misma manera ocurrió con algunos musulmanes que no fueron al ŷihad a causa de la negativa insistente de sus familias.

No se trata pues de una aleya con sentido contundente y totalitario. Ahora bien, aun así, la experiencia nos dice que en otros casos se ha repetido una escena semejante durante el transcurso de la Historia. Se podría decir, y con razón, que hay maridos, y los ha habido, que han impedido a las esposas desarrollar sus derechos durante sus vidas. Pero en esta aleya no se habla de ellos; se habla de las esposas. En otras aleyas se obliga al hombre a otorgar los derechos a sus esposas. Diciendo verdad, este no es el tema que queremos desarrollar, y por lo tanto vamos a dejarlo en esto.

Ocurre, en estos tiempos, que los lazos familiares son violados una y otra vez; y esto sobre todo sucede en el caso de los hijos que se levantan contra los padres. Podemos decir que un 50% de los problemas familiares encuentran su origen en el abuso de los padres a mano de los hijos. Hay que recordar que nuestro Profeta – sobre él la plegaria y la paz – enumera estos hechos dentro de los mayores pecados que un musulmán pudiera cometer.

Es cierto, que la experiencia nos dice, que son las mujeres las más inclinadas hacia los hijos; bastante más que los hombres. Y es de esta inclinación que cuando una esposa adopta el partido de los hijos injustos, menospreciando al esposo justo, ella se convierte en su enemigo potencial.

Decía sayyidina ˤAli – que Allâh ennoblezca su rostro – :

La casa del mu’min es su Paraíso.

Tanto el hombre como la mujer encuentran el Paraíso en su hogar, siempre, claro está, que su relación sea de amor, amistad, hermandad y respeto. Si no lo fuera la casa podría convertirse en un infierno.

La otra causa que genera problemas en el matrimonio es el abuso que la familia de uno o de los dos esposos hacen de su condición de estar ligados por lazos de parentesco. Hermanos/as, tíos/as; padres/madres; entran en la intimidad del hogar para destruirlo, vulnerando así las leyes que protegen el hogar y cometiendo un exceso prohibido contra el lazo de parentesco del matrimonio que en este caso es la mitad de la religión.

El amor desenfrenado a los hijos roza la idolatría, hay que decirlo así. El apego, a veces puede llegar a ser indecente o a rozar la indecencia, cuando uno se ciega por ellos, en algo que se llama amor, pero que no es otra cosa que una debilidad extrema por parte de la persona que adolece de este mal. Asimismo ocurre otro tanto si el esposo o la esposa se ciegan el uno por el otro hasta el punto de cometer injusticias contra terceros, sean o no familiares. Al igual que cuando ocurre, hermanos que indisponen a los padres contra sus propios hermanos, dejándose llevar por las malas artes, y a veces recurriendo a la magia; haciendo todavía más grave su locura injusta.

Recordemos a sayyidina Nuḥ quejándose a Allâh de que su hijo salió del arca, hasta que Allâh hubo de decirle que no era su hijo; que no le considerara como tal.

Incluso el amor a las madres ha de estar regido por la Justicia, de tal manera que no se las permita cometer injusticia alguna hacia el hogar. La injusticia no entra en las relaciones de parentesco. Aprendamos esto bien.

Las peleas innobles por la herencia. Las insidias malsanas para enriquecerse uno y desposeer al otro. Todo esto se encuentra en vigor hoy más que ayer. Es sabido que en casos como estos, el malo saca todo su arsenal.

Archivar a los padres en el asilo, como se archiva una vieja carpeta en el depósito de lo viejo; y luego agredirse por el poco cacho que dejaron los progenitores.

Vivimos en una época en la que la maldad se ha vuelto también cobarde, hipócrita, sibilina. Hoy está de moda ir por debajo; hoy, el cara a cara se ha cambiado por el veneno en el vaso. Frente al mu’min y a la mu’mina se encuentran los que reptan. Aquellos que sin utilizar las articulaciones humanas que Allâh les dio, reptan sigilosamente repartiendo sus silbidos en los oídos adecuados para sembrar el veneno de su codicia y avaricia.