La verdadera y la falsa noción de jerarquía
Por Abdul Karim Mullor
En el Nombre de Allâh – el Todo Misericordioso – el Que Manifiesta Su Misericordia
Lo que sigue significa la realidad que sufre el Islam en nuestro país, dirigido por personas incapaces de realizar la misión que ellos mismos se han otorgado, en ocasiones con total impunidad. Es precisamente esta falsa jerarquía que viola los principios por los que ella misma debe regirse, que son el amor y la misericordia.
Si los menos capaces se encuentran a la cabeza de una organización sea la que sea la derrota y el fracaso se encuentran garantizados.
Por eso estamos como estamos, faltan referencias y casi ningún musulman conoce el Islam tal y como es.
Toda esta falsa noción de jerarquía es la que se aplica en todas las sectas, una detrás de otra. Yo tuve la oportunidad de vivir uno de estos casos y sufrirlo, desde 1979 a 1985, y por ello me encuentro en situación privilegiada para hablar de ello
No lo olvidéis, una comunidad o un grupo dirigido por incapaces es una casa en ruinas.
La noción de jerarquía es extensible a todos los estratos de la naturaleza humana. Existe siempre quien es mejor o más hábil que el resto, ya sea en una cualidad determinada, ya sea de una manera global, como ser humano. De alguna forma podemos decir que aquellos quienes son comparativamente mejores se encuentran más elevados en jerarquía, y ello es simplemente así.

Sin embargo, la mayoría de los seres humanos, dejándose llevar por su egocentrismo innato, desean interpretar interesadamente que son ellos quienes son más capaces y dotados que el resto; es decir: se consideran en el más alto nivel de la escala jerárquica. De esa manera, la verdadera jerarquía se invierte y se manipula. Y la manera más efectiva de dicha subversión de valores es la usurpación de poder a fin de abusar impunemente de los semejantes. Es así que la palabra jerarquía ha llegado a ser asimilada al uso del poder, sea éste del tipo que sea; cuando se trata de poder político, ella es brutalmente establecida por la fuerza, y cuando se trata del dominio espiritual es establecida mediante la persuasión, el engaño así como por la manipulación mental y emocional.
La verdadera jerarquía existente es la de la sabiduría y el dominio del propio ego. La persona quien se encuentre en la cima del saber debe encontrarse asimismo en la cima de la misericordia, la compasión para con sus semejantes y el autocontrol de sus emociones, reacciones y aspiraciones. Aquel más capacitado tiene la responsabilidad de guiar y ayudar a quienes no lo son tanto.
Eso es precisamente lo que nunca comprendieron aquellos quienes se erigieron como cabecillas de los grupos como una manera de dar rienda suelta a sus deseos primitivos de controlar y establecer dominio sobre otros; y esta incomprensión demuestra por si misma el hecho de que estas personas se encuentran en realidad en lo más bajo del estrato en cuanto a conocimientos y comportamiento. Resumiendo entonces en lo más bajo de la auténtica escala jerárquica
Por todo esto, y una vez se establece un grupo sobre dichas premisas, las relaciones nacen viciadas desde el principio. El responsable del grupo en lugar de considerar dicha responsabilidad como una carga, considera antes bien que se trata de ocupar un puesto creado para su disfrute y uso personal, en lugar de ser entendido como lo que realmente es, es decir: una carga difícil de llevar destinada a hacer el bien a sus compañeros. Comprendieron mal, y pensaron que en lugar de tener compañeros y amigos disponían de subordinados de quienes se podía abusar en toda impunidad.
Bien pronto, en estos grupos, se edifica una red de espionaje destinada a sonsacar, manipular y extorsionar anímicamente a los miembros del grupo.
Estas prácticas no eran ni han sido nunca conformes con la sencillez del Islam el cual exige a los responsables de cada grupo, grande o pequeño, una devota dedicación por el bien de todos y cada uno de los miembros.
Para mí esta época, en la cual me encontré en un grupo donde andaban a sus anchas gentes de estas características, se convirtió en un tiempo de estudio exhaustivo de la doctrina inherente al camino hacia y por Allah. Poco a poco la comprensión y la asimilación de aquel camino, el cual auscultaba y retrataba la verdadera naturaleza del ser humano, me hizo crecer en capacidad y claridad de visión.
Al final de esta etapa, clausurada con el fallecimiento de mi primer maestro en 1985, me había convertido en una persona con una capacidad de pensamiento y decisión totalmente autónomos.
Mis relaciones con el resto se habían distanciado sensiblemente, pues de una manera natural cada uno estábamos ocupando el lugar que nos correspondía en el camino del conocimiento. Dicho conocimiento, en lugar de ser adquirido de una manera teórica por el estudio de una cantidad ingente de libros, era de una naturaleza tal que solamente podía ser adquirido por la sinceridad, la belleza del carácter y la inteligencia penetrante y perspicaz.
Por todo esto, aquel quien vive dedicado a cultivar su propio ego nunca lo podrá adquirir, así como aquel quien, con impunidad, abusa de sus semejantes de una u otra manera.
Aquel quien se mira, cual Narciso, en su propio espejo, solamente podrá ver la fealdad del rostro reflejado en él, privado de la belleza de la contemplación de todo aquello lo cual se encuentra lejos de su egoísta concepción del Universo.
Nada hay más feo que el propio Ego; nada más bello que el abandono de uno mismo en los brazos de la Voluntad Divina