La Unidad es una prescripción Divina

Hermanos/as

La Unidad de la Comunidad musulmana no es un lujo ni una entelequia, es una prescripción Divina.

En función de dicha prescripción inequívoca, dicha una y otra vez, tanto en el Libro de Allâh – exaltado sea- , como en la Sunna del Profeta – ˤalayhi-ṣ-ṣalatu wa-s-salam – , cuando observamos la realidad podemos constatar sin dificultad que la realidad es otra bien diferente. Los musulmanes no gozamos de unidad, sino, antes al contrario, adolecemos de división. Ya el Profeta lo predijo. Cuando echamos una vista a la Historia vemos que esta división ha sido una tónica subyacente en todos los periodos del Islâm. Es entonces que, muy a pesar de lo que es prescrito en nuestros libros sagrados, la Unidad es, no otra cosa que algo que entra en el dominio de la Utopía.

Sería una obra de incomprensión señalar a unos u otros como causantes de la desunión que sufre la Umma musulmana; los factores, las personas, los movimientos que la producen se encuentran en dinámico cambio y en transformación constante.

Solamente podemos culpar a un elemento muy definido:

La Gafla (el olvido de las cosas de Allâh)

Porque Allâh no cambia la condición de una comunidad hasta que ella no haya cambiado lo que hay dentro de ella misma.

Es entonces la Gafla (el olvido de Allâh) que hace que muchos corran detrás de las promesas de ganancias materiales, de prestigio personal, de dominio sobre las gentes. Es el olvido de Allâh que unos apoyan a otros en la consecución de estos fines que nada tienen que ver con lo que Allâh ha diseñado para el creyente.

Esta desunión, al ser Universal, necesita de un revulsivo mundial para revertirse; y esto, según lo que el Profeta nos ha revelado, no puede llegar sino de la mano de un líder mundial que venga con el Permiso divino para convertir un mundo lleno de injusticia en un mundo gobernado por la Justicia y el Bien. Este personaje no puede ser otro que aquél Mahdi Muntadar del que el Profeta dijo haber amado encontrarse en su época. Se trata pues, no solamente de una esperanza para los musulmanes, sino para el mundo en general.

Muchas veces nos habéis leído quejarnos cómo en este mundo pleno de ingratitudes unos abusan de otros y los engañan. Claro que, nunca hemos dicho lo que pensamos de ello, y ahora si lo vamos a hacer con estas palabras:

Todo esto es necesario y procede de un plan Divino para que todo se encuentre por tierra en cuestión de valores morales y religiosos. Nosotros, cuando nos quejamos de esta situación y denunciamos esto o lo otro, somos conscientes de que ello no dará resultado hasta que no venga el Muntadar. Pero nuestro deber es advertir, y eso hacemos. Y si alguien quiere escuchar, tanto mejor para él. Sufrimos cuando vemos el abuso y nos enardecemos ante la injusticia; pero sabemos que no podemos hacer nada para evitar lo que se encuentra prescrito.

Llegará el día en el que las Verdades saldrán a la luz y se liberarán del óxido de ignorancia que las cubre. Llegará el día en el que el Bien y la Justicia sonreirán y apaciguarán la sed de los justos. Los saliḥin saldrán de sus habitáculos y se mostrarán al mundo, tomarán las riendas, guiarán a la Umma hacia un camino de Luz y de Verdad. Hasta las plantas y las piedras bailarán de emoción al encontrar junto a ellas la luz de la Verdad.

Hoy, nos debatimos ante las injusticias, las sufrimos con los demás. Hoy, nosotros también estamos necesitados, abrumados por la falta de aire, esperando el momento en el que, por decisión Divina, todo cambiará. Es Allâh Misericordioso quien magistralmente administra los tiempos; es El quien sabe cuándo y cómo.

Nosotros, cual Mûsâ y Muḥammad – sobre ellos la plegaria y la paz – esperamos, humildes, Su auxilio, esperamos el momento de la liberación; el Día de la Victoria.

¡Que Allâh proteja al Islâm y a los musulmanes; al mundo y a sus habitantes! Todos somos criaturas de Allâh. Todos necesitamos de El.