La puesta en honor del Sufismo verdadero
En el Nombre de Allâh – el Todo Misericordioso – el que extiende Su Misericordia
A-s-salamu ‘alaykum
Hermanos/as
Dijo el Chayj al Alawi – que Allâh esté satisfecho de él:
Fa-lâ tarda bi gayri-l-Lâhi hibba – kullû shay ‘in mâ dunahu sababu
No des tu amor sino a Allâh – toda cosa fuera de él no es sino causa aparente.
Nos encontramos en una época en la que sobran las palabras y en la que muchos hablan sin pausa ni conocimiento. Todos quieren saber sin esfuerzo; todos creen tener derecho a emitir sus propias opiniones sin antes averiguar si son conformes o no la verdad, queriendo en muchos casos adaptar ésta a sus propias opiniones. Somos testigos de la precipitación, de la agresividad, de la falta de aplomo y de paz de espíritu a la hora de evaluar las cosas de parte de tantos y tantos. Esta situación ha provocado que los verdaderos sabios se escondan y que las gentes no tengan acceso a ellos, nublados como se encuentran por sus pasiones y la gran idea que cada uno se hace de uno mismo.
Hoy vamos a hablar del desconocimiento en el que ha caído el Sufismo o Tasawuf; de la agresividad subyacente contra él, así como de la utilización fraudulenta de su imagen por parte de toda clase de advenedizos y detractores.
La Religión del Islam, consta de tres niveles: Islam, Iman e Iḥsan. Todos conocemos esto, pues esta división se encuentra especificada en un conocidísimo hadiz, transmitido por Umar Ibn al Jattab – que Allâh esté satisfecho de él- según el cual sayyidinâ Ŷibril – sobre él la paz – interroga al Profeta – sobre él la plegaria y la paz – al respecto.
De estos tres niveles, el Islam es la Ley revelada, o Šari’a obligatoria para todo musulmán; el Imam son los seis pilares de la Fé y la práctica y adquisición de la virtud, y el Iḥsan, que es la Excelencia, es el plano superior.
Por un lado los detractores del Sufismo o Tasawwuf cometen el imperdonable error de querer reducir el Islam a únicamente una Ley revelada y a los seis pilares del Iman, olvidando todo lo demás. Ciegos, mudos, sordos, niegan todo aquello que no quieren ni pueden conocer por el orgullo de no reconocer que hay musulmanes mucho mejores, inteligentes y favorecidos que ellos. Cual los hermanos de José (sobre él la paz) la envidia les ciega de tal manera que se puede escuchar de ellos toda clase de afirmaciones, que por lo vacías de contenido hacen enrojecer de rubor el rostro da la propia Sabiduría.
Sin embargo, la que es conocida por el término Sufismo es la única ciencia de carácter islámico que contiene dentro de ella misma los tres niveles del Islam expresados en el mencionado hadiz. Nadie puede practicar el Sufismo sino practica la Ley Revelada, y nadie puede escapar a las creencias que han de tener todos los musulmanes. Pero el Sufismo va más allá, y es el único que puede realizar las verdades sublimes expresadas en el Corán y en la Sunna purificando el corazón del creyente.
Ya el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – , tenía una prédica para el pueblo y otra más específica para aquellos quienes desearan purificar sus corazones a fin de acercarse a Allâh. Escribir las decenas de aleyas que se refieren a esto y los centenares de hadices que lo avalan haría de este escrito algo interminable; y es por ese motivo que animamos a todos aquellos quienes necesiten conocer esas referencias que se remitan a la obra del Šayj al ˤAlawi “Palabra certera para aquel que critica al Sufismo”; obra que aún leída por alguien con espíritu crítico y natural animadversión, terminará por derrotar su resistencia a reconocer el Sufismo como siendo el centro del Islam, lugar este que le pertenece de pleno derecho.
Pues, sin duda alguna, el Sufismo ha sido reconocido, desde la época del Profeta hasta hace 100 años por la inmensa mayoría de los sabios de la Umma, como el corazón del Islam. Todas las cosas tienen un corazón (como dice el hadiz), y el corazón del Islam es el Tasawwuf. Los cuatro imames eran sufís, y grandes legisladores del Islam de todos los tiempos se dirigían a los maestros sufís a fin de aclarar multitud de aspectos legales.
Ahora, como dijo el Profeta – sobre él la plegaria y la paz -, la gente emite juicio sin testimonio, y testimonia sin juicio alguno; los ignorantes se suben a los púlpitos y los lobos hablan como los ángeles. Los pastores de cabras de la fe construyen altos edificios sobre cimientos de arena que se derriban a la menor ráfaga de viento.
Pero los atentados contra el Sufismo no son solamente procurados por sus ignorantes negadores, sino que los hay que han tomado su nombre para cometer las mayores tropelías y anunciar, una mentira tras otra, doctrinas contrarias a la religión de Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz –; postulados propios de la época de la Yahiliyya, en la cual los magos y las gentes de las tinieblas prodigaban su influencia entre la gente embrutecida y violenta de aquella época.
El término Sufismo está sufriendo una deshonrosa violación de parte de ocultistas y perennialistas que lo quieren vincular a una doctrina que ellos mismos han inventado. Esta colonización occidental del Sufismo viene dada por personajes tales como Schuon, Martin Lings, René Guenon, Omar Ali Shah, Idriesh Shah, y otros, quienes han llegado a utilizar la noble doctrina del Tasawwuf para justificar ritos y actos de corte ocultista y satanista.
No olvidemos a Schuon danzando desnudo en Canadá con un grupo de mujeres indias, ni a su discípulo Martin Lings diciendo la barbaridad de que todas las doctrinas iniciáticas de no importa qué religión son como los radios de las ruedas de un carro en las que todas nos llevan al centro. Postulado este compartido al 200 por 100 por la Masonería, cuyos miembros se frotan las manos al escuchar tan febriles afirmaciones.
¿Podríamos caer tan bajo los musulmanes que concediéramos verdad a quienes niegan al Profeta – sobre él la plegaria y l a paz – como legislador y guía de la Humanidad entera?
No hermanos, la mentira y la Verdad no pueden coexistir.
Ni tampoco es de olvidar el grupo primeramente comandado por Omar Ali Shah, y más tarde por Idriesh Shah, sobre el cual sabemos de buena fuente se llegaba a fomentar cualquier tipo de prácticas ocultistas de orden anti musulmán.
Mientras, nuestro Ibn Arabi, para zanjar así cualquier especulación al respecto dijo en sus Futuhhat al Makkiya:
“Las religiones son como las estrellas, todas ellas alumbraban con luz propia; pero después de la venida del Islam han dejado de brillar de la misma manera que lo dejan de hacer cuando sale el Sol. De tal manera que la religión de Muhammad es el Sol que abroga todas las demás”.
Pero los atentados contra el Sufismo de parte de sus teóricos partidarios no se quedan ahí.
Por una parte se han creado falsas cofradías sufís con el fin de vincular estas a la visión de una Masonería cuyos postulados intentan convencer de la existencia de una realidad “espiritual” que está por encima de las religiones. Falsas tariqats creadas y financiadas para dar una paupérrima imagen del Tasawwuf y servir a lo que se ha dado en llamar «El Nuevo orden mundial».
Algunas de estas falsas cofradías, bajo la excusa de practicar un Islam externo acorde con las fuentes de la Ley islámica, se han convertido en sectas en las cuales se tiene a los maestros como si fueran dioses; pidiendo a los miembros una sumisión hacia ellos tan innoble como humillante; actitud esta que es propia de las sectas que lavan el cerebro de sus miembros, haciendo de ellos autómatas sin decisión propia.
¿Qué ocurre con aquellas tariqats presentes en toda la historia del Islam, formadas por insignes hombres de Allâh y de conocimiento profundo?
La mayoría se ha convertido en lugares en los cuales se ha perdido la transmisión espiritual y sus proclamados maestros no son sino personas sin conocimiento que extravían a las gentes, ya que para mantener su “puesto” han de simular que poseen un verdadero conocimiento. Se transmiten la Tariqa de padres a hijos, como si de monarcas se tratara, y se han convertido en lugares exentos de bendición y generadores de extravío.
No sería justo ni real decir que hoy por hoy el Sufismo verdadero ha desaparecido; mentiríamos si dijéramos tal cosa. Pero si podemos afirmar, con total conocimiento de causa, y no solamente afirmar, sino demostrar a propios y extraños, que el verdadero Sufismo se encuentra y organiza en pequeños grupos de musulmanes, donde con total paz y tranquilidad, quienes quieren purificar sus corazones no son perturbados por el ruido de las palabras huecas.
Si he de decir que la única fuerza capaz de devolver al Islam el honor perdido por tantas sectas como existen en la actualidad es la del Sufismo; el cual, por decirlo de una manera comprensible para propios y extraños, es el depósito del Islam verdadero y el semillero donde se custodian las semillas de la Verdad. Sus miembros tienen plena capacidad para, con la ayuda de Allâh, devolver al Islam, a su práctica y doctrina, el noble lugar que nunca debió perder. De tal manera que si algún día el Islam deja de estar dividido en varias sectas, tal y como ahora lo está, será, sin duda alguna, gracias a la acción de los verdaderos sufís; in ša’a Allâh.