La parábola de la guía
Dijo Rasulu-l-Lâh – sobre él la plegaria y la paz -:
La imagen de la guía y de la ciencia que Allâh me ha encargado de extender, se asemeja a la de la lluvia abundante que, derramada sobre una tierra fértil hará crecer las hierbas y los arbustos en gran cantidad. Hay así otros lugares donde el suelo es estéril que retiene al agua, la cual estará a disposición de los hombres para que puedan beber, para abrevar a los animales y para regar las tierras cultivadas. Hay también lugares donde la tierra es llana y no retiene el agua y por consecuencia la hierba no crecerá nunca. Todo esto se asemeja a una categoría de hombres que se instruyen en la religión y aprovechan de las cosas con las cuales Allâh me ha enviado, de tal suerte que ellos las aprenden y las enseñan, y a otra categoría de hombres que no desdeñan levantar la cabeza y no aceptan la guía con la que Allâh me ha enviado para enseñar.
(De Abu Musa, recopilado por Al-Bujari, Muslim y Nissa’i)
Comentario
La tierra es el corazón de la persona, mientras que el agua representa la buena guía, procedente de Allâh – exaltado sea – a través de los hombres a quienes Allâh ha puesto en la tierra para impartirla.
Por ello, si el agua pura de la lluvia cae sobre un corazón fértil, éste la transformará en frutos; el fruto es la ciencia, pero no aquella ciencia que se almacena en el cerebro, sino aquella la cual adorna a la persona transformando sus cualidades negativas en bellas cualidades. Son estos hombres, representados por la tierra fértil, los cuales serán a su vez capaces de guiar a los otros, entre quienes se encontrarán a su vez corazones fértiles capaces de guiar a otros y así sucesivamente.
En cuanto al resto de categorías expresadas en el hadiz, podemos aplicar el mismo principio a fin de comprender su naturaleza (la tierra el corazón, el agua la guía).
La segunda categoría, es decir, la tierra que no es fértil pero que almacena el agua es el de los sabios de la Ley exterior que son útiles, no por sus capacidades ni por su virtud, sino porque retienen la información en sus memorias y las transmiten a otros.
Ahora bien, como esta tierra no es fértil si en lugar de almacenar agua pura lo hiciera con agua contaminada las gentes beberían un agua que les envenena la mente y el corazón.
En cuanto a las tierras que no dan frutos ni retienen agua, es igual que reciban o no conocimiento alguno porque se les diga lo que se les diga será malogrado por su falta de capacidad o de aptitud, o incluso por falta de interés en la ciencia dada la dureza de sus corazones.
Es por ello que es importante saber distinguir la buena guía (rabbani) de la mala (chaytani), pues la buena guía hará revivir el corazón y la mala le terminará envenenando.
Lo mismo que sin agua una tierra no puede dar sus frutos, así un corazón sin guía se terminará marchitando.
Y la guía siempre se produce a través de los hombres a quienes Allâh ha escogido para ayudar a los otros; hombres y mujeres desapegados de los bienes mundanales, del propio prestigio personal y de interés personal alguno.
Preguntad a las gentes del Recuerdo si vosotros no sabéis (21-7 y 16-43)
Es por eso que ninguno de nosotros nos podemos excusar en la bondad o fertilidad de nuestro corazón, porque si éste no recibe nunca agua pura y abundante terminará por morir.
Hay pues dos elementos fundamentales que no pueden trabajar el uno sin la concurrencia del otro: la guía y el corazón.
Pues si hay corazón sin guía no habrá frutos por falta de agua. Si al contrario llueve sobre tierra estéril el agua se perderá y no encontrará tierra donde asentarse.
Hoy, las gentes no saben distinguir el agua pura de la lluvia que viene del cielo de la contaminada que procede de lóbregos lugares; se confunde el resplandor del fuego con la luz del sol, y las gente no tienen paciencia ni entereza para trabajar aprendiendo a discernir. Hoy se cumplen las palabras Divinas del Corán que dicen:
El hombre pide el mal de la misma manera que pide el bien, el hombre es siempre precipitado. (17-11)
Efectivamente, Allah tiene razón, como no podría ser de otra manera. El hombre pide el mal de la misma manera que el bien porque no conoce ni sabe distinguir entre lo uno y lo otro; y es precipitado porque no se interesa lo suficiente para saberlo hacer.
La nafs se encuentra poblada por ilusiones que uno mismo se hace que le hacen suponer que, sin esfuerzo alguno, y por ser quien se es, se convierte uno en el más inteligente, más capaz y más agraciado del universo. Y esto es ser una tierra estéril que no pude recibir agua pura porque no la conoce ni sabe de donde procede. La expulsará por la dureza de su corazón y por la falta de nutrientes necesarios en una tierra fértil: sinceridad, paciencia, bondad, amor, humildad y sentido de la propia insuficiencia como criatura imperfecta y débil que se es.
Que Allah nos habrá el buen sentido y nos lleve a saber distinguir el agua buena de la guía de la mala del extravío
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