La oración de la noche – Quiyyamu-l-layl
Abdul Karim Mullor
La oración de la noche
Existe una moda, en muy determinados sectores, en animar a todos los musulmanes a realizar lo que se ha dado en llamar “Quiyamu-l-layl (la oración de la noche). Esta consiste en levantarse a las 3 de la mañana, realizar la ablución, y un número de raka’ cumplidas de dos en dos.
Hemos de aclarar que esa llamada general a realizar dicho acto voluntario se encuentra bañada por la más absoluta ignorancia. Se trata pues de una injustificada pretensión. Y ahora, seguidamente, explicamos por qué.
Digamos que hay dos clases de obras voluntarias (nafila):
Primeramente están aquellas que se hace para conseguir méritos; lo que comúnmente llamamos hassanats. Luego, existen aquellas obras que se hacen para aproximarse a Allâh limpiando nuestro interior.
En cuanto a las primeras, hemos de enumerar las plegarias voluntarias que se hacen en casa o en las mezquitas. De igual manera, los ayunos, ya sean en los días blancos, o los lunes y jueves, o en otras circunstancias. En este orden de cosas se encuentran también las peticiones de perdón; las alabanzas a Allâh; las súplicas y demandas; las obras de caridad; la rememoración de los Nombres de Allâh; la recitación y lectura del Corán; la hospitalidad y algunas otras.
Ahora bien, hay obras específicas para acercarse a Allâh y limpiar el alma. No obstante, esto hay que encuadrarlo en el contexto adecuado. El cumplimiento de esta empresa requiere de una ciencia. Esta ciencia la encontramos en la Surat de La caverna, concretamente en el encuentro de Mûsâ y al Jadir – sobre ambos la paz -. Ella la transmitió asimismo sayyidinâ Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz -. La ciencia citada tiene sus requerimientos; sus pautas; sus estaciones; sus maestros; sus condiciones y sus gentes. No se trata en ella de acumular méritos personales para obtener recompensa. Se trata, como ya hemos explicado, de limpiar el alma para aproximarse a Allâh.
Dentro de la metodología que le es propia a esta Ciencia existen obras voluntarias. Concretamente, ya el hecho de seguirla y aprenderla es voluntario en el mismo.
En ella se prodigan las invocaciones a Allâh, las plegarias sobre el Profeta, las peticiones de perdón, la guía, el discernimiento.
Y es precisamente dentro de ella es donde debemos encuadrar entonces el Quiyyamu-l-Layl (la plegaria nocturna).
Se trata de un acto cuyo único fin, no es el de acumular méritos, sino el de acercarse a Allâh. Ahora bien, si pretendemos acercarnos a Allâh deberemos hacerlo de la manera elegida por El al respecto. No nos estamos aproximando de un colega, a un compañero, de un ente vago y desconocido. Nos estamos acercando al Señor de los mundos; a Aquél que conoce todo cuanto escondemos en nuestro interior. Hemos de presentarnos ante Él con el respeto, el temor y el amor necesarios. Y para ello, antes debemos estar preparados.
Quienes animan a todos a hacer el salat de la noche han errado. Ellos dicen que compañeros del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – , así como personajes de la segunda y tercera generación lo hacían. Argumentan que para cumplir con su Sunna nosotros deberíamos hacerlo.
¡Pero si es que han olvidado lo fundamental! Y por tanto sus propósitos se basan en el puro taqlid (imitación). Una imitación sin sentido ni razón alguna.
Es cierto que existe un hadiz según el cual Allâh desciende al primer cielo en el último tercio de la noche. En ese momento El reparte Sus Gracias entre aquellos que Le suplican.
El Mensajero de Allâh – sobre él la plegaria y la paz – dijo: Nuestro Señor (Allâhuma) -Exaltado sea- desciende cada noche al cielo de este mundo cuando empieza el último tercio de la noche. Él dijo: ¿Hay quien suplique para que Yo le responda? ¿Hay alguien que busque Mi favor para que Yo se lo dé? ¿Hay alguien que pide perdón para que Yo le perdone? Hasta la aparición de la aurora – (Bujari y Muslim)
¿Cómo es posible que ese “descenso” sea entendido de forma literal; como si Allâh fuera una entidad que encontrándose arriba de manera previa, descendiera a esa hora?
¡Es realmente un serio problema pensar de esta manera, habida cuenta que, como dice el Corán, Él está más próximo a nosotros que nuestra vena yugular!
Hemos creado al hombre y sabemos lo que su alma le susurra. Estamos más cerca de él que su propia vena yugular. 50-16
Este es el grado lamentable de comprensión que algunos experimentan. Nos encontramos frente a un razonamiento materialista salpicado de una vaga pretensión de espiritualidad.
Si se dice que Allâh desciende al primer cielo, lo que hay que entender por ello es simplemente que a esa hora Él se encuentra más solícito con las personas que encuentra en vela; siempre, claro está, siguiendo ellos una disciplina determinada de antemano. No es necesario decir que no podemos esperar a Allâh de cualquier manera. Debemos prepararnos para ello. Y esta preparación consiste en obtener Su permiso de la mano de aquellos maestros cualificados que El Mismo ha elegido para impartirlo.
La cantidad de personas que en el tiempo del Profeta y en las dos generaciones posteriores realizaban la plegaria de la noche, demuestra la cantidad de personas que en aquellos tiempos seguían la Ciencia que hemos comentado, que no es otra que la del Tasawwuf. Y esto es una muestra directa a favor de los sufís de todos los tiempos, ya que se ve claramente el número de ellos que existían en tiempos del Profeta y en las otras dos posteriores generaciones.
Si el número de personas que han practicado dicha plegaria ha disminuido es porque asimismo lo ha hecho el número de los practicantes del Tasawwuf. Y esto, de tal manera, que hoy ya no se practica. Y no lo es, habida cuenta de que las tariqas conocidas se encuentran “representadas” por personajes nada recomendables, ávidos de riqueza y de poder.
Debemos decir que esta plegaria de la noche no es una condición “sine qua non” de los sufís, ni tampoco un acto que no tenga sustitución por otro equivalente. Cada tiempo tiene sus requerimientos y maneras. Allâh se encuentra próximo en todo momento cuando alguien Le recuerda o invoca, como dice el hadiz qudsi. Es por ello que dicha plegaria, seguramente, en esta época puede ser sustituida por otras cosas.
De hecho, la Sunna, los actos de adoración son múltiples. Existen numerosísimos hadices que permiten escoger entre unos y otros. La idea fundamental es que cada uno de ellos ha de adaptarse a las posibilidades de la época y de las circunstancias. Es de todos sabido que en las condiciones de nuestro tiempo hay una serie de actos y de sacrificios que no pueden ser ejecutados como antes. Por mucho que una persona llegara a practicar el Tasawwuf, si esta persona ha de trabajar desde la mañana, a todas luces no le va a ser recomendado que se levante a las 3 de la mañana para rezar.
¡Hay que ser “más fino” y elegante! ¡Hay que ser más inteligente! No podemos recomendar a ningún hermano que realice esta clase de prácticas. Si Allâh está presente cuando se Le invoca, entonces podemos realizar actos de educación interior como son la limosna (sadaqa) voluntaria, visto lo apegado que se encuentra el Hombre al dinero y el agrado que Allâh experimentará Allâh hacia él, si de ese bien tan preciado se desprende con alegría y confianza.
Como Él dice en un hadiz qudsi:
Yo me comporto con Mi servidor según la idea que él se hace de Mí
Hermano, si tú te haces la idea de Allâh como la de un Dios vengador y castigador, atente a las consecuencias. Y si tu idea, esta idea tan rala y pobre, la transmites a otros, entonces la imagen que das es tan fea que es mejor no explicar lo que se siente al verla y padecerla.
Sabe hermano; que Allâh te guíe, que estamos teniendo una gran paciencia contigo.
¡No grites! ¡No amenaces con el castigo ni con el fuego! ¡¿Acaso no tienes otra cosa en el corazón que el castigo, el fuego, el haram y la bida’!? ¡Mal lo llevas entonces!
Pero Allâh guía a quien Él quiere