La naturaleza del tiempo

Autor: Abdul Karim Mullor

Bismi-l-Lahi-r-Rahmani-r-Rahim

Dice el Mensajero de Allah – sobre él la plegaria y la paz – en un hadiz recogido en el Sahih Muslim:

No maldigáis al tiempo (Dahr) pues el tiempo es Allah (a-d-Dahru huwa Allah)

Muchos se han preguntado sobre la naturaleza del tiempo. Sin embargo, la más certera respuesta se encuentra en este hadiz. Ni que decir tiene que su comprensión comporta un alto nivel de dificultad. Evidentemente nadie puede dar una respuesta satisfactoria a estas palabras sino aquél quien ha realizado su comprensión en su interior. No estamos hablando aquí de una comprensión lógico-racional, sino de la percepción  concreta del hecho representado por el hadiz.

Podemos hablar del tiempo, ya sea en él mismo, en cuanto a su naturaleza propia, ya sea en cuanto a los acontecimientos los cuales se desarrollan a su paso.

Si hablamos de la naturaleza del tiempo, una de las definiciones que podríamos darle, es la siguiente:

“El hilo a través del cual se desarrollan los acontecimientos”.

Bien: esto podría parecer una definición satisfactoria; no obstante, en cuanto alzamos la vista y volvemos a leer el hadiz, encontramos: “El tiempo es Allah”. ¿Cómo podemos imaginarnos dicha asimilación?: Intentemos dar algunos pasos en esa dirección.

Todos sabemos que es Allah Quien hace vivir y morir. Si prestamos atención, veremos que es en aquello lo cual llamamos “el paso del tiempo”, que se produce nuestro nacimiento, nuestra muerte y donde cobra vida nuestro destino. Así mismo en él se acumulan nuestras buenas y malas obras, nuestras esperanzas, temores, alegrías, sufrimientos, etc. ¿Podemos comprender esto racionalmente? ¿Verdad que no? Y no podemos precisamente porque el tipo de comprensión capaz de concretizar y comprender un hecho semejante, escapa de nuestras facultades mentales. Dicho discernimiento se encuentra en el dominio de un conocimiento que pocos detentan. Recordemos la historia del Jadir y de sayyidina Musa – sobre ambos la paz -, relatada por el Qur’an, la cual nos deja entrever una ciencia que sobrepasa los más sanos entendimientos. Dicha ciencia, es llamada por aquellos quienes la conocen “ilm al laduni”.

Si pues en el hilo del tiempo se produce todo aquello que es esencial en nuestra vida, la reflexión de este hecho, nos puede hacer dar un paso en la buena dirección. Así mismo en el transcurrir del tiempo vemos nacer y morir a nuestros seres queridos, así como a nuestros enemigos: nadie escapa al paso del tiempo, al igual que nadie escapa a Allah Altísimo. Otra reflexión en la buena dirección. Hay instrospecciones que no proceden de la mente, sino que llegan a través de un rayo de luz al corazón del Creyente, proporcionando a éste la visión (firasâ) de la cual habla este hadiz:

Prestad atención a la mirada (firasâ) del verdadero creyente (mu’min), porque éste mira con la Luz de Allah

No creáis pues que todas las reflexiones procedan de nuestra mente. Nuestro problema consiste en no saber distinguir en aquello lo cual procede de nuestra mente o de nuestro espíritu, siendo que éste reside en nuestro corazón. Sin embargo, el mu’min (verdadero creyente) sí es capaz de discernir, en virtud de una luz otorgada por Allah, a través de la cual distingue netamente la naturaleza de las cosas y de los hechos.

¡Cuántas veces hemos dado el tiempo inconscientemente las mismas cualidades que damos a Allah!, mediante expresiones tales como: “el paso implacable del tiempo”; “el tiempo me ha hecho envejecer”; “el tiempo nos ha unido”; “el tiempo lo cura todo”, etc. ¿No son estas cualidades otorgadas a Allah? Es Allah Quien es implacable; es Allah Quien hace envejecer; es Allah Quien une o separa; es Allah Quien todo lo cura. Otro paso pues en la buena dirección.

Vayamos ahora a considerar el presente. Seguramente si alguien dijera que el presente no existe sería tratado como un loco o un atrevido, y esto en el mejor de los casos. Sin embargo, si lo consideramos con la atención debida, el presente no es otra cosa que un concepto o una imagen. Nadie podría fijar el presente, pues si se le pidiera, por muy rápidamente que quisiera hacerlo ya se habría esfumado en el pasado, aunque fuere por décimas o centésimas de segundo. Pero, ¿a dónde nos lleva esta idea de presente?: en realidad nunca podremos localizarle sino en el pasado o en futuro. La idea de presente procede de presencia; es pues el presente la Presencia de Allah en nuestras vidas si somos lo suficientemente sagaces para comprenderlo.

Esto explica que el tiempo es inabordable. Nunca podremos poseerlo sino es en un sentido figurado, es decir, en la manera en la cual podemos experimentar y poseer cosas en El.

En realidad nada existe sino es por Allah, nada se mantiene sino es en El, pues si hubiera un segundo, El no podría ser Uno. Es por ello que uno de Sus Nombres es a-z-Zahir (el Exterior).

El es así mismo: el Primero y el Último. He aquí una de las grandes llaves de la comprensión de  la naturaleza del tiempo. Queda claro que por El no podría pasar el tiempo: ¿cómo pues podría ser el Primero y el Último?

Cerremos con esto nuestra exposición, respondiendo a esta última pregunta: Porque el Tiempo es El.

Y Allah sabe más