La Kaaba – Historia y significado

Assalamu alaykum

Una hermana recién convertida pidió, no hace mucho, que se le explicaran cosas sobre la Ka’aba. Habiendo escrito hace un par de años para la revista del Instituto Geográfico, he querido enfocar el escrito desde un punto de vista más propio de los musulmanes a fin de que los nuevos sepan qué es la Ka’aba, su historia y el porqué de su circunvalación.

Las fuentes tradicionales hacen remontar la construcción de la Kaaba a un templo primordial construido y circunvalado por los ángeles antes de que Adam – sobre él la paz – bajara a la tierra, la encontrara y la circunvalara. La Ka’aba volvió a ser reconstruida después del diluvio, pero fueron Ibrahim y su hijo Ismaíl siguiendo un mandato Divino que la dieron su forma definitiva y establecieron los ritos del peregrinaje. Antes, de ellos los visitantes solamente se limitaban a circunvalarla, tal y como antes hacían los ángeles. Ibrahim pues, fue quien estableció el resto de los ritos que hoy hacemos los musulmanes además del Tawaf: Safa-Marwa; Ruyum chaytan; Arafa y las dos raka en la estación de Ibrahim.

Ibrahim había dejado a Hayyar y a su hijo Ismaíl en el valle de Beká, lugar donde hoy se encuentra Meca. Isma’il, junto con su madre Hayyar descubrió la fuente del Zemzem la cual comenzó a manar con un golpe de su talón. Esta fuente atrajo a los beduínos de los alrededores que allí se establecieron llegando a formar la ciudad de Makka (Meca).

Este valle sagrado, rodeado de siete colinas, fue el lugar elegido por Allah para construir la Ka’aba, llamada asimismo “La casa de Allah” a fin de que por mandato Divino fuera honrada y circunvalada por cada creyente siguiendo el rito de Ibrahim.

Ibrahim e Isma’il se pusieron manos a la obra y construyeron la Casa, la cual posee la forma y las medidas aproximadas a las de un cubo perfecto de 10 metros aproximadamente.

Cuando Ibrahim construía el templo sin un andamiaje definido para poder ir ganando altura, Allah le envió una piedra que le subía y le bajaba a voluntad según sus necesidades. Sus huellas quedaron grabadas en la piedra, y tanto la una como las otras se encuentran en el lugar conocido como “Maqam Ibrahim” que se encuentra a unos metros enfrente de la puerta de la Ka’aba.

Cuando Ibrahim e Ismail ya no estaban, poco a poco, los habitantes de Meca comenzaron a adornarla con ídolos que ellos asociaban a Allah; y no solamente eso, sino que permitían a fieles de otras religiones aportar sus estatuas y dioses a los que adorar. Y así estuvo hasta la llegada de Muhammad – sobre él la plegaria y la paz -. Solamente un grupo pequeño de judíos, de cristianos unitarios y de seguidores de la religión de Ibrahim (hanifíes) circunvalaban el templo con la consciencia de adorar al Dios Uno sin asociarle nada.

Cuando el Profeta era joven el templo se encontraba muy degradado por lo cual todo el Quraysh se puso de acuerdo para demolerlo y reconstruirlo. Para ello le pidieron su parecer a Abdul Muttalib, el abuelo del Profeta, que era el hombre de referencia en la Meca para los asuntos religiosos. Habiendo dado permiso Abdul Muttalib para proceder a los trabajos, cuál no sería su sorpresa cuando llegando a los cimientos puestos allí por Ibrahim, y al primer golpe de pico, un gran estruendo se dejó oír en toda la ciudad, visto lo cual Abdul Muttalib decidió dejar los cimientos en su lugar, respetando así las medidas utilizadas por el profeta Ibrahim. Comenzaron entonces a alzar los muros hasta que llegaron a la altura en la cual había que depositar la piedra negra. Esta piedra sagrada revestía una gran importancia, pues había sido descendida del cielo por los ángeles y se había vuelto negra por el contacto de los humanos que la habían ennegrecido con sus pecados.

Levantarla para ponerla en su sitio era un honor que todos reclamaban para su clan. En esos tiempos, en Meca, existían cuatro clanes de referencia, siendo uno de ellos a los que pertenecía el Profeta – sobre él la plegaria y la paz -, el de los Bani Hachim, descendientes de la rama más noble de la prole de Ibrahim. Llegados a ese punto los cuatro clanes se disputaban el honor de levantarla y colocarla, tanto que por ello se encontraron a punto de llegar al enfrentamiento físico. Viendo que aquello no podía continuar, al final lograron ponerse de acuerdo decidiendo que la primera persona que por azar descendiera a la explanada de la Kaaba sería quien indicaría a quien correspondería colocarla en su lugar. Dicho esto y todos de acuerdo, el primero que descendió fue Muhammad, a quienes ellos tenían en gran consideración, tanto que era conocido como Al Amin (el hombre digno de confianza). Muhammad propuso que la piedra fuera colocada sobre un manto. De cada uno de los picos del manto tiraría uno de cada clan para levantarla; des esta manera el honor estaría repartido y nadie podría considerarse vejado. Una vez levantada la piedra, Muhammad la tomó y la colocó en su lugar. Y nadie tuvo el atrevimiento de pedirle explicaciones, pues gracias a él pudo evitarse una guerra entre clanes.

Dentro del templo los idólatras de Meca habían situado un ídolo al que llamaban Hubal y emparentaban a las diosas de Taif llamadas Lat, Uzza y al Manat.

Cuando los musulmanes entraron en Meca, encabezados por el Profeta, encontraron 360 ídolos en el lugar. Uno a uno los fueron destruyendo a todos, quedando Hubal para ser destruido por el Profeta, quien después de esa maravillosa purificación del lugar dijo:

La Verdad ha llegado y el error se ha desvanecido. Ciertamente el error está para perecer

La Peregrinación fue pues instituida quedando hasta nuestros días de la misma manera que fue ejecutada por el Profeta en el Peregrinaje del Adiós.

Históricamente la Kaaba ha sido construida siete veces, siendo la primera vez los ángeles quienes la levantaron.

En la época del califa Omeya Abdul Malik Ibn Maruan, el sanguinario Yussuf al Hajjajj la destruyó con catapultas para expulsar de Meca a Abdullah Ibn Zubayr quien la gobernaba contra los deseos del califa.

Más tarde, un abisinio cristiano la prendió fuego, realizando así la profecía de que la Ka’aba sería destruida por un abisinio con las piernas cortas.

Su estructura

La Ka’aba tiene la forma aproximada de un cubo. Por encima de ella, en el séptimo cielo, se encuentra al Baytu-l-Ma’mur, la Casa muy frecuentada, templo en el que los ángeles entran constantemente para rezar en número de 70.000 una sola vez en sus vidas; tal es de grande el templo, así como el número de ángeles creados por Allah.  Junto a los muros del Bayt al Mamur se encuentra sayyidina Ibrahim cuidando de los niños fallecidos hasta que fallecidos los padres se los devuelva para ir juntos al Paraíso.

Cada esquina de la Ka’aba se corresponde con un punto cardinal. La esquina de la piedra negra se corresponde con el Este, la esquina yemení con el Sur. La puerta pues, se encuentra situada frente al Maqam Ibrahim y mirando al Nordeste. El semicírculo llamado Al Hatim, lugar en el que según la tradición se encuentran enterrados algunos profetas, se encuentra mirando hacia el Noroeste. El Imam Nawawi solía suplicar a Allah en el muro que conectaba con la esquina yemení, el cual se encuentra en dirección Sudoeste.

Tanto yo, como muchísima gente, ha podido observar que, tanto las palomas, como las golondrinas, como el resto de los pájaros que moran cerca del lugar, nunca sobrevuelan el templo. Un muro invisible se lo impide, y esta es una de las cosas maravillosas que podemos constatar en aquel lugar.

La Kaaba, Safa-Marua y el manantial de ZemZem se encuentran cercanos los unos a los otros de tal manera que prácticamente, hoy por hoy, podemos decir que se encuentran en el mismo recinto.

El velo negro que la recubre no es un elemento esencial y no ha estado allí siempre. Es algo que se le pone al templo para significar su honorabilidad y hacerle homenaje. Todos los años se cambia; es de seda y se encuentran escrituras árabes con letras de oro.

Dicen los hadices que en la esquina de la piedra negra (Este) gentes de Meca jurarán obediencia al Imam Mahdi y que cuando éste se encuentre en la posesión de su poder la Kaaba descubrirá un tesoro que ahora se encuentra enterrado bajo ella.

Valor y significado

La Kaaba es llamada “La Casa de Allah”. En toda evidencia Allah no necesita un lugar en el que estar y protegerse. No necesita de casa alguna. Así pues es lógico pensar que la designación “Casa de Allah” se corresponde con un lugar donde Allah ha puesto Su bendición y Su presencia para de esta manera favorecer a los creyentes con Sus dones. La circunvalación ilustra esta afirmación, ya que durante ese rito estamos en continuo movimiento sin separarnos del templo lo más mínimo. Es de esa manera que nos encontramos cerca de Allah en el movimiento continuo de nuestras vidas siempre que le tengamos a Él como finalidad última y objetivo singular.

Algunos hombres de conocimiento dicen que la Ka’aba representa el cuerpo de Adam. Esto quiere decir que, al igual que Allah insufló Su soplo a Adam para darle vida, de la misma manera la Ka’aba se encuentra insuflada para así convertirse en Casa de Allah.

Sayyidina Ali – que Allah ennoblezca su rostro – significó que cuando se llega a la vista de la Ka’aba esta responde al “Heme aquí oh Señor” de los indignos diciendo que su presencia ni es aceptada ni es tenida en cuenta. Ay de aquellos que hacen el peregrinaje y la Umra con dinero del Haram, producto del robo o de la corrupción. Más les valiera no acercarse a la Casa. No son bien recibidos, son reprobados, son indignos de acercarse a lo sagrado.

Mientras, aquél quien acude con humildad, honestidad y sentido de lo sagrado es recompensado por Allah, perdonado de todos sus pecados y llamado “huésped de Allah”, pues es El quien le acoge en Su Casa con todos los honores dispensándole una adiafa tan bella y enorme que las plumas no encuentran tinta suficiente para describirla; el pensamiento no encuentra comparaciones para representarla y el ser se ve abrumado por la grandeza del Señor de los mundos, a Quien pedimos con lágrimas de necesidad, lamentos de humildad y gestos de honorabilidad que nos perdone, nos acoja y nos conceda Su Firdaws eterno en compañía de los profetas, los santos, los puros y los mártires.

Amin.

Abdul Karim Mullor