La injusticia – El Homο cándidus – El Mahdi al Muntadar y la Justicia
Por Abdul Karim Mullor
A-s-salamu ˤalaykum – La paz sobre vosotros
Abdul Karim Mullor
Que vivimos en tiempos en los que la injusticia campa por doquier no es ningún secreto. Como tampoco lo es que además de vivir en un mundo injusto, con un sistema de vida injusto a su vez, se tiene la desfachatez de anunciarnos que vivimos en una sociedad libre en la que podemos elegir nuestro destino, nuestros gobernantes, nuestra vida al fin y al cabo. Y es que la mentira es capaz de trasladar cordilleras enteras de un país al otro y hacer que la Luna esté iluminada por extraterrestres que tengan un faro en algún lugar del universo cuya luz cambie de posición cada 29 días y medio. Todo es posible si uno lo quiere creer, y creer es fácil.
Por si esto fuera poco se nos cuenta la cantinela de que somos la mejor de las generaciones humanas porque estamos en el punto álgido de la Evolución. Para ello se crea una Ciencia que se ha convertido en una religión cuyos dogmas de fe resultan ser obligatorios, o casi. Sino crees en lo que viene de la Ciencia eres poco más o menos que un cromañón a quien hay que “echar de comer aparte”. A los dogmas de fe de la Ciencia se han plegado obispos, imames, taoístas y hasta los representantes de las más recalcitrantes de las doctrinas, intentando calzar la “todo poderosa y sacrosanta” Ciencia con su escasa Fé.
Recibimos, uno y otro día, mensajes subliminales de lo bien que estamos, lo inteligentes y lo libres que somos, y lo bien que nos quieren nuestros gobernantes, que por su altruismo se desvelan por nosotros, mañana y noche; no duermen por sus desvelos y casi caen exhaustos, sin fuerzas, y habiendo gastado todos sus bienes en nuestro beneficio. ¿Irónico? Por supuesto.
Nos encierran, y es por nuestro bien; nos acribillan a pinchazos seriales, y es “por nuestro bien”. El que aquí suscribe no pretende opinar de lo que no sabe; pero, viendo lo que se ve, y sabiendo de quienes viene, uno no se fía ni de su sombra. Como aquél que ponía el espejo encima justo de la caja fuerte para estar seguro de que era él quien la abría y la cerraba. Y es que, guasa aparte, no es para menos. ¿Por qué habríamos de fiarnos de gentes que no conocemos? ¿No hemos dicho siempre a nuestros hijos que hacer eso es ser del “género tonto”? Pues demos ejemplo, entonces ¿o no?
Entre toda esta bondad subliminal que se nos anuncia a bombo, platillo, pandereta y guitarra, vemos día a día, que a nuestros hijos les apretan todo lo que pueden y más, para salir un día a un hipotético “mercado de trabajo”, el nivel de cuyos salarios coincide más con las necesidades perentorias de los esclavos y de los lacayos de tiempos pasados. Pero “vivimos bien”; somos afortunados e inteligentes; somos el “Homo candidus”.
Por la mañana los supermillonarios compran millones de Euros o Dólares de acciones baratas; al mediodía mandan sacar una noticia a los medios informativos para que esas acciones suban, y así venderlas esa misma tarde con siderales beneficios. ¿Y por qué lo hacen? Pues lo hacen por el mucho amor que nos tienen. ¿Quién puede dudar de esto so pena de caer en desgracia e ir directamente a la lista negra de desconfiados y contestatarios? Ellos guardan nuestro dinero para que nosotros no lo gastemos en baratijas y caprichos injustificados.
Cuando, después de mucho estudiar sales con tu carrera, levantas la cabeza y ves que no hay trabajo, y si lo hay, con sueldo de esclavo o de lacayo; algunos con el de “lacayos de librea” por lo afortunados, entonces te das cuenta de lo mucho que te aman.
El “Homo cándidus” no tiene razones para quejarse; porque está gobernado por gentes bondadosas que le guardan el dinero para que él no se haga daño.
Si te cierran el paso de Acá o de Allá es la Pandemia (risas de fondo), no se te ocurra pensar que es “porque les da la gana”; y mucho menos seas conspiranoico. No seas mal pensado; se un buen y razonable “Homo cándidus”, porque eso, aunque a ti no te quepa en tus entendederas, lo hacen por tu bien. ¿Qué vas a hacer tu fuera, inconsciente, con lo bien que estás encerradito en casa?
Si medio mundo se muere de hambre, no es tu problema, es la coyuntura económica; si ves injusticia son tus ojos que te engañan; eres un mal pensado, sin duda alguna. Vives en el Paraíso; eres como una ninfa o un ninfo del Parnaso disfrutando de una vida sin igual. Eres libre, eres rico y puedes decidir. ¿Qué más quieres entonces?
Es en este estado deplorable de cosas que hoy por hoy estamos esperando a ese Mehdi Muntadar que el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – nos anunció; pues cuando él venga, con una fuerza Divina, cual Moisés con su bastón, vendrá a acabar con toda esta injusticia que nos agobia, hoy más que ayer, pero menos que mañana.
Vendrá con una Gloria Divina en su mano para acabar con el abuso del hombre hacia el hombre. Será una época tan magnífica que el mismo Profeta experimentó su deseo de haber estado en ella.
Dichosamente, Allâh es Sabio, nadie sabe quién será, ni tan siquiera él mismo sabe que es el Mehdi, hasta que Allâh, en una noche, como dice el hadiz transmitido por ˤAlî, El se lo comunique, y en esa misma noche le dé el poder consecuente con su misión. Porque si supieran quien es, el pobre hubiera debido meterse en una cueva para que no atentaran contra su vida. Porque él y nosotros, que no somos “Homus cándidos” no nos creemos la película que nos están contando; porque claramente vemos que el hombre está en involución permanente, pues las bellas cualidades que adornan a las personas sabias y a la gente de bien, se están perdiendo una detrás de otra. Porque no nos dejan movernos de un sitio a otro con excusas vanales que ya nadie cree. Porque las clases dominantes gobiernan implacable e injustamente, y además inundan el mercado de las ideas con mensajes subliminales que confunden las mentes y los corazones de las gentes.
Musulmán descuidado, hermano, ¡despierta! ¿Crees todavía en las “verdades” (muy irónico) de la Ciencia? ¡Qué Allâh purifique tu mente, pobre hombre!
El mes pasado fue mejor que el presente, el próximo será peor, y así sucesivamente hasta que Allâh, en Su Infinita sabiduría, nos envíe a aquel que acabará con la injusticia y establecerá la justicia sobre la Tierra. Amin.
Porque, lo que es estar, estamos ya hartos de… Continuará