La Historia se hace hoy
La Historia se hace hoy.
Hermanos/as:
¿Qué van a dejar las generaciones de hoy para el futuro? ¿Qué vamos a dejar como herencia los que ya estamos en edad de hacerlo a los que vienen detrás?
Estas preguntas nos las hacíamos no hace mucho. Lo peor de todo, es que después de mucho deliberar llegamos a la conclusión de que las generaciones posteriores no son capaces, al menos por lo que hoy se puede ver, de tomar la Amana de Allâh con las dos manos y no soltarla jamás. Muy pocos, contados con los dedos de una mano pueden hacerlo.
La tristeza nos embarga, la impotencia de no poder revertir una situación que se revela cada vez con mayor vigor nos absorbe. Y nos preguntamos y preguntamos a Allâh ¿qué podemos hacer? ¿Existe alguna manera de salir al paso de una catástrofe intelectual, de una ausencia de Imân que asola la Umma musulmana?
Leemos los hadices que hablan de una época como esta y ello nos sume más aún en la tristeza. Al igual que una mujer de espíritu maternal que no encuentra medio de tener descendencia, así nos sentimos nosotros. Aunque no podemos decir que estemos frustrados, pues Allâh siempre nos acompaña y siempre lo hará con quienes son sinceros y veraces. Él es así, y por esto y muchas cosas más, es Adorable y Hermoso.
Dijo el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – que no habría alguna generación que no fuera peor que la precedente; que estamos en la época en la que los ignorantes se subirían a los púlpitos, en el que la religión de la gente sería la de amasar la mayor cantidad de riqueza. Una época en la que la Sabiduría sería una perla costosa y rara.
Una caravana en el desierto que de vez en cuando encuentra un oasis donde refrescarse y descansar. Un oasis en forma de gente noble y atenta que valora las verdades que transmitimos y que responden a la llamada que les hacemos hacia el bien y la verdad. Así, levantamos las manos al cielo y pedimos la asistencia a Aquel que nunca defrauda. Quizás Allâh quiera dejarlo todo para mejores tiempos. Pues Suyo es el desierto así como Su decisión de convertirlo en tierra fértil o dejarlo como está.
Sabemos que nuestras monturas cargan tesoros y artículos de los más raros y exóticos, extraídos del mundo de Conocimientos tan antiguos como lo es la Humanidad. Nuestros perfumes dan fragancia durante meses; nuestras perlas son incomparables; nuestros alabastros y adornos parece que no pertenecen a este mundo; extraídos de los confines del Universo a los que solamente llegan las miradas penetrantes y los espíritus perspicaces. Y ¿qué hablar de los vestidos? Son una Sutra de una elegancia y de una gracia tales que quien se vista con ellos parecerá un príncipe.
Cuando todos estos artículos incomparables se posan en la balanza que mide su valor, los brazos de ésta caen rendidos, incapaces de medir lo inmensurable.
Y es que hermanos/as la Amana de Allâh es lo que tiene; porque El, en su grandeza, nunca nos ofrece baratijas, ni artículos usados. Todo cuanto procede de Su Sabiduría es nuevo, valioso, bello, diríamos, incomparable. Todo lo Suyo es grandioso, y Él es el más Grande de los grandes.
No pienses hermano/a que la Amana es poca cosa; es aquello que estremece los corazones, que sensibiliza los espíritus hasta cimas inalcanzables para las almas y mentes espesas. Más te vale emigrar para ir a buscarla, pues El que te guía nunca te dejará desamparado. La Amana necesita ser tomada por valientes, no por timoratos.
Cómo no sufrir ante la posible pérdida de los tesoros que guardamos en depósito confiado. Si se supiera solamente el valor de lo atesorado, muchos vendrían a él en cualquier clase de montura, de cualquier manera, dejando todo atrás, al igual que los Emigrantes dejaron todo para seguir al profeta en su viaje a Madina.
Cambiar la vida es emigrar por Allâh. Cambiar tus hábitos es una emigración interior del Quraysh de tu alma a la Madina del espíritu y de la Verdad.
Tus posesiones, tus preocupaciones, tus pensamientos anestesian tu corazón haciéndole dormir el sueño de los olvidados de las cosas de Allâh. Almas olvidadizas que se dedican a pasar la vida.
Hoy, no sabemos cómo despertar al dormido, pues los dormidos de ahora no se despiertan de su letargo. Sus párpados apenas se abren, sus ojos tienen velos espesos como cortinas, y los corazones amodorrados no dejan espacio a la búsqueda del Conocimiento. Hoy, el sueño se ha convertido el letargo.
Mientras, la Amana está esperando nuevas manos, sólidas, limpias, seguras, blancas y nobles. Hoy, estamos esperando a aquellos que con sus manos puedan tomarla y distribuirla como la posesión perfecta y valiosa que es; pues, no hay que olvidarlo, ella procede de Allâh.