La historia portentosa de Ibrahim Ben Adham

Ibrahim, primero emir de la Dunya y luego Rey del conocimiento

Ibrahim Ibn Adham, emir de Bajl; no se sabe a ciencia cierta la fecha de su nacimiento, pero sí la de su muerte que fue en terreno sirio hacia el año 777 o 778.

Su histora nos la relatan dos eminencias del Islam y cumplidos hombres de religión y de espiritualidad como fueron Yalaluddin Rumi y Fariduddin Attar.

Nació en el Balj, ciudad del Jorasán. Su padre, hombre de religión de una honestidad inquebrantable, fue la causa de su subida al emirato de Balj. Su familia era descendiente del emir de los creyentes Umar Ibn al Jattab.

Se cuenta que su padre estaba paseando al lado del río cuando vio descender una manzana que flotaba en sus aguas. Tomando la manzana, en lugar de comerla o guardarla como hubiera hecho cualquier otro, decidió saber quién era el dueño del huerto donde el fruto procedía para devolvérselo. Una vez hechas sus pesquisas supo que el huerto de procedencia era el emir de Balj y Bujara y llegando a su palacio se dispuso a devolverla. Sus guardianes, sabiendo del carácter del emir, y viendo que este hombre, Adham, no era como el resto, fueron a avisar al emir quien pronto le hizo pasar, y viendo la honestidad de su interlocutor le propuso matrimonio con su propia hija. Adham aceptó y con el tiempo se convirtió en emir de Balj y Bujara. De este matrimonio nació Ibrahim, quien a su vez, a la muerte de Adham heredó el emirato.

Era un emir bueno y justo; eso venía de familia; pero tenía una debilidad, la caza. De vez en cuando salía de cacería y este era el solaz de Ibrahim cuando quería huir de la exhaustiva dedicación que pedían las labores de gobierno.

En una ocasión Ibrahim dormía en su palacio, cuando de pronto escuchó unos pasos en el techo. Se levantó para ver quien era el causante y encontró un hombre caminando sobre el techo. Ibrahim le preguntó quien era y qué hacía allí y el hombre le respondió:

“Estoy buscando un camello que se me ha perdido”.

Ibrahim, asombrado, le dijo:

“¿Es el tejado de mi casa el lugar para ir a buscar un camello que se perdió?”.

Entonces el hombre, sin inmutarse le respondió:

“¿Y es, Ibrahim, un trono, el sitio adecuado para buscar a Allah?”

El personaje que se encontraba en el techo del palacio de Ibrahim era al Jadir, aquél que Musa encontró en la confluencia de los dos mares, y con el que ocurrieron los acontecimientos que podemos encontrar en la Surat La Caverna del Corán.

Impresionado por este acontecimiento Ibrahim no sabía qué hacer, y para despejar su mente al día siguiente decidió irse de caza.

Persiguiendo una gacela a caballo, el animal corría tanto que Ibrahim hubo de separarse del grupo persiguiéndola. Hasta que al final llegaron a un paraje donde no había nadie y el animal de repente se paró mirado a Ibrahim. Se quedaron unos segundos mirándose el uno al otro hasta que la gacela habló diciendo:

“Más te valiera Ibrahim que en lugar de perseguirme a mí, indefenso animal, persiguieras la adoración de tu Señor y mi Señor, y dejaras tu trono y entretenimiento por dedicarte por entero a él”.

Y este fue el detonante definitivo, el golpe de gracia que le quedaba a Ibrahim para decidirse. Encontró de repente un rebaño de ovejas, y bajándose del caballo se dirigió al pastor al que propuso cambiar sus vestimentas por las suyas. De esta manera el pastor quedó vestido con las ropas del emir y él, el emir con las del pastor. Nunca su séquito supo de él hasta que llegaron noticias de que había sido encontrado trabajando como albañil en tierra de Siria.

Tomó el baya en el camino de Allah de Fudail Ibn Ayadh, quien a su vez lo tuvo de Abdul Wahid Ben Said, quien a su vez lo tuvo de Hassan al Basri. Y convirtiéndose a su vez en maestro del Tasawuf pasó su testigo a su discípulo a Hudaifa al Marashi.

La vida del Tasawwuf por aquel entonces solicitaba pobreza externa de sus adeptos, a quienes se les pedía además mezclarse con el resto de la población para compartir sus penas y alegrías. Es así como el emir encontró a Allah trabajando de albañil; es así como el albañil llegó a ser un rey en el mundo del conocimiento y la devoción al Señor de los mundos.

Y esta es grosso modo la historia de Ibrahim, hijo de Adham, primero emir de la Dunya y luego Rey en el mundo del espíritu