La Higuera

El género Ficus, al que pertenece la higuera, forma parte de la familia de las Moráceas, constituida por árboles o arbustos con savia lechosa (látex), representada por 800 especies originarias de las regiones tropicales y subtropicales.

Se admite en todo el mundo que la higuera doméstica deriva del Cabrahigo, higuera silvestre de las regiones mediterráneas y de lugares montañosos de Arabia meridional.

La higuera es un árbol leñoso de no mucha altura pero de copa ancha por la gran longitud de sus ramas bajas, que crecen abiertas, llegando en ocasiones a doblarse tocando el suelo (en este caso la rama puede echar raíces y generar un nuevo árbol). Tiene raíces superficiales, vigorosas y potentes. El tronco es corto y grueso, de superficie lisa y color grisáceo, y la madera es blanquecina, muy liviana y quebradiza. Sus hojas son las primeras en brotar en primavera, anunciando prematuramente su llegada, desprendiéndose luego durante la época otoñal. Son anchas y profundamente lobuladas, generalmente en 5 gajos, de tacto áspero, verdinegras en el haz y más pálidas en el envés, sostenidas por un pedúnculo bien desarrollado.

Sobre la premonitoria foliación de la higuera hay una pasaje en el evangelio de Marcos 13:28, que dice así: «De la higuera aprended la parábola: Cuando su rama ya se pone tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca».

La higuera despide un olor grave, casi asfisiante, que se percibe a varios metros de distancia. Todas las zonas verdes contienen un jugo lechoso (látex), que fluye en cuanto se corta o desprende cualquiera de ellas. Es de sabor áspero, agrio y gomoso, y se espesa al entrar en contacto con el aire.

Las inflorescencias, desarrolladas en la axila de las hojas, son imperceptibles por estar reunidas en el interior de un receptáculo carnoso que tras la fecundación se engrosa y da lugar al higo.

Las paredes internas de dicha cavidad están recubiertas de pequeñísimas florecitas. Las hay masculinas y femeninas, siendo las primeras muy abundantes en el cabrahigo (higuera silvestre) y muy raras en la higuera doméstica; las segundas por el contrario se encuentran tanto en uno como en otro, y son las que después de fecundadas dan el fruto de la higuera.

El cabrahigo (Ficus carica var. rupestris) es la higuera macho silvestre, que se encuentra desde las islas Canarias hasta el sudoeste de la India, a través de toda la región mediterránea y del Asia Occidental. Tiene las hojas indivisas, ovales u oblongas y coriáceas. Prefiere las tierras calizas y pedregosas, y los terrenos rocosos. Normalmente cada año da tres generaciones de frutos llamados siconos, en invierno, primavera y verano.

Hay higueras que no dan higos si sus flores femeninas no son fecundadas con polen procedente de las flores masculinas del cabrahigo, son las higueras del tipo «Esmirna»1, cultivadas en el Norte de Africa y Oriente Medio. Este proceso de fecundación recibe el nombre de ‘caprificación. Para ello se cuelgan de las higueras ramas fructíferas o sartas de higos machos procedentes de un cabrahigo. La transferencia de polen se realiza a través de un insecto, la avispa Blastophaga Psenes. Otras higueras, entre ellas la mayoría de las que se cultivan en nuestro país, no requieren esta operación y los higos llegan a término sin la fecundación de sus flores (partenocarpia).

En los lugares donde se realiza la caprificación la producción de higos se ve muy mejorada, alcanzando los frutos un mayor tamaño y gran valor comercial. Son excelentes para destinar al secado.

Posiblemente la higuera que Jesús maldijo por no dar frutos era de tipo Esmirna y no tenía cerca un cabrahigo, ni a nadie que la ‘caprificase’.

Las primeras infrutescencias son las ´brevas’, las siguientes los ‘higos’. Las brevas en realidad son higos que, debido al frío, no llegaron a madurar. Pasan el invierno en estado de yemas redondas, y vuelven a evolucionar en la primavera siguiente, convirtiéndose en fruto. Las brevas se forman en ramas de un año, son de composición semejante a los higos pero más grandes, con más agua y menos azúcar. Los higos se forman sobre ramas nuevas, llegando a sazón a finales de verano o al empezar el otoño.

Algunas higueras dan fruto tres veces: las brevas, llamadas también Boccore o higo temprano, que maduran a finales de la primavera o principios de verano; los higos de verano o Kermouse, que aparecen sobre yemas del año madurando a mediados o fines de verano, e higos de otoño similares al anterior pero que maduran en esa época.

Ecología y reproducción

La higuera es un árbol rústico que se adapta a distintos climas, pero la producción y calidad del fruto son superiores en los secos y calurosos. Tampoco es exigente en suelo, soportando los terrenos más diversos siempre que no sean muy compactos o pesados.

Las mejores higueras se dan pues en las tierras profundas y con mucha agua subterránea -que no superficial-, con aire seco y soleado. Como dice una sentencia popular (transferible también a la palmera): «La higuera al pié del agua y al sol la cabeza». Las higueras de secano rinden más frutos y más dulces, mientras que las de regadío vegetan más.

La forma ideal de reproducción es el esqueje, introduciendo en un hoyo realizado en el suelo una rama joven de higuera doméstica, de unos 40-60 cm de longitud y un grosor mínimo de 1 cm, durante el mes de Febrero. Se entierran 3 ó 4 yemas y otras tantas se dejan al aire (12-15 cm por encima del nivel del suelo). Las ramas (estacas) se cortan en bisel, y son colocadas ligeramente inclinadas, en forma de L o curvadas para facilitar el desarrollo de las raíces. También es importante sumergir el corte en una solución que contenga un fungicida específico de raíz (por su eficacia se cita el ácido alfa-naftilacético al 0’1 %), e impregnarlo con alguna hormona de enraizamiento.

El injerto sobre un pié de higuera silvestre no da tan buen resultado, pues la higuera resultante es todavía demasiado rústica y sus frutos no son tan dulces.

El cabrahigo por su parte, al no ser un híbrido como las higueras domésticas, se puede reproducir también por semilla (la de sus propios frutos), cosa que muchas veces sucede espontáneamente en la naturaleza.

Recolección (para consumo en fresco)

La recolección del higo se realiza a mano, teniendo cuidado de no rozarse con las hojas, o bien usando guantes, pues a algunas personas les provocan enrojecimiento de la piel y fuertes picores.

La recogida ha de realizarse a primera hora de la mañana, con la fresca, pues son perjudiciales las altas temperaturas del mediodía ya que la piel se rompe al ser tocada por los dedos en esas condiciones.

Se seleccionan los higos más maduros, aquellos que estén más blandos y de color más oscuro, con la piel «rayada» y superficialmente agrietada, arrancándolos con la uña del pulgar a ras de la rama para que conserven el rabillo. Cada 2 ó 3 días se repite la operación, regresando a por aquellos que ya hayan madurado. Así a lo largo de todo el periodo de fructificación, pues los higos maduran de forma escalonada.

Composición

Los higos tienen abundantes azúcares, principalmente glucosa y fructosa. Los minerales Hierro, Manganeso, Calcio (más por gr. que la leche), Magnesio, Bromo y, sobre todo, Potasio y Fósforo. Las vitaminas A, B1, B2, PP y C. También cantidades variables de los ácidos cítrico, málico, acético y oxálico (y sus sales, los oxalatos). Gran cantidad de fibra (más que cualquier otra fruta fresca o seca), materias gomosas y mucílago. Estos tres últimos componentes –junto con el agua- son los responsables principales de su acción laxante y pectoral.

En el látex se hallan enzimas proteolíticas, papaína y una diastasa similar al jugo pancreático.

Usos culinarios

  1. Del Látex (leche de la higuera)

– El látex de la higuera se usa en la fabricación casera de «cuajada», pues tiene la virtud de cuajar la leche. Ello se debe a la acción de sus enzimas sobre las proteínas lácteas.

Para realizar esta operación se coge una ramita joven, se le arrancan las hojas por la base y se remueve la leche hasta que se cuaje. Esto suele hacerse al comienzo de la primavera, cuando las hojas acaban de salir y los higos todavía están sin formar. Veamos lo que nos decía al respecto Fca del Carmen Sánchez en el nº 8 (página 92) de esta revista:

» Cogemos un tallo de higuera (más bien grande) que no esté seco porque lo que cuaja la leche es la savia del tallo, que también le da un sabor característico. Partimos el tallo y lo introducimos en un tazón de leche entera, endulzada y templada, y lo movemos despacio en sentido de las agujas del reloj, sujetándolo por un extremo. Utilizaremos tantos tallos como sea necesario (no más de cuatro, porque amargaría). Cuando empiece a cuajar dejadla unos segundos y estará lista»

  1. De los higos

Los higos frescos son laxantes, y más aún si se bebe agua a continuación (de ahí el refrán: «Después de albaricoques y brevas agua no bebas»). Ello se debe a que se hinchan sus gomas y mucílagos (contenidos sobre todo en las semillas) produciendo un efecto hidratante de las heces y favorecedor de su expulsión, al que hay que añadir su alto contenido en fibra. Las semillas también estimulan directamente las paredes intestinales al pasar a través del tubo digestivo.

Si se comen en demasía, sobre todo si no están muy maduros, escuecen los labios.

Los higos frescos cocidos, o en confituras, constituyen un excelente remedio para el estreñimiento, incluso contra la colitis.

Los higos frescos se conservan en almíbar y están deliciosos con nata.También puede obtenerse de ellos, por fermentación y posterior destilación, un aguardiente de higos conocido como Araki, de gran contenido alcohólico (de 16 a 35º).

Los higos secos son un alimento altamente energético y nutritivo, y tienen por ello una importante acción sobre las enfermedades infecciosas y en las consuntivas, en la astenia, el adelgazamiento y los estados anémicos. Proporcionan calor al cuerpo y aumentan la sed. Si sientan mal, remojarlos en agua fresca antes de comerlos. Conviene limpiarse los dientes después de comerlos.

Los higos, tanto frescos como secos, son un excelente tónico para las personas que realizan esfuerzos físicos o mentales, y son recomendables para los niños, adolescentes, mujeres embarazadas, intelectuales y deportistas.

El filósofo Ibn Suhair (Avenzoar) afirmaba: «Si a lo largo de la vida se han comido muchos higos se morirá de úlcera (externa o interna), y si no se ha comido ninguno se morirá de convulsiones».

En la medicina Unani se considera que los higos frescos fortalecen el hígado, alivian el calor y la sed (son buenos por tanto para la fiebre) y relajan el vientre. Si se ingieren secos con almendras y pistachos son excelentes para el cerebro y la fuerza mental, y con nueces incrementan la potencia sexual. En Pakistán los higos secos son consumidos durante los meses de invierno pues piensan que proporcionan calor al cuerpo. Son considerados un alimento «caliente» y se prescriben especialmente para los pacientes que sufren enfermedades de humor frío. Los bereberes norteafricanos usan los higos secos junto con jujubas, dátiles y uvas pasas para alimentarse en el invierno a fin de evitar los enfriamientos. Esta especie de panacea tiene en efecto una acción preventiva sobre las bronquitis y las neumonías. Finalmente, en Yemen utilizan una mezcla similar de higos secos, dátiles, uvas pasas y miel para combatir la astenia, la depresión y la tensión nerviosa.

Para el filósofo Platón y sus discípulos los higos eran el manjar predilecto, por lo que se les denominó el «alimento de los filósofos». Galeno, uno de los padres de la medicina, dijo que los higos suponían el alimento básico de los atletas que participaban en los Juegos Olímpicos, y el gran Hipócrates los recomendaba en los estados febriles agudos.

Cómo hacer higos secos:

Seleccionar los higos más maduros, de preferencia procedentes de terrenos de secano (tienen menos agua y se secan mejor) y de piel blanca. Colocarlos sobre una mesa de rejilla metálica y cubrirlos con una gasa para que los insectos no los toquen. Poner la mesa a pleno sol durante el día, guardándola a la noche en lugar seco en el interior de la casa o cubriéndola con una lona. Dar la vuelta a los higos mientras estén al sol 2 ó 3 veces al día. Vigilar que no les llueva o se humedezcan. Hacer todo lo anterior hasta que los higos estén completamente secos. En las zonas de uvas pasas aprovechan las plataformas llamadas «paseros» de las vertientes de los montes para secar también los higos.

Una vez secos sumergirlos 2 minutos en agua hirviendo, con un poco de hinojo, para lavarlos y prevenir su invasión por gusanos, o bien echarles por encima un poco de agua salada para lo mismo. Esperar a que el agua evapore y prensarlos a continuación (se suelen colocar en una cesta redonda de anea, sin asas, llamada «serete» en Andalucía, en la cual se prensan y se dejan luego cubiertos por un plástico o papel). Lo ideal es guardarlos en frascos de cierre hermético, con algunos granos de anís y un papel absorbente bañado en alcohol por encima.

Con los higos secos tostados se hace un sucedáneo del café, el «café de higos».

Elaboración del «pan de higos»:

  • Abrimos por la mitad 200 gramos de higos secos. Los colocamos en un recipiente redondo y los cubrimos con una capa de almendras, nueces y/o avellanas troceadas. Vamos haciendo capas alternas de higos y frutos secos. La última debe ser de higos. Después colocamos un peso encima. Al cabo de un mínimo de 24 horas bajo el peso la mezcla se habrá consolidado y podremos comer un estupendo pan de higos.
  • Otra manera es: se les quita el rabillo a los higos y se cortan por la mitad a lo largo (sin separarlos del todo). Se abren y se colocan en el fondo de una «pleita» de esparto (de las usadas para hacer queso), con la parte interior hacia arriba. Se le echan unas gotas de Anís seco y unos granos de matalauva, y se aplasta todo con una mano de mortero. Entonces se coloca una capa de almendras partidas por encima. Alternar de esta forma las capas de higos (con Anís seco y matalauva, y contundidas con la mano de mortero) con las de almendras. La última será de higos, pero con la parte interior mirando hacia abajo. Finalmente se adorna la superficie con almendras.

Cerrar entonces la «pleita» por arriba con su tapadera y dejar secar. Cuando hayan pasado varios días estará ya seco y se podrá desmoldar y guardar.

  • Otra forma más elaborada es la siguiente: quitar los rabillos de los higos y cortarlos a trozos con un cuchillo. Picarlos luego y mezclarlos con almendras, anís (matalauva), canela, clavo, pimienta y ralladura de cáscara de naranja. Añadir una pequeña cantidad de aguardiente anisado y humedecer la masa con agua de hinojos, que le imprimirá su aroma especial. Dejar reposar varias horas. Trabajar entonces la masa como si se estuviera haciendo pan y hacer panecillos de la forma que se quiera, alisándolos con las manos humedecidas en el agua de hinojos. Una vez listos, incrustarles almendras enteras por encima formando un dibujo y poner a secar, dándoles varias vueltas hasta que estén completamente oreados.

Elaboración del «bollo de higos»:

  • Se le quitan los rabillos y la base a los higos. Se cortan por la mitad a lo largo (sin separarlos del todo), se abren y se colocan sobre una superficie, con la parte interior hacia arriba. Los siguientes se colocan encima, mirando hacia abajo. Formar así varias capas. Trocear entonces los higos haciendo cortes profundos en la masa que hemos creado, primero longitudinales y luego transversales. Amasar los higos con las manos añadiendo de vez en cuando un poco de Anís seco. Mezclar también en la masa granos de matalauva y unos pocos clavos de especia. Finalmente darle forma cilíndrica con las manos embadurnadas en harina. Para acabar envolver en papel de estraza y colgar de una cuerda del techo para que se oree. Cuando el papel esté seco se puede bajar y guardar.

Como vemos la única diferencia significativa entre el ‘pan’ y el ‘bollo’ de higos es la presencia o no de frutos secos (sobre todo almendras). El pan también es más crujiente y suele tener forma circular, mientras que el bollo es más blando y tiene forma cilíndrica o alargada.

También con higos secos se pueden hacer deliciosas «bolitas». Para ello se abren por la mitad poniendo en su interior un trozo de nuez, una almendra, una castaña o una bellota pelada. Se cierran y rebozan con miel. Poner en una fuente adecuada y meter en horno suave hasta que los higos se caramelicen.

Usos medicinales

A) Por Vía Externa

1- Verrugas

– El látex de la higuera, que fluye por el pezón de las hojas cuando se arrancan, es un remedio popular para combatir las verrugas; pero hay que untarlas todos los días, y sin desesperar, durante largo tiempo.

– Otras formas alternativas de aplicación del látex serían colocando contra la verruga la cara interna de la corteza de una rama joven, o la cara interna de la piel de un fruto verde (inmaduro). Cuanto más tiempo permanezca el látex en contacto con la verruga mejor.

2- Forúnculos (diviesos)

– Colocar encima un higo fresco abierto por la mitad.

– En la Biblia, 2 Reyes 20:7, se habla de que el rey Ezequías curó de un divieso aplicándose una torta de higos secos. Algunos autores lo consideran aún más eficaz si se le añade salitre o cal.

3- Heridas y úlceras

– Cualquier herida cicatriza mejor si se vierte sobre ella un poco de leche de higuera. Es especialmente útil en las heridas provocadas por la mordedura o picadura de algún animal.

– La lejía que se fabrica con la ceniza de las ramas de higuera es un excelente remedio desinfectante y cicatrizante.

4- Boca

– Las aftas y heriditas desaparecen colocando un higo seco encima.

– Para las encías inflamadas (gingivitis) partir un higo seco por la mitad y dejarlo macerar durante horas en media taza de leche. Hervirla después hasta que absorba todo el líquido. Finalmente aplicar el higo caliente en la zona dolorida. También es muy útil enjuagarse la boca (escupir después) con una infusión de las hojas de higuera.

– Para el dolor de dientes provocado por una caries es útil introducir dentro de la oquedad una gota de látex, o bien un pedacito de lana empapada en el mismo.

5- Garganta

– Gargarizar el cocimiento en agua de varios higos secos.

– Añadir una cucharadita de hoja de higuera troceada a una taza de agua hirviendo. Inhalar el vapor a través de la nariz y gargarizar después (previamente colar a través de un algodón). No ingerir.

B) Por Vía Interna

La higuera posee dos campos de acción claramente definidos en su uso terapeútico al interior. Como laxante y como pectoral.

a) Acción Laxante

– Aparte de su uso al natural que ya vimos en el apartado culinario, si el estreñimiento es rebelde se utilizarán fórmulas más elaboradas como las que se citan a continuación:

  1. Antes de acostarse llenar el fondo de un recipiente con 6 a 8 higos secos. Cubrirlos con agua caliente y dejarlos en remojo hasta la mañana siguiente. Beber el jugo resultante y comer los higos en ayunas. Hacerlo todos los días durante el tiempo que sea necesario (no más de tres semanas seguidas). En otros sitios se dice 2 ó 3 higos.
  1. Hervir una taza de cebada en un litro y cuarto de agua. Cuando se haya evaporado un cuarto de litro apagar el fuego y filtrar. Poner de nuevo el líquido en el fuego y añadir:

– 6 higos secos troceados

– 2 cucharadas de uvas pasas

– 6 ciruelas pasas

– 1 cucharada de raíz troceada de palo de Regaliz

– 1 cucharada de semillas de Anís

Se mezcla todo, se deja hervir durante 5 minutos y luego se deja reposar. Filtrar y guardar en el frigorífico. Repartir el litro en 3 ó 4 tomas al día fuera de las comidas. Una al acostarse y otra en ayunas a ser posible. En casos muy acentuados se puede comer la parte sólida del cocimiento (sin la cebada) mezclada con yogurt y salvado en el desayuno.

Tomarlo durante una largo periodo de tiempo, mientras la condición mejore, pero no indefinidamente (excepto si suprimimos el regaliz a temporadas).

b) Acción Pectoral

– Para la tos y los catarros de pecho se utilizan los higos con gran éxito. Estas son algunas de las fórmulas empleadas:

  1. En 1/2 litro de agua hervir 30 g de higos secos desmenuzados durante 25 minutos. Colar y beber tantas tazas como se desee, ya que el preparado es inocuo. Si se le añade al final alguna hierba pectoral, como por ejemplo el Hisopo, mucho mejor.
  1. Cocer durante unos minutos 8 ó 10 higos secos, previamente lavados en agua, en 1/4 litro de

leche. Estos higos, ablandados y calentitos por la cocción, se comen al acostarse, y luego se bebe la leche en que han hervido.

Para reforzar su efecto, sobre todo en casos de gripe o fiebre, se puede tomar con la leche 1 comprimido de aspirina.

  1. Fórmula popular para la tos crónica:

Hacer un cocimiento con 8 higos secos, una rodaja del troncho de un racimo de plátanos, media docena de rabanitos sin pelar, una onza de cáscaras de almendras y tres onzas de azúcar. Se echa todo a hervir en 1 litro de agua hasta que se reduzca a la mitad. Se cuela el líquido caliente, y, cuando ya no se sepa qué tomar, dicen quienes recomiendan esta fórmula, bebe a tazas cuanto quisieres del cocimiento, y en un par de días se quitará la tos.

Folklore y supersticiones

En el llamado ‘paganismo’ la higuera ha sido siempre considerada un árbol poderoso, atribuyéndole a menudo un carácter sombrío, casi maléfico. Posiblemente su follaje oscuro y su olor pesado hayan contribuido a darle esa mala fama. Algunas leyendas dicen que se debe a un maléfico aire que recorre sus hojas y que tiene un poder tan grande como para impedir que debajo de ella o en sus alrededores puedan crecer otras plantas.

De la palabra higuera (en latín ficus) deriva el término ‘hígado’, pues los romanos solían comer el hígado guisado con higos, y del latín ficus nació ‘ficatum’ que era el nombre del tal guiso; la cual voz nos daría ‘figado’, que, convirtiendo la f en h, pasa a ‘higado’, el nombre de la víscera. También los romanos cebaban a los gansos con higos para hipertrofiar sus hígados, lo que denominaban ‘jecur ficatum’, que venía a ser el foie-gras de nuestros tiempos.

También existe una figura realizada con las manos que recibe el nombre de ‘figa’ o ‘higa’, reproducida a menudo en joyería. Se trata de un gesto de protección, de carácter fálico, que se hace con la mano derecha. Para realizarlo hay que introducir la última falange del dedo pulgar entre el índice y el corazón, con el puño cerrado.

Además de la higuera de la que estamos hablando existen otros árboles que, bien por su parecido o por pertenecer a su mismo género, comparte parte de su nombre. Son los siguientes:

– Higuera del caucho ( Ficus elastica )

– Sicómoro, Higuera loca, Morera-Higuera ( Ficus sicomorus )

– Papaya, Higuera americana ( Carica papaya )

– Ricino, Higuera infernal ( Ricinus communis )

De entre las numerosas supersticiones y usos empíricos relacionados con la higuera citaré las siguientes:

  • La higuera da «mala sombra». Para dormir bajo ella deberemos ‘sangrarla’ antes, es decir, cortarle una rama con hojas para que fluya una buena cantidad de látex. Otra forma de «curar» una higuera es grabando una cruz bien profunda en su corteza con un cuchillo muy afilado, para que por allí escape su «mala energía». Ambas cosas se suponen más efectivas si se realizan en luna llena.

Se dice también que dormir debajo (se habla sobre todo de la siesta), incluso en pleno verano, puede costar una pulmonía.

  • Para que una higuera no se seque basta con enterrar un perro negro a sus piés.
  • Si una mujer se sube a una higuera a comer sus higos la higuera se secará. Sobre todo si está menstruando.
  • La higuera, o mejor el cabrahigo, es una de aquellas raras especies de árboles a las cuales las gentes del pueblo atribuyen virtudes mágicas para curar la hernia infantil. Para ello hacen pasar tres veces al pequeño, durante la noche de San Juan, a través de una rama hendida de cabrahigo, que juntan después. Sanada la higuera, sanado el infante.

Enlaces interesantes:

https://www.webislam.com/articulos/94213-capitulo_95_la_higuera.html

https://www.webislam.com/articulos/36191-la_mezquita_de_lalla_warzo_la_higuera_sagrada.html

https://www.webislam.com/articulos/40409-la_mezquita_de_la_higuera_sagrada_147_anos_de_su_demolicion.html